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NUESTRA VIDA FRATERNA EN MINORIDAD - Capuchin Friars Minor

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<strong>NUESTRA</strong> <strong>VIDA</strong> <strong>FRATERNA</strong> <strong>EN</strong> <strong>MINORIDAD</strong><br />

1. Preámbulo<br />

Estudio esquemático-comparativo entre las Constituciones<br />

de los Hermanos Menores <strong>Capuchin</strong>os<br />

y las Proposiciones del VII Consejo Plenario de la Orden<br />

Fr. Prudente Nery, OFMCap<br />

(traducción del texto original portugués)<br />

Este estudio tiene la finalidad de establecer una visión comparativa entre el texto de las actuales<br />

Constituciones de los Frailes Menores <strong>Capuchin</strong>os y el de las Proposiciones del VII Consejo<br />

Plenario de la Orden (2004) en lo que se refiere a la minoridad 1 , a fin de comprobar, sobre todo, si<br />

este CPO ha ofrecido nuevas aportaciones para la comprensión de la minoridad dignas de ser<br />

integradas adecuadamente en las Constituciones 2 .<br />

Conviene recordar que el VII CPO no ha sido el único que ha puesto su interés y atención en la<br />

minoridad. También lo hizo el I CPO 3 , titulado: Vida fraterna, Pobreza y <strong>Minor</strong>idad. Leyendo su<br />

documento conclusivo se puede comprobar que la minoridad, como palabra-clave de nuestra propia<br />

identidad, está a la base de muchas formulaciones inspirando lo que se afirma, pero casi nunca se<br />

habla de ella directamente. Se pueden notar sus reflejos y sus consecuencias, pero con respecto a<br />

ella hay un discreto silencio.<br />

Algo semejante se constata también en otro lugar, y éste de especial relevancia: en nuestras<br />

primeras Constituciones (1536), llamadas también Constituciones de Santa Eufemia, cuyos valores<br />

hicieron de la inspiración / reforma capuchina una auténtica fraternidad evangélica y franciscana 4 .<br />

1 El Ministro general y el Presidente de la Comisión para la Reforma de las Constituciones, en una carta dirigida a mí,<br />

circunscribían de este modo el ámbito de este estudio (18.03.2008): No se te solicita que expreses instancias y<br />

valoraciones subjetivas, sino que examines los textos y los compares entre ellos para que se ponga de manifiesto la<br />

relación entre las Constituciones y el VII CPO. El trabajo que se te confía debería llevar, pues, a un estudio más bien<br />

esquemático, denso, esencial, que ayude a la Comisión a que pueda realizar elecciones bien miradas, verdaderamente<br />

“enriquecedoras” del texto de las Constituciones y de los Estatutos generales (non multa, sed multum!).<br />

2 a) Fray Mauro Jöhri, Ministro general de la Orden, en su carta del 27 de mayo de 2007 escribía: Tampoco debemos<br />

olvidar que nuevas aportaciones y sugerencias nos vienen tanto del campo de los estudios franciscanos como de las<br />

reflexiones de los Consejos Plenarios de la orden, en particular del VI CPO que ha tratado de la pobreza en<br />

Fraternidad y del VII CPO que ha reflexionado sobre la <strong>Minor</strong>idad e Itinerancia. Será necesario comprobar y valorar<br />

las aportaciones de la reflexión que se ha realizado insertando en el texto, por su novedad, aquellos elementos de los<br />

que efectivamente carece y aquellos que podrán realmente enriquecerlo y actualizarlo, pero sin comprometer los<br />

núcleos teologales-fundamentales de nuestro carisma y el mismo lenguaje y estilo característico de nuestro texto<br />

constitucional. b) Con respecto a esto la Comisión para la Reforma de las Constituciones subrayaba en la Premisa<br />

informativa (n. 54): Con referencia particular, pero no exclusiva, al VII CPO, hay que señalar que la “minoridad” es<br />

una dimensión constitutiva de nuestro ser: no somos simplemente frailes o hermanos, sino que somos frailes-menores.<br />

Tal dimensión debe estar expresada necesariamente en las Constituciones y debe impregnar el texto en su totalidad (la<br />

“minoridad” es un tema transversal). Para ello será necesario: 1º comprobar qué tratamiento recibe la minoridad en<br />

las Constituciones actuales, con qué profundidad se trata, cuál es el papel que ejerce en el conjunto del texto y del<br />

contenido de las Constituciones. 2º constatar si realmente el VII CPO ha ofrecido aportaciones nuevas a la<br />

comprensión de la minoridad dignas de ser integradas en las Constituciones. 3º proceder a la integración de los nuevos<br />

elementos con los del texto actual, teniendo presente que la minoridad no queda más afirmada en las Constituciones<br />

con la continua repetición de los términos minoridad, menores, hermanos menores, etc.<br />

3 El I CPO se celebró en Quito (Ecuador) del 4 al 24 de octubre de 1971.<br />

4 Cf. Criscuolo, V. (ed.), I Cappuccini. Fonti documentarie e narrative del primo secolo (1525-1619), Roma 1994, p.<br />

165-166.


No es casual que las primeras Constituciones de los Frailes <strong>Capuchin</strong>os nunca hablen in recto de la<br />

minoridad. También aquí la minoridad es una especie de interdictum, en sus dos sentidos: algo<br />

prohibido y oculto (interdictum), que es solamente esbozado entre líneas (inter-dictum). En todo el<br />

texto de estas Constituciones, lo único que se dice directamente de la minoridad es frailes menores<br />

(cuatro veces), sin más explicaciones, y sumisión minorítica (una vez), también sin ninguna glosa 5 .<br />

¿Inconsciencia? 6 ¿Laguna? ¿Olvido por parte de los hermanos que nos han precedido? 7 ¿O no será<br />

más bien que la minoridad es un concepto que describe no tanto un quid, cuanto una quidditas, no<br />

tanto un factum, cuanto un factor, no tanto algo, sino un espíritu?<br />

Si fuese así, la minoridad 8 no es, en rigor, un tema en sí mismo, sino una cualidad que atraviesa<br />

todos los temas posibles y específicos de nuestra forma de vida, como son: la vida fraterna, la<br />

pobreza, la castidad, la obediencia, la oración, la vida apostólica, el trabajo, la itinerancia, la<br />

convivencia social.<br />

Por ello, más que enumerar las veces que aparece la palabra en cuestión (minoridad / menor /<br />

minorítico) en los dos textos que ahora estudiamos, lo que interesa es analizar las Proposiciones del<br />

VII CPO en paralelo con las Constituciones, para detectar si, a la luz de sus reflexiones, la<br />

minoridad o algún aspecto, expresión o uso del ser-menor se ha visto más claramente o ha sido<br />

descubierto, y no como una novedad pasajera sino con carácter de validez perenne para toda la<br />

Orden.<br />

2. Los textos en cuestión<br />

Para facilitar la comparación de los textos estudiados, se presentan aquí del siguiente modo: a la<br />

izquierda, ordenadamente, están las Proposiciones del VII CPO que se refieren a la minoridad y a<br />

otros temas afines o relativos al ser menor 9 . A la derecha se citan los pasajes de las Constituciones<br />

actuales que tratan, más o menos, de la misma cuestión.<br />

5<br />

Cf. Idem, Ibíd., p. 165-166: cf. los números 244, 254, 264, 278 y 245. En las actuales Constituciones la palabra<br />

minoridad aparece 7 veces, mientras que el calificativo menor (es) aparece 15 veces, sin contar el compuesto Fraile (s)<br />

Menor (es), cuando es usado como nombre propio.<br />

6<br />

El orden del saber (conciencia) no es el orden del ser. Es, pues, posible ser sin que se sepa ni que se traduzca en<br />

palabras.<br />

7<br />

Cf. Corriveau, J., Ai Fratelli e alle Sorelle dell’Ordine. Lettere circolari 2000-2006, Roma 2006. Carta circular 22, p.<br />

157, citando a L. Iriarte: Se comprende que la minoridad haya sido para la Orden de san Francisco la parte<br />

humanamente menos grata de la herencia legada por el fundador, la primera en ser olvidada... Toda la enmarañada<br />

que, luego de la muerte del santo, se suscitó en la fraternidad en torno a la pobreza problemática que se desarrolló<br />

alrededor de la pobreza dependió del empeño imposible por parte de los hijos de Francisco de ser “pobres” sin tener<br />

el valor de continuar siendo “menores”.<br />

8<br />

Menor, en su acepción más elemental, es el grado comparativo del adjetivo pequeño. Ya a este nivel es claro que<br />

menor es, por su propia naturaleza, un término de relación (grado comparativo). De este modo la minoridad pone al<br />

fraile en una red-de-relaciones en todas las direcciones: Dios, mundo, hombre, criaturas, espíritu, cuerpo, interioridad,<br />

estructuras de convivencia, persona, sociedad. Se es menor siempre con relación a algo. Una relación omnidireccional y<br />

que nunca se establece como definitiva en ningún punto, pues es siempre viva y dinámica (menor siempre) y, por esto<br />

mismo, sin propiedad (sine proprio), ni inmovilización (itinerante). En lo concreto de cada una de estas múltiples<br />

relaciones la minoridad toma forma, se manifiesta y, ocasionalmente, tiene un nombre propio, como: pobreza,<br />

austeridad, itinerancia, espíritu de servicio, sumisión, sencillez, modestia, solidaridad. Notemos también que aunque se<br />

trate de un comparativo de superioridad (más + pequeño), algo menor es siempre inferior a lo que es pequeño,<br />

estableciendo, de antemano, una paradoja sorprendente: es un más en el ámbito del menos, una cierta superioridad<br />

inversa, como si se estuviese cabeza abajo (cf. Mc 9,35).<br />

9<br />

Términos como: humildad, sumisión, precariedad, austeridad, disponibilidad, itinerancia, simplicidad, pobreza,<br />

