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PORTADA JUNIO 2009 - Passio Christi

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OTRA JUVENTUD<br />

Y floreció el desierto<br />

Soy profesor de Religión en mi Colegio<br />

San Gabriel de Alcalá de Henares.<br />

Doy clase a un grupo de chicos y<br />

chicas de 1º de Educación Secundaria, y<br />

la mayoría de las veces me lo paso genial<br />

(una expresión, por cierto, muy de<br />

ahora).<br />

El otro día pregunté al primer alumno<br />

que se acercó a mi mesa para entregarme<br />

el ejercicio del examen:<br />

–Oye, a propósito de la visita que hicimos<br />

ayer a la capilla y que muchos de<br />

vosotros aprovechasteis<br />

para hacer una confesión,<br />

¿tú que opinas?<br />

El chico fue sincero.<br />

Y muy claro:<br />

–Mire, oiga; a mí eso<br />

me parece estupendo.<br />

Por dos motivos: porque<br />

te quitan los pecados, y<br />

encima pierdes la clase…<br />

Fue el pasado mes de<br />

abril cuando llegó aquí,<br />

procedente del convento<br />

de Peñafiel, el sacerdote<br />

pasionista padre Juanma<br />

(como le llaman todos).<br />

En realidad su<br />

nombre íntegro es éste:<br />

Juan Manuel Benito<br />

Martín. Y el bueno de<br />

Juanma aprovechó aquella semana las<br />

clases de Religión de los alumnos para<br />

comentar con ellos el tema de la llamada<br />

a la vocación sacerdotal.<br />

Estos chicos y estas chicas, después<br />

de oír la conferencia, muy amena por<br />

cierto, del padre Juan Manuel, contaron<br />

a continuación por escrito sus experiencias<br />

personales de Dios. Muy interesantes<br />

algunas.<br />

Yo tuve una opción en mi vida, y fue<br />

elegir el camino que mis padres me habían<br />

inculcado desde el Bautismo. Fui<br />

Revista Revista Pasionario/206<br />

muy consciente de lo que hacía en mi<br />

Primera Comunión. La catequesis duró<br />

un año. Yo acudía cada miércoles, y los<br />

domingos iba a misa a mi parroquia y<br />

llevaba las ofrendas.<br />

Cuando hice la primera confesión, al<br />

acabar, un monaguillo me trajo una<br />

cruz de madera y el sacerdote me la<br />

puso con un cordón al cuello, como si se<br />

tratase de una medalla olímpica. Hice<br />

la Primera Comunión vestida con un<br />

hábito y el pelo suelto.<br />

Ahora, cuando veo<br />

aquellas fotos o el libro<br />

de autógrafos que<br />

me firmaron, me sale<br />

una sonrisita que me<br />

recuerda la felicidad<br />

de aquel gran día. Todavía<br />

guardo los<br />

bombones y los muñequitos<br />

de la tarta,<br />

porque para mí, como<br />

para los compañeros<br />

que recibieron a Dios<br />

conmigo, no se nos olvidará<br />

aquel gran día<br />

en el que, por voluntad<br />

propia, nos iniciamos<br />

en ese camino por<br />

el que ahora andamos<br />

tan felices. Andrea<br />

Cruz<br />

Un chico de doce años comentaba la<br />

aventura que vivió un día cuando, imaginando<br />

la escena de un posible accidente<br />

en carretera, el accidente ocurrió<br />

de verdad. Y desde entonces, acude todos<br />

los domingos a misa y reza por su<br />

familia.<br />

Desde muy pequeño, yo, siempre que<br />

íbamos a la iglesia, decía: ¿por qué venimos<br />

a este sitio? Mi madre me contestaba<br />

que era para rezar. Resulta que un<br />

día, estábamos hablando dentro del coche,<br />

comentando qué pasaría cuando

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