Sesiones de enero de 1813 - Academia Puertorriqueña de ...

duos que hemos disentido de la pluralidad de la comision
6 más bien que no hemos intervenido en la discusion n
acuerdo del que la pluralidad presentó á V. M., y se tra.
ta de discutir sobre el negocio de Inquisicion. Los principios
en que se funda nuestro dictámen son los más obvios
y sencillos que se pueden presentar. Indicaré los már
principales para satisfacer á la impugnacion del Sr. Argüellee.
Jesucristo ha dado á la Iglesia autoridad para entender
en laa materiaa de fé, J castigar 6 los que faltan 4
ella. El Sume Pontífice, cabeza visible de la Iglesia, est8
pwticularmente encargado del ejercicio de esta autoridad.
IJaando de ella eetablsció la íoquisicion como el media
fnás oporkno para &3 eonservaoion de la fé y 62orreccioo
de los hereges. Por consiguiente, no puede negarseal ejeroicio
de esta autoridad sin desconocer la suprema de la
Iglesia.
Los Diputados que han sentado estos principios, eatziïl
intimamente convencidos de que son principios eseneiales
del dogma catUco. Y siendo incontestable que la
aabeze de la IRlesin tieoa esta autoridad de cuidar de la
purezn de la fé y del caetigo de loe hereges, lo es igualmente
que esta autoridad se extiande á todos 109 ángulos
de la tierra adonde haya llegado le doctrina católica. En
cualquier espacio donde haga hombres que profesen la
reliqion de Jesucristo, allí podrá la cabeza de la Iglesia
ejercer sobre ellos eeta autoridad sin que niugun poder
humano se lo pueda impedir; porque eata potestad, como
espiritual, dirigida á la santifkacion de los hombres, y
comunicada por Dios, que es el orígen de todo poder, y
el supremo legislador de todos los imperioe, es independiente
de la autoridad y del poder de los hombrea Así es
que ni el imperio de los romanos, ni todos los de&s que
ha habido en el mundo, no han podido oponerse á la profesion
de la religion católica; ni por más esfuerzoe que han
hecho, han sido capaces de impedir la propagacion de las
luaes del Evangelio.
Esta autoridad de la Silla apoetblica para conservar
la pureza de ia fé y de la doctrina de la Iglesia universal,
en nada ofende la dignidad y facultades propiaa de los
Obispos, á los que erradamente se quiere atribuir un co-
Ipocimian@ exclusivo en materias de fé y de doctrina. Loa
Obispos, como sucesores .de loe Apáetóles, tienen autoridad
por derecho divino Para calificar la doctrina yentender
en las causas que le ocurren á cada uno en la di6-
.cesis que respectivamente le fuere encomendada. Son jueces
ordkarios natos en las causas de fé y de doctrina para
la ensefíanaa y correecion de 4IX4 súbditos. Pero esto en
nada se opone 15 la autoridad y vigilancia universal de\
Sumo Pontífice en toda la extension de la Iglesia. El divino
Autor del sagrado Código de nuestra religion ha enlazado
@as autoridades con UIW dependencia, sin la cual
era imposible conservar la unidad indispensable para la
pureza de la doctrina y de la fé. Todo el rebaño pende de
la vigilancia del Supremo Pastor; él debe cuidar de los
pastores y de las ovejas, agregando su cooperacion á la
de cada Obispo, siempre que la necesidad 6 utilidad de la
Iglesia lo requiera. El ejercicio de esta suprema autoridad
de la cabeza de la Iglesia, en ninguna parte se halla más
bien comprobado que en nuestra Iglesia de España, $0
gun se acredita por los documentos que exponemos al
juicio de V. X. en nuestro informe.