espíritu de servicio, vulnerabilidad, solidaridad, cuidado, compartir…<br />

2


FUNDAM<strong>EN</strong>TOS<br />

VII CPO 10 CONSTITUCIONES<br />

1. La Santísima Trinidad es una realidad<br />

singular porque ninguna de las personas divinas<br />

es superior a las demás. Si bien esta igualdad<br />

radical es imperfecta en las relaciones entre las<br />

criaturas, ella constituye el modelo que nos<br />

enseña qué significa estar hechos a imagen y<br />

semejanza de Dios (cfr Gn 1,26) y da al hombre<br />

el sentido de sus aspiraciones más profundas.<br />

a. La humildad abre los corazones humanos para<br />

penetrar en el misterio de la relación divina.<br />

Francisco en las Alabanzas al Dios Altísimo<br />

proclama: “¡Tu eres humildad!” (AID 4). En<br />

efecto nuestro Dios Trinitario es por naturaleza<br />

relacional, esto es, es libre comunión de<br />

Personas sin dominación o subordinación. A<br />

causa de su semejanza con Dios, los hombres<br />

progresivamente realizan una libre comunión de<br />

personas sin dominación ni subordinación,<br />

llegando así a la verdadera humildad.<br />

2. La minoridad nace en Francisco de Asís como<br />

asombro frente al amor de Dios, que, para<br />

librarnos del mal y para introducirnos en la vida<br />

divina, no dudó en entregar a su Hijo que se hizo<br />

hombre y se hizo obediente hasta la muerte de<br />

cruz (Fil 2,6-8; 2CtaF 1), haciéndose así menor<br />

y sometido a todos.<br />

3<br />

12.1. El Hijo de Dios, tomando la condición de<br />

siervo, no vino a ser servido sino a servir y a dar<br />

su vida para la salvación de todos. 2. Deseando<br />

asemejarnos a su imagen, no pretendamos ser<br />

mayores, sino consagrémonos como menores al<br />

servicio de todos, principalmente de los que<br />

padecen penuria y tribulaciones o incluso de los<br />

que nos persiguen.<br />

59.1. Jesucristo, Hijo de Dios, que recibe todo<br />

del Padre y comunica todo con el Padre en el<br />

Espíritu, fue enviado para evangelizar a los<br />

pobres. Siendo rico, por nosotros se hizo pobre y<br />

semejante a los hombres, para que nos<br />

hiciéramos ricos con su pobreza. 2. Desde el<br />

nacimiento en el pesebre hasta la muerte en la<br />

cruz amó a los pobres, y daba testimonio del<br />

amor que el Padre les profesaba para ejemplo de<br />

los discípulos.<br />

10 Las negritas son mías e indican las veces que aparecen expresamente los términos minoridad / menor(es) / minorítica.


(2) Él, conmovido íntimamente por la<br />

compasión de Dios por nosotros y persuadido de<br />

que sólo en Él está nuestra salvación, se hizo<br />

menor entre los menores e itinerante, como<br />

peregrino y forastero por el mundo (Rb., VI, 1;<br />

2R 6; Test 24) con el fin de testimoniar a todos<br />

el Crucificado Resucitado (CtaO 5-8).<br />

Comprometámonos, pues, siguiendo el ejemplo<br />

de Francisco, en contemplar asiduamente el<br />

misterio de nuestra redención, acrecentando la<br />

fe, la esperanza y la caridad, para volver a<br />

encontrar cada día las raíces auténticas de<br />

nuestra vida y de nuestro compromiso en la<br />

iglesia y en la sociedad.<br />

(3) En su camino de conversión, Francisco<br />

encontró el fundamento de la minoridad en el<br />

Dios- hombre, en el Cristo crucificado de San<br />

Damián, pasando a través del leproso. El<br />

encuentro con este hombre abandonado y<br />

excluido de la sociedad y del sistema de su<br />

tiempo, hizo sí que ‘saliese’ del siglo y cambiase<br />

su condición social y su residencia, emigrando<br />

del centro a la periferia de Rivotorto y de Santa<br />

María de los Ángeles, esto es, se hizo menor<br />

(cfr. Test: 1-3; VI CPO 9).<br />

(3) Esto nos lleva a:<br />

(a) reafirmar nuestra opción por la minoridad<br />

como característica esencial de los Hermanos<br />

Menores <strong>Capuchin</strong>os no sólo como individuos,<br />

sino también como institución;<br />

(3) (b) aceptar gozosamente y con todas sus<br />

consecuencias, la debilidad, la precariedad y la<br />

vulnerabilidad, en el servicio humilde en/de<br />

todas nuestras instituciones y estructuras;<br />

(3) (c) realizar progresivamente (es decir, a<br />

través de pequeños pasos) el desplazamiento<br />

“significativo” hacia la periferia de nuestra<br />

sociedad actual, donde queremos plantar<br />

nuestras tiendas entre los menores de hoy como<br />

lo hicieron en su tiempo Jesús, San Francisco y<br />

los primeros capuchinos.<br />

4<br />

60.1. Puesto que la pobreza evangélica es un<br />

ideal muy importante de nuestra forma de vida,<br />

deliberemos, tanto en los Capítulos generales<br />

como provinciales o locales, sobre la manera de<br />

guardarla cada día con mayor fidelidad,<br />

mediante formas acomodadas a la evolución de<br />

los tiempos y, por lo mismo, susceptibles de<br />

reforma. (?)<br />

74.1. Llamados a seguir el camino evangélico de<br />

la pobreza, acostumbrémonos a padecer escasez,<br />

a ejemplo de Cristo y teniendo presente que san<br />

Francisco quiso ser tan pobre que, despojado de<br />

todos los bienes materiales y de los lazos del<br />

corazón, se entregó total-mente en manos del<br />

Padre que cuida de nosotros.<br />

12.3. Por consiguiente, vivamos con gusto<br />

nuestra vida fraterna con los pobres, participando<br />

con verdadero amor de sus calamidades y<br />

baja condición. 4. Al tiempo que procuramos<br />

poner remedio a sus necesidades materiales y<br />

espirituales, dediquémonos con la vida, con<br />

obras y palabras, a su promoción humana y<br />

cristiana. 5. Comportándonos de esta manera<br />

manifestamos el espíritu de nuestra fraternidad<br />

dad en minoridad y nos convertimos a la vez en<br />

fermento de justicia, de unión y de paz.


4. La pobreza, la minoridad y la itinerancia,<br />

además de elementos propios de la imitación de<br />

Cristo, constituyen la libertad franciscana. Son<br />

medios que tienden hacia nuestro fin, es decir la<br />

edificación del Reino de Dios, o dicho en<br />

lenguaje franciscano, la construcción de una<br />

fraternidad donde quiera que estemos, y<br />

siempre. La pobreza, la minoridad y la<br />

itinerancia fraternalmente estructuradas, según<br />

la situación de cada lugar, ayudan a los<br />

<strong>Capuchin</strong>os a liberarse de los efectos del pecado<br />

estructural, de las fuerzas interiores<br />

incoherentes, de la manipulación de otros<br />

intereses de poder, de la incapacidad para<br />

superar fronteras, y de tradiciones anacrónicas<br />

que nos esclavizan, para construir una<br />

fraternidad que se pueda vivir en el siglo XXI.<br />

(6) Por eso Francisco realizó opciones valientes<br />

de minoridad que han redimido y reconstituido<br />

radicalmente sus relaciones:<br />

• autoridad sin poder que domina,<br />

• servicio caracterizado por la humildad,<br />

• relaciones fraternas con toda la creación,<br />

• una vida vivida en la periferia social.<br />

(6) La minoridad franciscana exige hoy<br />

opciones valerosas por un mundo más fraterno:<br />

• La opción por una economía fraterna<br />

dondequiera que vivamos y trabajemos (cf. VI<br />

CPO, especialmente 29-45).<br />

• Relaciones centradas sobre los demás.<br />

• Una cultura de paz que sepa aceptar también la<br />

vulnerabilidad.<br />

• Liderazgo y acción pastoral basados en el<br />

servicio y en la participación.<br />

• Una ética de justicia basada en el hecho de que<br />

todos somos hermanos y hermanas.<br />

• Un nuevo compromiso en el diálogo según el<br />

espíritu de Francisco (cfr. Rnb XVI, 5-6).<br />

5<br />

60.6. Son de alabar quienes, en determinadas<br />

circunstancias de la región, viviendo con los<br />

pobres y participando de sus condiciones y<br />

aspiraciones, los impulsan al desarrollo social y<br />

cultural y a la esperanza de la vida futura.<br />

59.4. Mediante nuestra pobreza por el Reino de<br />

Dios participamos de la relación filial de Cristo<br />

respecto del Padre y de su condición de hermano<br />

y siervo entre los hombres.<br />

62.1. Guardemos la pobreza que hemos<br />

prometido, recordando la intención y las<br />

palabras de san Francisco: "Los hermanos no se<br />

apropien nada, ni casa, ni lugar, ni otra cosa". 2.<br />

Por consiguiente, como peregrinos y extranjeros<br />

en este mundo, sirvamos al Señor en pobreza y<br />

humildad mientras caminamos hacia la tierra de<br />

los vivientes.<br />

67.1. Los hermanos hagan patente a los hombres<br />

con la propia vida que, por la pobreza<br />

voluntaria, se han liberado de la codicia, raíz de<br />

todos los males, y de la angustiosa preocupación<br />

por el día de mañana. (?)<br />

60.4. La pobreza exige un modo sobrio y<br />

sencillo de vida, por ejemplo en el vestido, en la<br />

comida, en la vivienda, y la renuncia a cualquier<br />

forma de poder social, político o eclesiástico.<br />

67.4. Para que no lleguemos a ser hijos indignos<br />

de san Francisco por retener cosas injustamente,<br />

entréguense los bienes no necesarios a la<br />

fraternidad o a los superiores mayores para las<br />

necesidades de la circunscripción, o a los<br />

pobres, o para el desarrollo de los pueblos...<br />

67.6. Estén dispuestas las fraternidades de una<br />

misma área y las provincias de la Orden a<br />

compartir entre sí y con otros los bienes aún<br />

necesarios, en momentos de escasez.<br />

61.1. Observemos la vida en común y<br />

compartamos gustosamente entre nosotros lo<br />

que cada uno recibe. 2. Destínense a uso de la<br />

fraternidad todos los bienes, incluso los salarios<br />

y las pensiones, las subvenciones y los seguros,<br />

que percibimos por cualquier concepto, de tal<br />

manera que cada uno reciba de la fraternidad el<br />

mismo alimento, el vestido y todo lo necesario.


