PORTADA JUNIO 2009 - Passio Christi
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El<br />
viernes día 17 de<br />
Abril, con mi hermano,<br />
mi madre y un numeroso<br />
grupo de peregrinos,<br />
partía hacia Florencia.<br />
Iniciábamos una peregrinación<br />
muy especial, con nuestro corazón y<br />
propósito puestos en Luca, en Santa<br />
Gema.<br />
En Florencia observamos asombrados<br />
la grandeza de su Duomo –así denominan<br />
allí las catedrales- y algunas de las<br />
obras magníficas del gran Miguel Angel.<br />
Y en Pisa pudimos admirar su torre inclinada,<br />
el baptisterio y la catedral. Y en<br />
aquél entorno, verde y precioso, yo aproveché<br />
para hablar con Jesús y reflexionar<br />
sobre la vida tan ajetreada y materialista<br />
que llevamos.<br />
Pero, sin lugar a dudas, nuestro gran<br />
objetivo era llegar a la ciudad que vio vivir<br />
y morir a Santa Gema. Luca es un lugar<br />
muy bella, que invita a la alabanza y<br />
al recogimiento. Su clima, su gracioso riachuelo,<br />
su vegetación, sus calles estrechas,<br />
su gente, sus murallas de más de 4<br />
Km., me parecen únicos.<br />
Pasear por las calles por donde pasó<br />
nuestra Santa; en la Iglesia de la Rosa<br />
imaginar sentada a Gema, y rezando en<br />
el último lugar; recorrer la casa Giannini<br />
donde vivió los últimos años de su vida,<br />
Revista Pasionario/198<br />
con<br />
tantos recuerdos<br />
personales suyos<br />
como conserva; dejar nuestros<br />
deseos escritos en la habitación, en la que<br />
pasó sus últimos días enferma y en cuya<br />
soledad murió; entrar en la “Casa de las<br />
Llagas”, en la que le tocó sufrir la ruina<br />
de su familia, y al mismo tiempo recibir<br />
la “gracia grandísima” de las llagas de Jesús<br />
en sus manos, sus pies y su costado;<br />
todo esto me ayudó a encontrar una gran<br />
Paz interior, a respirar armonía, y sentir<br />
la felicidad que sólo se experimentan allí.<br />
Y, el último día, celebrar la Eucaristía en<br />
la iglesia donde reposan los restos de<br />
aquella joven que tanto amó a Jesús. Qué<br />
cercanos nos sentíamos a ella, con la esperanza<br />
de que todos nuestros ruegos<br />
fueran atendidos. Y la emoción de los peregrinos<br />
que le lloraban a su Santa milagrosa,<br />
y aquellos cánticos de nuestro coro,<br />
que a mí me parecían de ángeles y que<br />
tanta unidad de familia ayudaron a crear<br />
en el grupo. ¡Qué experiencia tan gozosa!<br />
Sin embargo, no fue sólo en Luca donde<br />
encontré tanta Paz, sino también en<br />
Asís, que visitamos a continuación. Allí<br />
me invadió la sencillez y la austeridad de<br />
los Franciscanos. Tuvimos la suerte de<br />
encontrarnos con el P. Antonio, francisca-