Descargar El arma más poderosa, de José Francisco - Rojo y Negro
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XXIV EPISODIO<br />
CÁNTABRO<br />
<strong>El</strong> grupo <strong>de</strong> jinetes divisaba el poblado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo<br />
alto, parapetados tras las peñas. Una interminable<br />
columna romana se acercaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el sur y por el<br />
norte. Proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sembarco en la costa y<br />
<strong>de</strong> las tierras <strong>de</strong>l sur, varias legiones romanas se<br />
dirigían hacia allí. Esperaban la llegada <strong>de</strong> Proto,<br />
caudillo cántabro, junto a sus <strong>más</strong> feroces y<br />
adiestrados guerreros. Habían nacido para la<br />
guerra. Antes <strong>de</strong> que el ataque romano hubiera<br />
empezado, su poblado ardía. Eran <strong>de</strong>masiado<br />
orgullosos para la humillación <strong>de</strong> ser<br />
conquistados. Antes preferían la muerte. En el<br />
poblado solo quedaban viejos, mujeres y niños,<br />
inservibles para morir luchando. <strong>El</strong> texus les<br />
ayudó a hacerlo. Luego el muchacho prendió las<br />
cuatro esquinas <strong>de</strong>l poblado y escapó al bosque.<br />
La patrulla <strong>de</strong> avanzadilla <strong>de</strong> reconocimiento<br />
divisó al chico trepar hacia las peñas y el propio<br />
centurión azuzó su caballo hasta que su fornido<br />
brazo asió al chaval en volandas. <strong>El</strong> centurión