<strong>VIDA</strong> <strong>FRATERNA</strong> <strong>EN</strong> <strong>MINORIDAD</strong><br />

(7) (a) Viviendo nuestra opción de vida<br />

fraterna en la minoridad como un don de<br />

Dios, ofrecemos a toda la Iglesia y al mundo el<br />

anuncio de una esencial propuesta evangélica.<br />

En la vida según nuestra identidad fraterna y<br />

minorítica reconocemos la base de todo nuestro<br />

apostolado y la primera forma de misión<br />

evangélica para un efectivo testimonio de<br />

comunión total en la diversidad de los carismas<br />

y de los ministerios, vividos en nuestras<br />

fraternidades.<br />

7. b. El Fundador quiso que entre sus frailes<br />

ninguno fuese llamado prior, sino que todos<br />

indistintamente se llamaran sencillamente<br />

hermanos menores (cfr. Rnb VI, 3-4).<br />

Es la minoridad la que califica y caracteriza<br />

nuestra fraternidad. Por eso, en la Orden ningún<br />

hermano es más grande que otro, sino que todos<br />

son iguales en dignidad porque participan de la<br />

misma vocación a la fraternidad. Por tanto<br />

“procediendo con verdad y sinceridad de<br />

corazón, tengamos una gran familiaridad mutua,<br />

y con caridad de espíritu, sirvámonos y<br />

obedezcámonos de buen grado unos a otros”<br />

(Const. 167, 1).<br />

(7) c. Por tanto el VII CPO afirma y ratifica que:<br />

• la única profesión de fraternidad evangélica<br />

nos hace a todos “hermanos menores” sin<br />

distinción alguna;<br />

• las circunscripciones, las fraternidades locales<br />

y todos los hermanos deben animarse a vivir el<br />

primado de la vida fraterna en minoridad como<br />

la primera forma de nuestro apostolado;<br />

• las circunscripciones, las fraternidades locales<br />

y todos los hermanos deben animarse a vivir el<br />

primado de la vida fraterna en minoridad como<br />

la primera forma de nuestro apostolado;<br />

• en el ejercicio de cualquier tipo de ministerio, a<br />

todos los niveles, se debe promover la<br />

participación de todos;<br />

• es necessario que en las diferentes áreas de la<br />

Orden los nombramientos y las elecciones para<br />

todos los cargos y servicios deben ser accesibles<br />

a todos los hermanos sin ningún tipo de<br />

distinción y reserva (cfr. Const. 84, 5);<br />

6<br />

145.1. Conservemos en la actividad apostólica<br />

las características propias de nuestro carisma,<br />

adaptándolas a los diversos tiempos y<br />

circunstancias. 2. El principal apostolado del<br />

hermano menor es: vivir en el mundo la vida<br />

evangélica en verdad, sencillez y alegría.<br />

84.3. A causa de la misma vocación, los<br />

hermanos son iguales. Por consiguiente, según la<br />

Regla, el Testamento y la primitiva costumbre<br />

de los capuchinos, llamémonos todos, sin<br />

distinción, hermanos .4. La precedencia,<br />

necesaria para el servicio de la fraternidad,<br />

proviene de los cargos y oficios que actualmente<br />

se desempeñan.<br />

83.6. Por eso nosotros, al profesar esta forma de<br />

vida, constituimos realmente una Orden de<br />

hermanos.<br />

84.3. A causa de la misma vocación, los<br />

hermanos son iguales. Por consiguiente, según la<br />

Regla, el Testamento y la primitiva costumbre<br />

de los capuchinos, llamémonos todos, sin<br />

distinción, hermanos.<br />

84.5. Además, en el ámbito de la Orden, de la<br />

provincia y de la fraternidad local todos los<br />

oficios y servicios deben ser accesibles a todos<br />

los hermanos, teniendo en cuenta, no obstante,<br />

aquellos actos para los que se requiere el Orden<br />

sagrado.


• cada tipo de servicio en nuestras casas debe ser<br />

oportunamente compartido por todos los<br />

hermanos en base a su vocación;<br />

• nuestra formación inicial, en todas sus etapas,<br />

debe ser igual e idéntica para todos los hermanos<br />

en formación; las mismas oportunidades deben<br />

garantizarse también para la formación especial;<br />

• todos los hermanos sean estimulados a tener en<br />

la debida consideración la unidad en la<br />

diversidad de nuestra fraternidad;<br />

• es necesario que a todos los niveles se<br />

profundice en la reflexión sobre nuestra propia<br />

identidad como Instituto que se configura en la<br />

Iglesia prescindiendo de toda connotación<br />

clerical y/o laical (cfr. Carta del 18.09.96 de<br />

Juan Pablo II al Ministro general, v. AOFMCap<br />

112(1996)565-566);<br />

• la afirmación teórica o de principio sobre la<br />

igualdad de todos los hermanos se transforme en<br />

una práctica vivida.<br />

8. La minoridad implica el reconocimiento del<br />

don del hermano y lleva al ejercicio común de la<br />

corresponsabilidad y de la participación de todos<br />

los hermanos en la animación de la fraternidad.<br />

La autoridad debe ser el dinamismo que empuje<br />

a elaborar el proyecto comunitario de la<br />

fraternidad como instrumento real de<br />

crecimiento en la vida y en la fe; el guardián<br />

será el animador y el garante de este proyecto.<br />

Además la autoridad debe proceder de modo que<br />

toda circunscripción elabore periódicamente su<br />

proyecto de vida provincial.<br />

9. Despojémonos de todo privilegio que<br />

provenga del cargo, de la formación recibida,<br />

del ministerio presbiteral o de cualquier otro<br />

7<br />

115.6. Puesto que somos una Orden de<br />

hermanos, según la voluntad de san Francisco y<br />

la genuina tradición capuchina, todos los<br />

hermanos de votos perpetuos pueden acceder a<br />

cualquier oficio o cargo, excepto los que<br />

provienen del Orden sagrado; pero, si se trata de<br />

superiores, se requiere para la validez que hayan<br />

transcurrido como mínimo tres años desde la<br />

emisión de la profesión perpetua.<br />

84.6. Ayúdense todos mutuamente, según los<br />

dones dados a cada uno, incluso en los servicios<br />

que se deben prestar diariamente en nuestras<br />

casas.<br />

30.2. Ya que en nuestra vocación la vida<br />

evangélica fraterna ocupa el primer lugar, désele<br />

también prioridad durante el tiempo del<br />

postnoviciado. Por tanto, ha de darse la misma<br />

formación religiosa a todos los hermanos<br />

durante el tiempo y en el modo que señale el<br />

ministro provincial con el consentimiento del<br />

definitorio.<br />

85.1. Procuremos que la diferencia de edad en<br />

nuestras fraternidades contribuya a la concordia<br />

de los espíritus y a la integración mutua.<br />

84.1. Dados unos a otros como hermanos por el<br />

Señor y dotados de dones diferentes,<br />

aceptémonos mutuamente de corazón. Por lo<br />

tanto, dondequiera que estemos, reunidos en el<br />

nombre de Jesús, tengamos un solo corazón y<br />

una sola alma, esforzándonos por avanzar<br />

siempre hacia una mayor perfección; y, como<br />

verdaderos discípulos de Cristo, amémonos<br />

mutuamente de corazón, llevando las cargas y<br />

los defectos los unos de los otros y<br />

ejercitándonos de continuo en el amor divino y<br />

en la caridad fraterna, procurando dar ejemplo<br />

de virtud entre nosotros y a todos y dominando<br />

las propias pasiones y las malas inclinaciones.<br />

84.4. La precedencia, necesaria para el servicio<br />

de la fraternidad, proviene de los cargos y<br />

oficios que actualmente se desempeñan.


servicio que ejerzamos para el bien común o en<br />

favor del pueblo de Dios. En la comunidad<br />

donde todos han elegido ser menores y servir<br />

mas que ser servidos, todos no solo se llamen<br />

indistintamente hermanos, sino que realmente lo<br />

sean en la participación y en las decisiones<br />

relativas a la vida de la fraternidad, en el acceso<br />

a los medios de transporte, de comunicación y<br />

otros. Además, cada uno aporte su sueldo para el<br />

mantenimiento ordinario de nuestras casas, sin<br />

dispensarse de las faenas domésticas y de los<br />

servicios fraternos de cada día. Aunque esta<br />

aportación pueda efectivamente resultar limitada<br />

y simbólica, sin embargo, es necesaria que se<br />

convierta en una prueba de verdadera<br />

hermandad y de servicio mutuo.<br />

10. Como fraternidad de hermanos menores<br />

deberemos subrayar más lo que nos une que lo<br />

que nos separa. Hagamos un esfuerzo concreto<br />

por incluir a los demás, para así impedir que el<br />

etnocentrismo arraigue en nuestras<br />

fraternidades. Nuestros compromisos deberían<br />

caracterizarse por una sincera aceptación de los<br />

demás, independientemente de sus<br />

características individuales o de su historia<br />

personal.<br />

11. El capitulo local, celebrado con frecuencia,<br />

es un lugar oportuno para expresar nuestra vida<br />

fraterna en minoridad. En el capitulo local cada<br />

uno se pone a la escucha humilde y apasionada<br />

del hermano y de todos los hermanos, en la<br />

corresponsabilidad, en el diálogo, en la<br />

obediencia caritativa y en el ejercicio minorítico<br />

de la autoridad, buscando los caminos para<br />

crecer en la comunión evangélica…<br />

8<br />

84.6. Ayúdense todos mutuamente, según los<br />

dones dados a cada uno, incluso en los servicios<br />

que se deben prestar diariamente en nuestras<br />

casas.<br />

84.1. Dados unos a otros como hermanos por el<br />

Señor y dotados de dones diferentes,<br />

aceptémonos mutuamente de corazón. Por lo<br />

tanto, dondequiera que estemos, reunidos en el<br />

nombre de Jesús, tengamos un solo corazón y<br />

una sola alma, esforzándonos por avanzar<br />

siempre hacia una mayor perfección; y, como<br />

verdaderos discípulos de Cristo, amémonos<br />

mutuamente de corazón, llevando las cargas y<br />

los defectos los unos de los otros y<br />

ejercitándonos de continuo en el amor divino y<br />

en la caridad fraterna, procurando dar ejemplo<br />

de virtud entre nosotros y a todos y dominando<br />

las propias pasiones y las malas inclinaciones.<br />

142.3. Compete al Capítulo local, bajo la<br />

dirección del guardián, vigorizar el espíritu<br />

fraterno, promover la conciencia de todos los<br />

hermanos en función del bien común, dialogar<br />

sobre todo lo relativo a la vida fraterna...<br />

84.2. Fomentemos el diálogo, entre nosotros,<br />

intercambiando confiadamente las experiencias<br />

y manifestándonos las necesidades. Además,<br />

estemos todos penetrados del espíritu de fraterna<br />

comprensión y sincero aprecio.<br />

142.2. En él se expresa bien la obediencia<br />

caritativa, como característica propia de nuestra<br />

fraternidad, mediante la cual los hermanos se<br />

sirven mutuamente, se fomenta la creatividad de<br />

todos y las cualidades personales concurren al<br />

bien común.


