Descargar El arma más poderosa, de José Francisco - Rojo y Negro

acostumbraba a clavar un cuchillo en el suelo y
se quedaba dormido con la oreja pegada a la
hoja. Cualquier leve ruido del ganado o pisadas
de rumanos, merodeando por los campos de
maíz, bastaba para despertarlo. Es tal la
conductividad del aire, decía.
Nikola, como algunos colegas adelantados a su
época, Einstein entre ellos, concedían
transcendental importancia a la conservación de
los recursos fósiles para garantizar el futuro del
planeta. Apostar por la energía atómica era en
extremo peligroso y difícil de controlar.
Defendían a capa y espada el desarrollo de la
energía eólica y solar, dejar de derrochar carbón,
petróleo y madera.
Edison no estaba de acuerdo con sus eminentes
colegas. Sostenía que habrían de pasar “más de
cincuenta mil años” antes de que se hiciera
realidad la tan temida escasez de recursos fósiles.
Edison, también era uno de los potentados de
Wall Street. Nikola conocía y sufría que en este
mundo, en vez de auspiciar y fomentar el
desarrollo de un concepto revolucionario, tal
idea, cuando echa a andar, solo encuentra
obstáculos e impedimentos, por falta de medios,