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NUESTRA VIDA FRATERNA EN MINORIDAD - Capuchin Friars Minor

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(30) La formación permanente cuidará también<br />

la calidad franciscana de nuestra oración.<br />

Rezamos como verdaderos hermanos menores<br />

cuando estamos dispuestos a compartir la<br />

oración con la gente, cuando sabemos adaptarla<br />

a las circunstancias, bien a través de las formas<br />

culturales o bien presentando a Dios los gozos y<br />

las esperanzas, los sufrimientos y las<br />

preocupaciones de nuestros contemporáneos<br />

(cfr. GS 1).<br />

31. Ya que el camino de la minoridad no es un<br />

camino natural que se elige espontáneamente,<br />

las fraternidades y los hermanos necesitan una<br />

formación permanente para adquirir y mantener<br />

un espíritu de servicio y de minoridad, que se<br />

nutre de la oración y de la contemplación. Es<br />

esencial desarrollar una mirada contemplativa,<br />

especialmente a través del ejercicio comunitario<br />

de la oración silenciosa.<br />

(31) El camino de los primeros capuchinos hacia<br />

la periferia fue también el camino hacia la<br />

contemplación y el silencio abierto al mundo. El<br />

hermano menor es el que contempla sobre todo<br />

a un Dios que se hace menor en el pesebre, en la<br />

cruz y en la Eucaristía; y que jamás pierde de<br />

vista a las hermanas y hermanos – sobre todo a<br />

los más pobres – y a toda la creación.<br />

14<br />

46.1. Nuestra oración sea la expresión<br />

característica de nuestra vocación de hermanos<br />

menores. 2. Oramos verdaderamente como<br />

hermanos cuando nos reunimos en el nombre de<br />

Cristo, amándonos mutuamente, de tal manera<br />

que el Señor esté de verdad en medio de<br />

nosotros. 3. Y oramos verdaderamente siempre<br />

como menores, cuando vivimos con Cristo<br />

pobre y humilde, presentando al Padre el clamor<br />

de los pobres y compartiendo en realidad su<br />

condición de vida. 4. Según nos enseñaron los<br />

profetas, los salmistas y el propio Cristo, no nos<br />

evada nuestra oración de la realidad, sino que, a<br />

ejemplo de san Francisco que encontró al Señor<br />

en el leproso, se encarne siempre más en las<br />

situaciones de la vida, en los acontecimientos de<br />

la historia, en la religiosidad popular y en la<br />

cultura particular de las regiones. 5. Así la<br />

oración y la acción, inspiradas por el mismo y<br />

único Espíritu del Señor, lejos de oponerse se<br />

completan mutuamente.<br />

44.1. Cada hermano procure con interés caminar<br />

dignamente según la vocación franciscanocapuchina,<br />

a la que Dios le llamó .2. Por lo<br />

tanto, esforcémonos todos en conservar y<br />

consolidar, para los demás, el don de la vocación<br />

religiosa y de la perseverancia, con fiel<br />

cooperación, prudente vigilancia y oración<br />

constante .3. Guardémonos también, hermanos,<br />

de caer en la apostasía del corazón, que tiene<br />

lugar cuando alguno, por tibieza, bajo apariencia<br />

religiosa lleva un corazón mundano y se aparta<br />

del espíritu y del amor de su propia vocación y<br />

cede al espíritu de soberbia y de sensualidad de<br />

este mundo; por el contrario, recordando las<br />

palabras del apóstol "no queráis conformaros a<br />

este mundo", huyamos de cuanto sepa a pecado<br />

y debilite la vida religiosa.<br />

52.1. Conservemos y fomentemos aquel espíritu<br />

de contemplación que irradia la vida de san<br />

Francisco y de nuestros mayores. Por ello,<br />

dediquémosle espacio de tiempo más amplio<br />

fomentando la oración mental .2. La auténtica<br />

oración mental nos conduce al espíritu de la<br />

verdadera adoración, nos une íntimamente con<br />

Cristo y da continuidad a la eficacia de la<br />

sagrada Liturgia en la vida espiritual .3. Para que<br />

el espíritu de oración no se entibie nunca en<br />

nosotros, sino que se encienda cada vez más,<br />

debemos ejercitarnos en ella todos los días de<br />

nuestra vida.

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