12. El trabajo de grupo es uno de los rostros de<br />

la minoridad. Es un ejercicio sencillo y diario<br />

de la autoridad horizontal. En él todos los<br />

menores se sienten hermanos en igualdad. Esta<br />

orientación ha de afectar a todos los niveles de<br />

la comunidad.<br />

(13) La colaboración entre las circunscripciones,<br />

en efecto, no es sólo una exigencia dictada por la<br />

disminución del personal sino que es un valor en<br />

sí misma, en cuanto que es una forma más<br />

amplia de fraternidad, y además es una<br />

expresión concreta de minoridad e itinerancia.<br />

15. En diversas circunscripciones de la Orden,<br />

los hermanos viven una cierta forma de pobreza<br />

causada por el envejecimiento de los hermanos,<br />

por la disminución de las vocaciones y por un<br />

contexto indiferente o totalmente anticlerical.<br />

Animamos a los hermanos a que acepten esta<br />

situación y la vivan con gozo como una<br />

expresión concreta de nuestra opción de vida en<br />

minoridad. Además los invitamos a elaborar<br />

nuevos proyectos adaptados a sus propias<br />

posibilidades y a la situación pastoral en la que<br />

se encuentran. Para realizar estos proyectos se<br />

podrá recurrir a la solidaridad internacional de<br />

personal.<br />

17. Para subrayar nuestra vocación de hermanos<br />

y el valor eclesial de la vida religiosa, la<br />

profesión perpetua se celebre con la dignidad<br />

adecuada: esta se manifiesta en la verdad de los<br />

gestos y en un estilo sobrio, que es propio de la<br />

liturgia y está de acuerdo con la pobreza<br />

franciscana (cfr. Rito Romano-Seráfico de la<br />

Profesión religiosa, 75). Lo mismo sea válido<br />

para la ordenación y otras celebraciones de la<br />

fraternidad”.<br />

9<br />

88.1. Los superiores promuevan constantemente<br />

la vida común. 2. Al constituir las fraternidades,<br />

tanto en casas nuestras como en viviendas<br />

alquiladas, tengan en cuenta la índole personal<br />

de los hermanos y las necesidades de la vida y<br />

del apostolado, para favorecer así el trabajo en<br />

común.<br />

92.5. Los hermanos que son enviados a otras<br />

provincias a causa de la formación o por otros<br />

motivos sean recibidos por los superiores y las<br />

fraternidades locales como miembros propios; y<br />

ellos procuren integrarse plenamente en la<br />

fraternidad, teniendo en cuenta lo prescrito en el<br />

número 113'5 de las Constituciones. 6. Si los<br />

hermanos, por razón de estudios, residen durante<br />

largo tiempo en una casa de otra provincia, los<br />

superiores mayores respectivos concuerden<br />

fraternalmente lo relativo a los gastos que ello<br />

comporte.


EL SERVICIO DE LA AUTORIDAD<br />

18. La Palabra de Dios ilumina e inspira la<br />

decisión del hermano capuchino que desea vivir<br />

en minoridad. De ella aprende que es necesario<br />

abandonar todo poder que domina (cfr Mc 9,33-<br />

37; Rnb V, 9-12) y que el servicio es la actitud<br />

correcta del que ve en Jesús al siervo (cfr Lc<br />

22,24-27). De este modo el Evangelio nos<br />

enseña a identificarnos con los excluidos (cfr Mt<br />

25, 31-46) y a saber compartir con ellos todo<br />

tipo de bienes (cfr Rm 15, 27). El buen uso del<br />

poder es el ‘sacrificio auténtico’ que caracteriza<br />

al que ha experimentado profundamente a Jesús<br />

(cfr Rm 12, 1).<br />

Las ciencias sociales modernas afirman con<br />

claridad que debido a las relaciones sociales<br />

asimétricas es imposible vivir sin ejercer el<br />

poder. Pero Jesús enseñó que sus discípulos no<br />

debían dominar unos sobre otros, como hacen<br />

los poderosos del mundo (Mt 20, 25; Mc 10,42-<br />

45; Lc 22,24-27; 1 Pd 5, 3). También Francisco<br />

escribió que los hermanos no deben ejercer<br />

poder o dominio (cfr Rnb V, 9-12).<br />

(19) El uso capuchino del poder subraya más la<br />

construcción de relaciones que la eficiencia de<br />

ejecución y, por consiguiente, incluye las<br />

siguientes características:<br />

• No es excluyente, es decir incluye a todas las<br />

personas interesadas en la decisión;<br />

• Es participativo, es decir aquellos que toman<br />

parte en él tienen derecho a expresar su opinión<br />

propia;<br />

• Es igualitario, es decir que la decisión final<br />

respeta de manera igualitaria las necesidades de<br />

todos los interesados;<br />

10<br />

156.1. Cristo no vino a ser servido sino a servir;<br />

para demostrarlo, lavó los pies de los apóstoles y<br />

les recomendó que hicieran lo mismo. 2. Por eso<br />

los ministros, siervos de los demás, no ejerzan la<br />

autoridad como señores, sino sirvan a los demás<br />

hermanos, proporcionándoles con el ejemplo y<br />

la palabra espíritu y vida.<br />

157.6. Promuevan, por el bien de toda la<br />

fraternidad, la coordinación de todas las fuerzas,<br />

especialmente las de aquellos que desempeñan<br />

en la casa cargos particulares.<br />

159.1. Los ministros animen a los hermanos a<br />

discernir y ejecutar activa y responsablemente la<br />

voluntad de Dios, con el deseo de que todos<br />

correspondan al proyecto del Padre que los ha<br />

llamado por amor .2. Guíen a los hermanos<br />

confiados a ellos como a hijos de Dios,<br />

respetando a la persona humana, de modo que<br />

ellos obedezcan voluntariamente. 3. No<br />

impongan preceptos en virtud del voto de<br />

obediencia, a no ser que se vean obligados por la<br />

caridad y la necesidad, y con gran prudencia, por<br />

escrito o en presencia de dos testigos.<br />

160.1. Ejerzan con firmeza, y a la vez con<br />

mansedumbre y caridad, la obligación que les<br />

compete por la Regla de amonestar, confortar y,<br />

cuando sea necesario, corregir a los hermanos.


• Se caracteriza por la voluntad de diálogo con<br />

vistas a alcanzar un posible consenso;<br />

11<br />

160.2. Procuren corregir en privado los defectos<br />

de cada hermano mediante el diálogo fraterno,<br />

teniendo cuenta de la persona y de las<br />

circunstancias de los casos.<br />

• No es violento. 108.1. Amándonos mutuamente con aquella<br />

caridad con que Cristo nos amó, no rehuyamos<br />

al hermano que se encuentra en peligro, antes<br />

bien ayudémoslo con solicitud, y, si llegare a<br />

caer, no seamos sus jueces sino sus protectores,<br />

velando por su buen nombre, y amémoslo más,<br />

pensando que cualquiera de nosotros caería en<br />

situación peor si Dios, por su bondad, no nos<br />

protegiera.<br />

(21) Aquellos que sean propuestos para<br />

desempeñar funciones de autoridad sean en todo<br />

y para todo ministros y siervos de los hermanos,<br />

sin dominar en las relaciones fraternas, evitando<br />

cualquier parcialidad. En el espíritu del mutuo<br />

servicio no se apropien de los cargos y<br />

manifiesten de hecho aquel sano desapego de su<br />

función que hace posible el servicio<br />

desinteresado, recordando lo afirmado por<br />

Francisco (cfr. Adm IV).<br />

Por consiguiente, pertenece al espíritu de<br />

minoridad que los ministros acepten la<br />

vulnerabilidad en las relaciones. Proponemos,<br />

además, revisar y sustituir todas las<br />

denominaciones ministeriales incompatibles con<br />

la propuesta evangélica, con nuestro ideal de<br />

minoridad y con el carácter fraterno de nuestra<br />

Orden.<br />

157.1. Los ministros, debiendo dar cuenta a Dios<br />

de los hermanos que les han sido confiados,<br />

presidan sus fraternidades con caridad,<br />

poniéndose de buen grado como ejemplo de las<br />

mismas. 2. Por lo tanto desempeñen con<br />

destreza el cargo encomendado y tengan<br />

solicitud por los hermanos y cuidado de todas<br />

las cosas, en particular de las espirituales. 3.<br />

Busquen juntamente con ellos la voluntad de<br />

Dios con oración intensa y prudente<br />

discernimiento. 4. Con espíritu evangélico<br />

dialoguen gustosos con los hermanos, sea en<br />

común o en particular, y acepten sus consejos;<br />

sin embargo, recuerden todos que compete, a los<br />

ministros, por razón del cargo, tomar la última<br />

decisión. 5. Los ministros pongan empeño en<br />

estimular a los hermanos a la guarda fiel de<br />

nuestra vida y a fomentar en todas partes el bien<br />

de la Iglesia. 6. Promuevan, por el bien de toda<br />

la fraternidad, la coordinación de todas las<br />

fuerzas, especialmente las de aquellos que<br />

desempeñan en la casa cargos particulares.<br />

109.3. Para incrementar la unión espiritual y<br />

visible de nuestra Orden, los Capítulos y los<br />

superiores actúan como miembros de cohesión y<br />

desempeñan, con espíritu de servicio, los oficios<br />

y cargos provenientes de Dios por mediación de<br />

la Iglesia.<br />

115.5. Como verdaderos menores, los hermanos<br />

no ambicionen cargos; pero si son llamados a<br />

ellos por la confianza de los hermanos, no<br />

rehúsen pertinazmente el servicio de superior o<br />

de otro cargo.


<strong>MINORIDAD</strong> Y ESTRUCTURAS<br />

26. Conscientes de que la minoridad favorece<br />

una relación más justa y coherente con la gente<br />

humilde de nuestro tiempo, todas las<br />

fraternidades se comprometan en una sincera<br />

revisión de nuestro estilo de vida apuntando<br />

hacia una efectiva sobriedad, evitando gastos<br />

inútiles, exagerado uso de coches y otros medios<br />

de la tecnología moderna, cuestionándonos si<br />

efectivamente lo que tenemos es esencial para la<br />

misión que deriva de nuestro carisma.<br />

27. La clara conciencia de la realidad y del<br />

marco social en el que vivimos nos lleva a hacer<br />

un discernimiento con respecto a la minoridad<br />

de nuestras estructuras. De ahí brotará un<br />

comportamiento responsable que afectará a<br />

nuestras estructuras. Estas estructuras deberán<br />

de ser sencillas, flexibles, de moderado<br />

volumen, lejos del dominio, del dinero, del<br />

prestigio. El hermano menor sabe vivir en la<br />

provisionalidad.<br />

(27) a. Interroguémonos concretamente sobre las<br />

estructuras de las que somos propietarios:<br />

iglesias, conventos, jardines, obras de arte.<br />

Preguntémonos si el uso que hacemos de ellas<br />

está conforme con nuestra vocación de menores<br />

e itinerantes. Cuando tales bienes sean<br />

superiores a las exigencias de la fraternidad o<br />

absorban un cuidado exagerado, estudiemos<br />

soluciones para reconvertirlos en finalidades<br />

útiles a la iglesia, a los pobres y a la sociedad.<br />

Entre estas soluciones consideramos también el<br />

alquiler temporal de su uso, la venta, la<br />

donación, según los lugares y necesidades.<br />

b. Optar por casas pequeñas con un número<br />

adecuado de hermanos, casas insertas en zonas<br />

periféricas que vivan de su trabajo, puede<br />

constituir una traducción práctica de nuestra<br />

minoridad e itinerancia.<br />

c. Téngase cuidado, sin embargo, de tutelar los<br />

bienes que, por su significado histórico, son<br />

importante memoria de la identidad de nuestra<br />

Orden.<br />

12<br />

60.5. Vivamos en consciente solidaridad con los<br />

innumerables pobres del mundo y con nuestro<br />

trabajo apostólico, incitemos particularmente al<br />

pueblo cristiano a trabajar por la justicia y la<br />

caridad para promover el progreso de los<br />

pueblos.<br />

63.2. Por tanto, no acumulemos<br />

inmoderadamente bienes, ni siquiera los<br />

necesarios para nuestro sustento.<br />

68.1. Debemos vivir en casas humildes y pobres,<br />

hospedándonos siempre en ellas como<br />

extranjeros y peregrinos.<br />

60.2. Trátese en los Capítulos, de modo especial,<br />

sobre el uso social de los bienes confiados a las<br />

fraternidades, tanto del dinero como de las casas<br />

o terrenos, que hemos de emplear gustosamente<br />

para utilidad de los hombres.<br />

62.3. Usemos los bienes temporales para las<br />

necesidades de la vida, del apostolado y de la<br />

caridad, sobre todo para con los pobres.<br />

68.2. Al elegir lugar para una nueva casa,<br />

ténganse en cuenta nuestra vida de pobreza, el<br />

bien espiritual de los hermanos y los diferentes<br />

ministerios que se ejercerán; y dispónganse las<br />

viviendas de tal modo que a nadie puedan<br />

parecer inaccesibles, sobre todo a los más<br />

humildes.<br />

97.3. Tengamos, pues, en gran aprecio cuanto el<br />

ingenio humano ha logrado de las cosas creadas,<br />

especialmente en las obras de la cultura y del<br />

arte, que nos revelan los dones de Dios.


