Descargar El arma más poderosa, de José Francisco - Rojo y Negro

XXXI NUEVA YORK
Llegó a Nueva York con las ideas muy claras y la
dificultad asegurada. Con la prudencia y el
anonimato imprescindible para eludir el peligro y
no ser “un desaparecido” más. No andan con
contemplaciones y cortan por lo sano. Era un día
antes del día y formaba parte de cierta
improvisación que consideraba necesaria para
eludir el control de sus movimientos. Sorprendió.
Al otro lado de la puerta que no se abría, la voz
de una joven le interpeló:
-no le conozco
-he quedado con Muriel Arbus a esta misma hora,
pero mañana. Me ha surgido un imprevisto y he
tenido que adelantarme.
Mutis por el foro. Se hizo largo. Frio y humedad
se juntaron con algún temor y comenzó a
temblar. Alrededor silencio, oscuridad. Se
sobresaltó cuando la puerta se abrió de repente y
en la penumbra le invitaron a pasar.