El Sr. Argüelles dice que en el punto en cuestion se
debe prescindir dela autoridad espiritual, que 88 la que el
Papa como Primado ejerae en el Tribunal de Inquieiaion,
y solo sedebe atender á las relacioneapolíticas que median
para que La Nnoion, puee ha adoptrrdo ya la reügion M-
DISCUS~ON DEL PROYP,CTO DE DECRETO 4221
Mica por religion de la Nacion, y con exclwion de Mas
las demás, la haya de protejer por losmdios que crea más
oportunos para la felicidad del Estado, y por leyes con-
formee á la Constitucion política de la Monarquía. Con-
vengo con el Sr. Argüelles en que la Naciou tiene obli-
g.icion de proteger la religion; pero no puedo conformar-
me en que esta ohligacion provenga de loe principios que
se han sentado. La Nacion española siendo cat&lica, eomo
lo era por ley fundamental de la Monarquía, y la única
de todos les individuos que la oomponian, ni pudo adop-
tar otra religion que la urtólica para la Naeion, ni de-
jar de prestarle la debida protecchon. Porque ningun ca-
tólico tiene libertad para dejar de eerlo; y el Prípcipe 6
Soberano católico, w solo .est4 obligado 4 coatribuir co-
mo partiaular á la conservacion de la raligia, sko que
como ,Príncipe tiene otra obligacion mucho mayor de pro-
teger y fomentar la propagacion de JA reiigion octólica
como única verdadera: pues m pue& menos ds reo-
nacer que la autoridad y el poder que fiene trae BU orí-
gdn de Dios, árbitro supremo de kodos los imperios. P he
aquí como habiendo la Nacion española tianido la felicidad
de haber sido educada en la religioa cathlisa, 310 pudo la
autoridad soberana dejar de reconocer eata misma reli-
gion por única religion de 109 eapeñeles, ni de compro-
meterse á protejerla. Así es, que el artíealo de la Coas-
likucion está concebido en los términoa mtís propios para
manifestar esto mismo. No dice que se adopta 6 elige la
religion católica, sino que esta es la religion de la Na-
cion, con exclusion de todas las de&.
Pregunto yo ahora: siendo un derecho incontestable
de la cabeza de la Iglesia el cuidar de la pureza de la fé,
y el reprimir los progresos del error en donde qaiera que
parezca, iserá proteger la religioa el Impedir el ejercicio
da esta suprema autoridad? Si .el Santo Padre no hubiera
establecido yir una delegacion 6 tribunal Para stender á
las necesidades en que ae hall6 la Igl&a de España en
los siglos anteriores, enhorabuenq que BB inquiriese so-
bre si un nuevo estabiecipliento se ertendis 6 no á en-
tender ea los puntos de disciplina, en que el derecho de
regalía, 6 las costumbres particulares, dieren motivo para
representar á la Silla apostólica, suspendiendo la ejecu-
zion en todo lo que no perteneciese á la fé 6 doctrina,
zoma s8 ha hecho antes de ahora. Pero tratándose aomo
se trata de un establecimiento antiguo de la Iglesia de
España, elevado 6 un estado de moditlcacion particular,
womodado B las críticas circunstancias 88 que se hallaba
entre noaotroe la r+ligion en el siglo XV; iJ ojalá que no
nos amenaznran hoy otras c$amidades iguales 6 mayores
Jue las que entonces experimentaba la religionl Y ha-
Ilándos8 esta delegadon del Santo Padre en 91 ejercicio
le sus funciones para celar Por la pureza de la fé, y con-
knar los insultos contm la religion, &serQ Qbeervar el res-
peto que se debo B la cabeza de la Iglesia, J que se le de-
be por 18 misma religion el de&: ~0 quiero que se ejer-
ca aquí esta suprema autoridad?*
En donde la religion católica no sea la religion del
Estado, la oabeza de la Iglesia ejercer6 esta aukwidad del
modo que le sea posible, contando con el auxilio de loe
particuhwes que le reconozoan por vicario de Jesucristo.
Pero la Nacion católica por excelencia, aegnn loa prinoi-
pios que siempre ha profesado y acaba de reconocer, r es-
tán arraigados en el corazon de todos 109 españoles, no
puede impedir qu8 se proteja la pureza de la fé, ni con-
sentir en que se destruya el tribunal de la Pé dea&&
B propagarla y i conservarla en su mayor perfecciqp.
En la esposicion que ha laido .m,i COIKQ&~, na
ooewdo 88 hace upa inditx@on $obre 108 términoe mi-
1056