FORMACIÓN PARA LA <strong>MINORIDAD</strong><br />

28. Los candidatos a nuestra vida desde, el<br />

momento de la animación vocacional, sean<br />

informados, orientados y animados para<br />

comprender y vivir el carácter de fraterna<br />

igualdad de nuestra familia minorítica e<br />

itinerante.<br />

29. Como San Francisco creció en el<br />

conocimiento del Señor Jesús a través del<br />

encuentro con el leproso, así la formación inicial<br />

prevea experiencias de contacto concreto con los<br />

“leprosos” de nuestro tiempo: los enfermos, los<br />

pobres y los marginados de todo tipo, según los<br />

lugares en los que estemos presentes.<br />

(29) En la medida de lo posible, es útil hacer<br />

unas temporales experiencias de trabajo como<br />

fuente de sustentamiento, para ser capaces de<br />

comprender a la gente común, junto a la que<br />

vivimos.<br />

Para que la formación inicial sea completa, es<br />

útil hacer unas experiencias misioneras, periodos<br />

de estudio y de servicio en una circunscripción<br />

distinta a la que se pertenece, especialmente en<br />

aquellas pobres. Estas experiencias ayudan al<br />

hermano en formación inicial a desarrollar la<br />

itinerancia y la conciencia global de pertenencia<br />

a la Orden.<br />

30. La minoridad y la itinerancia son elementos<br />

de la vocación franciscana que acompañan<br />

siempre nuestra vida fraterna. Por consiguiente,<br />

la formación permanente tiene que profundizar<br />

constantemente en estos valores, y favorecer,<br />

además de ocasiones de actualización cultural,<br />

también experiencias concretas de cercanía con<br />

la gente y con los pobres. Periódicamente es,<br />

pues, conveniente que cada hermano se prepare<br />

para una sana renovación de su identidad de<br />

consagrado y de su ministerio, con experiencias<br />

de servicio con los que sufren, de compartir la<br />

vida con marginados y con un compromiso en el<br />

campo pastoral distinto al habitual. Estas<br />

experiencias pueden hacerse en otras<br />

circunscripciones o en una misión.<br />

13<br />

23.4. Vivir como hermanos menores el uno para<br />

el otro es elemento primordial de la vocación<br />

franciscana. De ahí que la vida fraterna sea<br />

siempre y en todas partes exigencia fundamental<br />

en el proceso de la formación.<br />

29.4. El ritmo del noviciado debe responder a<br />

los aspectos primarios de nuestra vida religiosa,<br />

sobre todo mediante una particular experiencia<br />

de fe, de oración contemplativa, de vida fraterna,<br />

de contacto con los pobres y de trabajo.<br />

75.4. Como fieles seguidores suyos, según la<br />

primitiva tradición de los capuchinos,<br />

equiparados como verdaderos menores a la<br />

condición de muchos trabajadores,<br />

consagrémonos diariamente con corazón alegre<br />

al trabajo para gloria de Dios, evitemos el ocio y<br />

sirvamos a los hermanos y demás hombres con<br />

espíritu de solidaridad.<br />

63.3. Adquiramos, sobre todo con nuestro<br />

propio trabajo, los medios y recursos necesarios<br />

para la vida y el apostolado.<br />

41.1. La formación permanente es el proceso de<br />

renovación personal y comunitaria y de<br />

adaptación coherente de las estructuras, gracias<br />

al cual nos encontramos capacitados para vivir<br />

siempre nuestra vocación según el Evangelio en<br />

las condiciones de la vida real de cada día. 2.<br />

Aunque la formación permanente afecta de<br />

manera unitaria a toda la persona, tiene, no<br />

obstante, dos aspectos: la conversión espiritual,<br />

mediante el continuo retorno a las fuentes de la<br />

vida cristiana y al primitivo espíritu de la Orden<br />

y su acomodación a los tiempos, y la renovación<br />

cultural y profesional mediante una adaptación<br />

técnica, por así decirlo, a las condiciones de los<br />

tiempos. Todo esto ayuda a una mayor fidelidad<br />

a nuestra vocación.<br />

154.2. Recuerden también que no pueden<br />

cumplir su misión si no se renuevan de continuo<br />

en la fidelidad a la propia vocación.


(30) La formación permanente cuidará también<br />

la calidad franciscana de nuestra oración.<br />

Rezamos como verdaderos hermanos menores<br />

cuando estamos dispuestos a compartir la<br />

oración con la gente, cuando sabemos adaptarla<br />

a las circunstancias, bien a través de las formas<br />

culturales o bien presentando a Dios los gozos y<br />

las esperanzas, los sufrimientos y las<br />

preocupaciones de nuestros contemporáneos<br />

(cfr. GS 1).<br />

31. Ya que el camino de la minoridad no es un<br />

camino natural que se elige espontáneamente,<br />

las fraternidades y los hermanos necesitan una<br />

formación permanente para adquirir y mantener<br />

un espíritu de servicio y de minoridad, que se<br />

nutre de la oración y de la contemplación. Es<br />

esencial desarrollar una mirada contemplativa,<br />

especialmente a través del ejercicio comunitario<br />

de la oración silenciosa.<br />

(31) El camino de los primeros capuchinos hacia<br />

la periferia fue también el camino hacia la<br />

contemplación y el silencio abierto al mundo. El<br />

hermano menor es el que contempla sobre todo<br />

a un Dios que se hace menor en el pesebre, en la<br />

cruz y en la Eucaristía; y que jamás pierde de<br />

vista a las hermanas y hermanos – sobre todo a<br />

los más pobres – y a toda la creación.<br />

14<br />

46.1. Nuestra oración sea la expresión<br />

característica de nuestra vocación de hermanos<br />

menores. 2. Oramos verdaderamente como<br />

hermanos cuando nos reunimos en el nombre de<br />

Cristo, amándonos mutuamente, de tal manera<br />

que el Señor esté de verdad en medio de<br />

nosotros. 3. Y oramos verdaderamente siempre<br />

como menores, cuando vivimos con Cristo<br />

pobre y humilde, presentando al Padre el clamor<br />

de los pobres y compartiendo en realidad su<br />

condición de vida. 4. Según nos enseñaron los<br />

profetas, los salmistas y el propio Cristo, no nos<br />

evada nuestra oración de la realidad, sino que, a<br />

ejemplo de san Francisco que encontró al Señor<br />

en el leproso, se encarne siempre más en las<br />

situaciones de la vida, en los acontecimientos de<br />

la historia, en la religiosidad popular y en la<br />

cultura particular de las regiones. 5. Así la<br />

oración y la acción, inspiradas por el mismo y<br />

único Espíritu del Señor, lejos de oponerse se<br />

completan mutuamente.<br />

44.1. Cada hermano procure con interés caminar<br />

dignamente según la vocación franciscanocapuchina,<br />

a la que Dios le llamó .2. Por lo<br />

tanto, esforcémonos todos en conservar y<br />

consolidar, para los demás, el don de la vocación<br />

religiosa y de la perseverancia, con fiel<br />

cooperación, prudente vigilancia y oración<br />

constante .3. Guardémonos también, hermanos,<br />

de caer en la apostasía del corazón, que tiene<br />

lugar cuando alguno, por tibieza, bajo apariencia<br />

religiosa lleva un corazón mundano y se aparta<br />

del espíritu y del amor de su propia vocación y<br />

cede al espíritu de soberbia y de sensualidad de<br />

este mundo; por el contrario, recordando las<br />

palabras del apóstol "no queráis conformaros a<br />

este mundo", huyamos de cuanto sepa a pecado<br />

y debilite la vida religiosa.<br />

52.1. Conservemos y fomentemos aquel espíritu<br />

de contemplación que irradia la vida de san<br />

Francisco y de nuestros mayores. Por ello,<br />

dediquémosle espacio de tiempo más amplio<br />

fomentando la oración mental .2. La auténtica<br />

oración mental nos conduce al espíritu de la<br />

verdadera adoración, nos une íntimamente con<br />

Cristo y da continuidad a la eficacia de la<br />

sagrada Liturgia en la vida espiritual .3. Para que<br />

el espíritu de oración no se entibie nunca en<br />

nosotros, sino que se encienda cada vez más,<br />

debemos ejercitarnos en ella todos los días de<br />

nuestra vida.


(31) Por tanto, deseamos promover una<br />

contemplación franciscano-capuchina:<br />

• que, siguiendo la tradición de Francisco,<br />

contemple la minoridad de Dios como<br />

paradigma pedagógico en la evangelización;<br />

• que surja de la realidad y nos lleve a la acción<br />

(amor compasivo y compasión internacional);<br />

• que en vez de hablar, sea el lugar donde<br />

escuchar a Dios en el Evangelio y en los pobres.<br />

(31) Por eso actuemos de modo que:<br />

• la animación de la formación permanente<br />

ayude humildemente a reconocer la necesidad de<br />

aprender de nuevo el camino de la<br />

contemplación;<br />

• cada Conferencia de la Orden cree un espacio<br />

para el conocimiento, la práctica y el amor por la<br />

contemplación franciscana;<br />

• en el capítulo local se hable sobre el uso del tiempo<br />

y de las actividades que puedan eliminarse para tener<br />

el tiempo necesario para la oración contemplativa;<br />

15<br />

4.2. Conviene imitarlos sobre todo en el retorno<br />

a la primigenia inspiración, es decir, a la vida y<br />

Regla de nuestro Padre Francisco, mediante la<br />

conversión interior, de tal manera que nuestra<br />

Orden esté en continua renovación. 3. Siguiendo<br />

sus huellas, esforcémonos en dar prioridad a la<br />

vida de oración, principalmente la<br />

contemplativa; en practicar una pobreza radical,<br />

tanto personal como comunitaria, junto con el<br />

espíritu de minoridad; en ofrecer ejemplo de<br />

vida austera y penitencia alegre por amor a la<br />

cruz del Señor, procurando igualmente<br />

encontrar, a la luz de los signos de los tiempos,<br />

formas nuevas de encarnar nuestra vida, las<br />

cuales deberán ser aprobadas por los legítimos<br />

superiores.<br />

13.1. Para realizar con fruto nuestra vocación<br />

evangélica en la Iglesia y en el mundo,<br />

abracemos fielmente la vida apostólica, que<br />

incluye contemplación y acción, a imitación de<br />

Jesús, cuya vida transcurrió siempre entre la<br />

oración y la actividad salvadora. 2. Los<br />

apóstoles, enviados por el Señor a todo el<br />

mundo, viviendo al estilo de su Maestro<br />

continuaban entregados a la oración y al<br />

ministerio de la palabra. 3. San Francisco,<br />

aunque prefería los lugares solitarios, eligió, a<br />

ejemplo del Señor y de los apóstoles, un género<br />

de vida que unía íntimamente la oración y la<br />

proclamación de mensaje de salvación. 4.<br />

Dediquémonos, por lo tanto, a la alabanza de<br />

Dios y a la meditación de su palabra, para<br />

inflamarnos más cada día en el deseo de que los<br />

hombres lleguen gozosos mediante nuestra<br />

actividad, al amor de Dios. 5. De esta manera,<br />

toda nuestra vida de oración se verá impregnada<br />

del espíritu apostólico, y toda nuestra vida<br />

apostólica del espíritu de oración.<br />

53.2. Es de suma importancia llegar al pleno<br />

convencimiento de la necesidad vital de orar<br />

personalmente. Cada hermano, dondequiera que<br />

esté, tómese todos los días un tiempo suficiente,<br />

por ejemplo una hora entera, para la oración<br />

mental.


• según nuestra tradición, se prefiera la<br />

meditación sobre los misterios de la encarnación<br />

y de la cruz.<br />

• las experiencias eremíticas no han de reforzar<br />

en nosotros un estilo de vida monástica, sino que<br />

sean sobre todo un caminar hacia la mirada<br />

contemplativa en medio del mundo.<br />

<strong>NUESTRA</strong> <strong>MINORIDAD</strong> <strong>EN</strong> LA IGLESIA<br />

(35) El ejemplo de Cristo, que se humilla hasta<br />

bajar, durante la Eucaristía, a nuestras manos<br />

(Adm 1, 16-19; CtaO 26-29) debería conducir a<br />

los ministros a humillarse a sí mismos para servir<br />

a los demás (RnB IX, 1; CtaO 28). Esta actitud a<br />

imitación de Cristo invita a los hermanos<br />

sacerdotes de nuestra Orden a ser humildes y<br />

menores en su servicio sobre el altar de la vida<br />

fraterna.<br />

(36) El franciscano sacerdote vive el propio<br />

ministerio, honrando la primacía de la<br />

pertenencia a la fraternidad (cfr. CtaO 30-31). Y<br />

como especial ministro de la misericordia de<br />

Dios, inspirándose en el modelo propuesto por<br />

Francisco en la Carta a un ministro (CtaM 8-20),<br />

se vuelve disponible para las necesidades de la<br />

Iglesia, con preferencia hacia los servicios más<br />

difíciles y sin honores, y sabe hacerse prójimo<br />

particularmente con los que sufren, con los<br />

marginados y los alejados.<br />

16<br />

2.2. Inflamados en el amor de Cristo,<br />

contemplémoslo en el anonadamiento de la<br />

encarnación y de la cruz para asemejarnos más a<br />

El y, al celebrar con gozo unánime la Eucaristía,<br />

participemos del misterio pascual, gustando de<br />

antemano la gloria de su resurrección hasta que<br />

El venga.<br />

98.1. San Francisco conoció por divina<br />

inspiración que había sido enviado para reformar<br />

a los hombres con una vida nueva. 2. Por esto, al<br />

inaugurar una nueva forma de vida evangélica,<br />

aunque él ya no perteneciera al mundo,<br />

permaneció no obstante en él y quiso que<br />

también su Fraternidad viviera y actuara entre<br />

los hombres para testimoniar con obras y<br />

palabras el gozoso mensaje de la conversión<br />

evangélica. 3. Por lo tanto, también nosotros,<br />

partícipes de su misión, vivamos en medio del<br />

mundo como levadura evangélica, de modo que<br />

los hombres, al ver nuestra vida fraterna<br />

informada por el espíritu de las<br />

bienaventuranzas, reconozcan que ha<br />

comenzado ya entre ellos el Reino de Dios. 4.<br />

De este modo estaremos presentes en el mundo<br />

para servir al Dios vivo y, en caridad, humildad<br />

y franciscana alegría, promoveremos la paz y el<br />

bien en beneficio del mundo y de la Iglesia.<br />

145.5. Dediquémonos gustosamente a cualquier<br />

ministerio y actividad apostólica con tal de que<br />

estén conformes con nuestra forma de vida y<br />

respondan a las necesidades de la Iglesia; y,<br />

siendo conscientes de la minoridad, asumamos<br />

generosamente aquellos ministerios que se<br />

consideran especialmente difíciles.<br />

9.3. Dondequiera que nos encontremos<br />

contribuyamos con nuestra presencia fraterna y<br />

profética al bien de la Iglesia particular colaborando<br />

en su crecimiento y desarrollo.


(36) El menor sacerdote cuida que la liturgia<br />

refleje tanto la sencillez de la vida franciscana<br />

como la grandeza de los misterios celebrados,<br />

mediante su proprio comportamiento y a través<br />

de los signos y de los objetos que componen el<br />

rito (cfr CtaCle 1-15). Y por último debe<br />

mostrarse libre frente al dinero, capaz de la<br />

gratuidad evangélica (cfr. Mt 10,8-10).<br />

38. Francisco, como hermano menor, siempre<br />

trató de vivir la obediencia al Evangelio como<br />

obediencia a la Iglesia, comunidad de los<br />

bautizados… Reconocemos como expresión<br />

esencial de nuestra minoridad, la obediencia<br />

cordial y corresponsable a la Iglesia y a sus<br />

ministros. Nosotros expresamos de hecho nuestra<br />

pertenencia eclesial cuando nos volvemos<br />

disponibles evangélicamente para el servicio de<br />

todo el pueblo de Dios.<br />

(38) De tal modo mantengámonos sinceramente<br />

disponibles para servir a la Iglesia local y<br />

universal, actuando de acuerdo con los pastores<br />

(Test. 4-5) Demos preferencia a aquellos<br />

compromisos que están más en consonancia con<br />

nuestra vocación de menores y asumamos los<br />

encargos pastorales de frontera, los ministerios<br />

menos apetecidos en la Iglesia y en las periferias<br />

donde mejor podemos manifestar la compasión y<br />

la proximidad: bien sean parroquias periféricas,<br />

capellanías de hospitales, asistencia a los<br />

enfermos y al mundo de los marginados entre las<br />

viejas y las nuevas pobrezas.<br />

Actuemos de modo que las remuneraciones no<br />

sean el único criterio para la elección de nuestros<br />

ministerios y que estos sean expresión de toda la<br />

fraternidad.<br />

17<br />

14.5. Así, en fraternidad de peregrinos,<br />

penitentes de corazón y de obras, sirviendo a<br />

todos los hombres con espíritu de minoridad y<br />

alegría, nos consagramos a la misión salvadora<br />

de la Iglesia.<br />

9.1. Siguiendo el ejemplo de san Francisco,<br />

varón católico y enteramente apostólico,<br />

obedezcamos fielmente al Espíritu de Cristo<br />

que vive en la Iglesia. 2. Obedezcamos y<br />

reverenciemos al Sumo Pontífice, a quien los<br />

religiosos están sometidos como a superior<br />

supremo, incluso en virtud del votó de<br />

obediencia, y al Colegio Episcopal, que<br />

juntamente con el Papa es signo visible de la<br />

unidad y apostolicidad de la Iglesia. 3.<br />

Dondequiera que nos encontremos<br />

contribuyamos con nuestra presencia fraterna y<br />

profética al bien de la Iglesia particular<br />

colaborando en su crecimiento y desarrollo. 4.<br />

Prestemos nuestro servicio apostólico al pueblo<br />

de Dios y a todos los hombres bajo la dirección<br />

del obispo diocesano, conforme a nuestro<br />

propio carisma.<br />

151.3. Para que al asumir este ministerio se<br />

mantenga la fidelidad a nuestra vocación,<br />

optemos de ordinario por las parroquias en que<br />

podamos dar más fácilmente testimonio de<br />

minoridad y llevar una forma de vida y de<br />

trabajo en fraternidad. Así, de hecho, el pueblo<br />

de Dios puede compartir oportunamente nuestro<br />

carisma.<br />

147.2. Promuevan las tradicionales obras<br />

apostólicas, como son las misiones populares,<br />

los ejercicios espirituales, la confesión<br />

sacramental de los fieles, la atención espiritual<br />

de las religiosas, sobre todo franciscanas, de los<br />

enfermos y encarcelados, y las obras de<br />

educación y promoción social.


39. La Orden en sus documentos nos ha invitado<br />

a ser ‘prudentes’ a la hora de aceptar parroquias<br />

(Cf. Const. 151,2). Sin embargo, constatamos<br />

que esto, por muchas razones, aún no se está<br />

realizando y condiciona nuestra vida fraterna e<br />

itinerante. Proponemos que se revise este modo<br />

de proceder y se asuma el servicio de la acción<br />

evangelizadora y pastoral como colaboración con<br />

la iglesia diocesana, evitando siempre el sentido<br />

de poder y de apropiación. Para este fin sería<br />

bueno asumir, sólo por un tiempo limitado,<br />

responsabilidades, como parroquias, servicios<br />

diocesanos y otros compromisos que inducen a<br />

la estabilidad, teniendo en cuenta las<br />

circunstancias.<br />

40. Donde quiera que vayamos a anunciar el<br />

evangelio, a implantar la orden y a ayudar a<br />

formar la Iglesia nos proponemos:<br />

• evitar todo signo de poder y de status social en<br />

nuestro modo de vivir, evangelizar y ayudar;<br />

• evitar toda forma de desigualdad entre los<br />

hermanos nativos y los de otras naciones que<br />

pueden contar con ayuda económica de sus<br />

respectivos países;<br />

• trabajar preferentemente con los métodos y<br />

medios del lugar;<br />

• promover los distintos proyectos en nombre de<br />

la comunidad capuchina y no a título personal;<br />

• utilizar los criterios de la economía fraterna ya<br />

indicados en el VI CPO para las donaciones<br />

recibidas para las misiones.<br />

(40) Al elegir nuevas presencias favorézcanse las<br />

de las Iglesias locales donde no se espere de<br />

nosotros una gran estructura pastoral o social<br />

sino más bien el testimonio franciscano.<br />

Procuremos también ir al encuentro de las<br />

solicitudes de las Iglesias locales donde aún no<br />

existe una presencia franciscana. En esto nos<br />

puede ayudar mucho la colaboración de los<br />

hermanos y de las hermanas de la familia<br />

franciscana.<br />

18<br />

151.1. Conforme a la índole y tradición de<br />

nuestra Orden, los hermanos estén dispuestos a<br />

ayudar pastoralmente en las parroquias al clero<br />

de la Iglesia particular. 2. Los superiores<br />

mayores, considerando las necesidades urgentes<br />

de los fieles, acepten prudentemente, con el<br />

consentimiento del Consejo, incluso el<br />

ministerio parroquial con espíritu de servicio a<br />

la Iglesia particular.


LA <strong>MINORIDAD</strong> Y EL MUNDO<br />

43. Un rasgo específico de la minoridad de<br />

Francisco está en la capacidad del santo de Asís<br />

de saber ver por encima de las heridas, los<br />

límites y los pecados de los hombres, viendo en<br />

todos la presencia de Dios. El usar misericordia<br />

en las relaciones con los leprosos es reconocer el<br />

misterio de Dios presente en el que sufre; el<br />

ofrecimiento continuo de perdón a los pecadores<br />

es afirmación de que el hermano es más grande<br />

que su propio pecado. También nosotros, con un<br />

coherente testimonio evangélico, no nos<br />

debemos dejar condicionar por el mal y el dolor,<br />

sino llevemos en todo esperanza, favoreciendo<br />

la reconciliación y la curación hacia los que<br />

sufren en el cuerpo o en el espíritu.<br />

44. La actual situación de conflicto internacional<br />

y la condición humana marcada por el pecado,<br />

personal y social, revelan la necesidad radical de<br />

conversión, de reconciliación y de paz que sólo<br />

pueden venir de lo alto. “Él es nuestra paz, aquel<br />

que ha hecho de los dos un único pueblo” (Ef 2,<br />

14). Es parte integrante de nuestra misión de<br />

menores favorecer activamente la reconciliación<br />

con iniciativas adecuadas y concretas y<br />

promover la cultura. En este contexto es<br />

ciertamente expresión de minoridad la<br />

disponibilidad para celebrar el sacramento de la<br />

reconciliación.<br />

45. Nosotros hermanos capuchinos creemos en<br />

la belleza de la minoridad. Como Francisco,<br />

pensamos que, a pesar de las dificultades<br />

presentes en una vida de minoridad y de<br />

itinerancia, tenemos siempre motivos para<br />

manifestar la alegría en el mundo en el que<br />

vivimos. La experiencia del Evangelio y la vida<br />

en comunidad son razones para vivir con alegría<br />

nuestra minoridad. Partiendo de estos motivos<br />

busquemos llevar la alegría a la vida, a veces<br />

muy dura, de los pobres (cfr Const. 100).<br />

Además, muchos perciben nuestra alegría, lo<br />

que representa un estímulo para su vida y puede<br />

servir de medio para atraer y abrazar nuestra<br />

vocación. Ser menores y vivir en la alegría no<br />

sólo es posible, sino que constituye una realidad<br />

siempre presente en nuestro estilo de vida.<br />

19<br />

150.1. A ejemplo de san Francisco y según la<br />

constante tradición de la Orden, los hermanos<br />

tomen gustosos a su cargo la asistencia<br />

espiritual, y aun corporal, de los achacosos y<br />

enfermos.<br />

149.2. Los hermanos sacerdotes anuncien, con el<br />

espíritu de Cristo pastor, el perdón de los<br />

pecados mediante el sacramento de la<br />

reconciliación y se ofrezcan de buen grado a oír<br />

las confesiones de los fieles, tanto más cuanto<br />

que se trata de un ministerio muy propio de los<br />

menores y practicado a menudo en favor de los<br />

hombres espiritualmente más pobres.<br />

100.1. Confiando por encima de todo en la<br />

providencia del Padre, vayamos por el mundo<br />

con tal esperanza y franciscana alegría que se<br />

fortifique así la confianza de nuestros contemporáneos.<br />

2. Liberados de las vanas<br />

preocupaciones de este mundo y como


46. Conducido por Jesús, Francisco llegó a<br />

abrazar al hermano en una relación que<br />

transformó lo que era amargo en “dulzura del<br />

alma y del cuerpo” (Test 1-3). Francisco se<br />

comprometió por un nuevo mundo de relaciones<br />

redimidas; por eso nuestra vocación específica<br />

es:<br />

• mirar sobre todo a la reconciliación (cfr. V<br />

CPO 86);<br />

• tratar de conseguir la comprensión mutua<br />

favoreciendo el entendimiento entre las partes en<br />

conflicto;<br />

• permitir a cada parte expresar la propia<br />

experiencia en el ámbito de un conflicto;<br />

• tener presente, en el conflicto, las necesidades<br />

legítimas de todas las partes;<br />

• vivir entre nosotros un modelo de solidaridad<br />

que garantice la seguridad a cada hermano y que<br />

puede también ofrecer al mundo un ejemplo de<br />

solidaridad;<br />

• superar las divisiones étnicas, lingüísticas y<br />

nacionales;<br />

• ser una voz con aquellos que no tienen voz;<br />

• estar atentos a las repercusiones que soluciones<br />

20<br />

colaboradores de la divina providencia,<br />

sintámonos obligados a remediar con nuestra<br />

actuación las necesidades de los pobres y, sobre<br />

todo en tiempo de calamidad pública,<br />

ofrezcamos a todos los necesitados los servicios<br />

y los bienes de la fraternidad. 3. En efecto, a<br />

ejemplo de san Francisco, que tuvo una gran<br />

compasión con los pobres y también de los<br />

iniciadores de la fraternidad capuchina, que<br />

asistieron a los apostados, debemos vivir cerca<br />

de los hermanos necesitados, sobre todo<br />

enfermos, dispuestos de buen grado a prestarles<br />

un servicio fraterno. 4. Conscientes, por otra<br />

parte, de que la providencia divina se manifiesta<br />

a los hombres no sólo en los acontecimientos y<br />

sucesos, sino también a través de las corrientes<br />

de pensamiento y de las ideologías, consideradas<br />

como signos de los tiempos, debemos mirarlas<br />

con apertura de espíritu y confianza, de modo<br />

que cooperemos así a la presencia de Dios que<br />

actúa en la historia del mundo y en la evolución<br />

de la sociedad. 5. De este modo, siendo sinceros<br />

en el amor, seremos testigos de la esperanza en<br />

el Señor Dios y colaboradores de los hombres de<br />

buena voluntad, a quienes estimularemos a<br />

reconocer a Dios, Padre omnipotente y sumo<br />

bien.


propuestas tengan sobre nuestra hermana,<br />

Madre-Tierra;<br />

• saber denunciar las políticas y las prácticas<br />

injustas.<br />

47. Cuando nos dirigimos hacia aquellos que no<br />

comparten nuestra fe estamos llamados en<br />

primer lugar a ser testigos de Cristo con nuestra<br />

vida y en segundo lugar a dialogar con los<br />

demás, siguiendo la recomendación de San<br />

Francisco, (cf. Rnb XVI 4-7), a no hacer<br />

proselitismo ni despreciar o mal interpretar las<br />

creencias de otros.<br />

En consecuencia deseamos:<br />

• vivir entre los pobres sin distinción de<br />

religión;<br />

• dialogar con las culturas, religiones y<br />

confesiones;<br />

• inculturar el Evangelio.<br />

•<br />

48. En un mundo de competitividad y de lucha,<br />

donde los sistemas financieros, militares y<br />

tecnológicos que se autoalimentan, marginan<br />

cada vez más a los pobres, nosotros como<br />

menores e itinerantes, empeñémonos en cumplir<br />

una misión profética expresando nuestra<br />

solidaridad con los pobres y marginados,<br />

situándonos a su lado para transformar el mundo<br />

según el espíritu evangélico de fraternidad.<br />

(48) Nuestra predicación del Reino está<br />

constituida no sólo por la proclamación oral de<br />

la Palabra, sino también por el compromiso con<br />

la sociedad para su transformación. “Lo que<br />

hayáis hecho a estos mis hermanos menores me<br />

lo hicisteis a mí” (Mt 25,40). Como hermanos<br />

menores, siendo pobres y habiendo escogido a<br />

los pobres, debemos comprometernos más<br />

activamente en el desarrollo social y espiritual<br />

de los pobres y de los marginados. Atentos a su<br />

situación existencial en las distintas partes del<br />

mundo contribuiremos a un cambio positivo y a<br />

un mejoramiento tangible en su vida, con todos<br />

los medios franciscanos a nuestra disposición.<br />

Así será ignificativa nuestra solidaridad con los<br />

menores de la sociedad, cuya miseria degrada su<br />

humanidad hasta el punto de comprometer el<br />

sentido moral.<br />

Los efectos de este compromiso nuestro<br />

deberían ser periódicamente valorados de<br />

manera crítica y juzgados de manera objetiva.<br />

21<br />

147.4. Presten también especial dedicación al<br />

diálogo ecuménico de caridad, verdad y oración<br />

con los hermanos cristianos no católicos, para<br />

compartir la preocupación de la Iglesia por<br />

restaurar la unidad.<br />

4.4. Cultivando entre nosotros la espontaneidad<br />

fraterna, vivamos gozosos entre los pobres,<br />

débiles y enfermos, al tiempo que compartimos<br />

su misma vida, y mantengamos nuestra peculiar<br />

cercanía al pueblo.<br />

60.5. Vivamos en consciente solidaridad con los<br />

innumerables pobres del mundo y con nuestro<br />

trabajo apostólico, incitemos particularmente al<br />

pueblo cristiano a trabajar por la justicia y la<br />

caridad para promover el progreso de los<br />

pueblos. 6. Son de alabar quienes, en<br />

determinadas circunstancias de la región,<br />

viviendo con los pobres y participando de sus<br />

condiciones y aspiraciones, los impulsan al<br />

desarrollo social y cultural y a la esperanza de la<br />

vida futura.


49. Consideramos que es difícil comprender el<br />

mundo de hoy, sumido en pobrezas, desde una<br />

posición privilegiada como la nuestra. Por eso,<br />

creemos que caminar en la dirección de las<br />

pobrezas sea una orientación que puede generar<br />

una vida nueva en la Orden. Ello requiere dos<br />

cosas: un cambio de lugar físico que<br />

comportaría, como sucedió a los primeros<br />

hermanos capuchinos, situar nuestras casas en la<br />

periferia de la sociedad con estilo sencillo y<br />

pobre, y comportaría también un cambio<br />

sociológico, que requiere vivir allí no sólo para<br />

acoger a los pobres, sino también deseando ser<br />

acogidos por ellos. Este “bautismo de los<br />

pobres”, que Francisco recibió cuando abrazó al<br />

leproso, lleva a estar entre los pobres como<br />

compañeros de camino, siendo activamente<br />

partícipes de su liberación.<br />

Para este fin sería de desear que las<br />

Circunscripciones de la Orden tengan al menos<br />

una casa de inserción en lugares de pobreza y<br />

que una parte de los hermanos pueda participar<br />

directamente en instancias de solidaridad con los<br />

pueblos empobrecidos.<br />

51. Muchas jurisdicciones tienen destacados<br />

programas de desarrollo y de transformación<br />

social y de ayuda directa a los pobres. Estas<br />

actividades son dignas de elogio y están en<br />

armonía con el carisma capuchino. Con<br />

frecuencia a causa de las enormes cantidades de<br />

dinero que se manejan, se convierten también en<br />

ocasiones de poder que, como cualquier otro uso<br />

de poder, debe someterse a juicio crítico por<br />

parte de la Orden. Las normas siguientes tienden<br />

a asegurar que el uso del poder en estas<br />

situaciones corresponda al modo de proceder<br />

conforme con nuestra vocación.<br />

• Nuestras obras de desarrollo y de<br />

transformación social deberían constituir<br />

también en la sociedad una realidad de<br />

economía fraterna en la sociedad. Por eso es<br />

muy importante que las ayudas directas a los<br />

pobres tengan la finalidad de hacer que se<br />

encuentren las personas necesitadas con las<br />

personas que tienen recursos.<br />

22<br />

59.8. Anunciaremos verdaderamente a los<br />

pobres que Dios mismo está con ellos en la<br />

medida en que participemos de su condición.<br />

12.3. Por consiguiente, vivamos con gusto<br />

nuestra vida fraterna con los pobres,<br />

participando con verdadero amor de sus<br />

calamidades y baja condición. 4. Al tiempo que<br />

procuramos poner remedio a sus necesidades<br />

materiales y espirituales, dediquémonos con la<br />

vida, con obras y palabras, a su promoción<br />

humana y cristiana. 5. Comportándonos de esta<br />

manera manifestamos el espíritu de nuestra<br />

fraternidad dad en minoridad y nos convertimos<br />

a la vez en fermento de justicia, de unión y de<br />

paz.<br />

59.8. Anunciaremos verdaderamente a los<br />

pobres que Dios mismo está con ellos en la<br />

medida en que participemos de su condición.<br />

60.5. Vivamos en consciente solidaridad con los<br />

innumerables pobres del mundo y con nuestro<br />

trabajo apostólico, incitemos particularmente al<br />

pueblo cristiano a trabajar por la justicia y la<br />

caridad para promover el progreso de los<br />

pueblos.<br />

154.1. Los hermanos, dedicados por cualquier<br />

motivo al apostolado, unifiquen su vida y su<br />

acción en el ejercicio del amor a Dios y a los<br />

hombres, que es el alma de todo apostolado. 2.<br />

Recuerden también que no pueden cumplir su<br />

misión si no se renuevan de continuo en la<br />

fidelidad a la propia vocación. 3. Por tanto,<br />

ejerzan el apostolado en pobreza y humildad, sin<br />

apropiarse el ministerio, de modo que quede<br />

patente a todos que solamente buscan a<br />

Jesucristo; mantengan aquella unión de la<br />

fraternidad que Cristo quiso tan perfecta que el<br />

mundo reconozca que el Hijo ha sido enviado<br />

por el Padre.


• El uso del dinero en la realización de los<br />

proyectos debería ser transparente.<br />

• Ya que estas obras suponen con frecuencia el<br />

ejercicio de un gran poder, ningún hermano<br />

debería permanecer demasiado tiempo en un<br />

puesto de dirección o de control. Actuando de<br />

otra manera se corre el riesgo de abusar del<br />

poder y de desarrollar hábitos no conformes con<br />

nuestra vida de minoridad. La norma de<br />

duración de un hermano en esta posición puede<br />

ser semejante a la de un ministro provincial, no<br />

más de seis años consecutivos.<br />

• La asistencia no debería ir de individuo a<br />

individuo, sino ejercitarla siempre mediante la<br />

fraternidad.<br />

• Ha de darse preferencia a aquellos<br />

compromisos en los cuales los mismos<br />

hermanos sirven directamente a los pobres.<br />

• En estos ministerios los hermanos claramente<br />

promuevan el Evangelio y los valores<br />

franciscanos.<br />

• Cuando los programas de desarrollo social y de<br />

ayuda directa patrocinados por la Orden puedan<br />

ser mejor llevados por otros grupos, sería<br />

necesario cedérselos a ellos.<br />

53. Para combatir el consumismo que alimenta<br />

el sistema vigente y compromete nuestro<br />

testimonio de minoridad e itinerancia,<br />

busquemos:<br />

• usar con criterio y, preferentemente, evitar<br />

objetos de consumo que sean signos de poder,<br />

de ostentación y de auto-exaltación;<br />

• trabajar junto con asociaciones de consulta<br />

para el consumo consciente y éticamente<br />

responsable;<br />

• colaborar con organismos que defiendan la<br />

vida, la naturaleza, la biodiversidad y ayudan a<br />

un uso racional y ecológicamente sostenible de<br />

los recursos naturales.<br />

23<br />

154.3. Por tanto, ejerzan el apostolado en<br />

pobreza y humildad, sin apropiarse el ministerio,<br />

de modo que quede patente a todos que<br />

solamente buscan a Jesucristo; mantengan<br />

aquella unión de la fraternidad que Cristo quiso<br />

tan perfecta que el mundo reconozca que el Hijo<br />

ha sido enviado por el Padre.<br />

59.7. Usemos, con agradecimiento los bienes<br />

temporales, compartiéndolos con los necesitados<br />

y dando, al mismo tiempo, testimonio del recto<br />

uso de las cosas a los hombres que las ansían<br />

con avidez.<br />

97.1. San Francisco, gozándose sobre manera<br />

del mundo creado y redimido, se sentía unido<br />

fraternalmente no sólo con los hombres sino<br />

también con todas las criaturas, como él mismo<br />

proclamó maravillosamente en el cántico del<br />

hermano Sol. 2. Iluminados por esta<br />

contemplación, admiremos y defendamos las<br />

obras de la creación, cuyo principio y fin es<br />

Cristo, que las investigaciones científicas hacen<br />

aún más admirables y que nos llevan a adorar al<br />

Padre en su sabiduría y poder.<br />

99.1. Según el espíritu de san Francisco,<br />

anunciemos la paz y la salvación no sólo de<br />

palabra, sino difundámoslas también con obras<br />

animadas por la caridad fraterna.


3. Algunas observaciones<br />

24<br />

99.2. Movidos por este espíritu, esforcémonos<br />

por llevar, con estilo evangélico, a una pacífica y<br />

estable convivencia a los que están divididos por<br />

el odio, la envidia, los contrastes ideológicos de<br />

clases, de razas y de nacionalidades.<br />

99.3. Por eso unamos las fuerzas latentes en<br />

nuestra fraternidad con aquellas iniciativas e<br />

instituciones, regionales o internacionales, que<br />

se empeñan correctamente por la unidad del<br />

género humano, la justicia universal y la paz.<br />

Como se desprende de la simple comparación de los textos anteriores, las Proposiciones del VII<br />

CPO se presentan más como una concienciación verbal o una verbalización consciente —algo que<br />

no carece de importancia 11 — de lo que difusa, incipiente o tangencialmente se encuentra ya en las<br />

Constituciones, como expresión 12 de la minoridad. Más que aportar novedades, el gran mérito del<br />

VII CPO es, probablemente, haber puesto más en claro a la conciencia de la Orden que la<br />

minoridad, más que un tema en sí mismo, es un espíritu que, transversalmente, debe cualificar todas<br />

las dimensiones y relaciones de nuestra vida, incluidas las que, en nuestra tradición, nunca se había<br />

considerado que estuvieran relacionadas con la minoridad 13 . En rigor, éstos son los elementos<br />

nuevos indicados por las Proposiciones del VII CPO y de los cuales las Constituciones hablan poco<br />

o nada en absoluto:<br />

3.1 relaciones fraternas con toda la creación 14<br />

3.2 cooperación y solidaridad interprovincial 15<br />

3.3 nueva experiencia de pobreza: envejecimiento de los frailes y nuevos desafíos 16<br />

3.4 sacerdocio menor 17<br />

3.5 solución de conflictos y servicio a la paz 18<br />

3.6 diálogo transétnico, pluricultural e interreligioso 19<br />

3.7 economía fraterna dentro y fuera de la Orden 20<br />

Queda por comprobar si estos puntos, identificados por el VII CPO como expresiones de la<br />

minoridad (y siéndolo de hecho), pueden ser integrados en las actuales Constituciones, para tener o<br />

para buscar, con esta reforma, un verdadero enriquecimiento de nuestra legislación fundamental.<br />

Se observa, ciertamente, que los fundamentos teológicos de la minoridad y de sus expresiones<br />

presentes en las Proposiciones del VII CPO, aunque parezcan poco elaborados y simplemente<br />

11<br />

Es necesario que la minoridad sea el espíritu de todas las dimensiones de nuestra vida y no solamente de las que<br />

atañen a la persona, para que no seamos todo menos frailes menores (relaciones múltiples). En esta toma o ampliación<br />

de la conciencia el VII CPO ofrece un servicio inestimable a nuestra Orden.<br />

12<br />

O in-formaciones de la minoridad.<br />

13<br />

Como, entre otras: el ejercicio del poder, las estructuras interpersonales y comunitarias, la economía, el trabajo, las<br />

actividades y las relaciones sociales, la política.<br />

14<br />

Ib. – Proposición 6. Cf. también las Proposiciones 46 y 53.<br />

15<br />

Ib. – Proposiciones 13 y 14.<br />

16 Ib. – Proposición 15.<br />

17 Ib. – Proposición 36.<br />

18 Ib. – Proposición 44.<br />

19 Ib. – Proposiciones 46 y 47.<br />

20 Ib. – Proposición 51.


yuxtapuestos 21 , van más lejos de lo que está presente en las actuales Constituciones. Ésta atraviesa<br />

la kénosis histórica de la encarnación del Hijo de Dios (Fil 2,5-11) y la sensibilidad espiritual de<br />

Francisco de Asís y pone sus raíces en la misma Trinidad de Dios, como libre comunión de<br />

Personas sin dominación ni subordinación 22 , abriendo así horizontes para una comprensión más<br />

amplia de la misma minoridad, como relación cualificada 23 de los hermanos de Francisco en todos<br />

los ámbitos y direcciones de su vida.<br />

Hay que considerar, además, si algunas formulaciones de las Constituciones que se refieren a la<br />

pobreza (60,1; 60,3; 60,4) no habría que referirlas, más propiamente, a la minoridad.<br />

21 El fundamento centrado en la Trinidad inmanente, el fundamento basado en la kénosis, el fundamento puesto en el<br />

amor de Dios, ante el cual Francisco de Asís se coloca con admiración y estupor.<br />

22 VII CPO – Proposiciones – 1.a.<br />

23 Relación minorítica: cercanía sin dominio, respeto sin distancia, servicialidad libre, poder sin prepotencia y<br />

explotación de los demás, cuidado sin sometimiento, humildad y sumisión sin servilismo, uso abnegado y solidario de<br />

los bienes (relaciones redimidas)…<br />

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