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“El toreo, es arte efímero que se lleva en el alma.”
lo que la Unión de Subalternos le entregó un trofeo a él, luego también lo fue de la
temporada del 1979-80 y otras temporada siendo el mejor subalterno de a pie.
Llegamos al momento trágico, andaba entonces con la cuadrilla de David Silveti
cuando iban a Ciudad Juárez a torear, cuando “le dicen” que se les reventó una llanta
de la camioneta donde iban y ahí quedo en el camino totalmente destrozado, al grado
que fueron más de seis meses en rehabilitación y las secuelas le han durado hasta la
fecha, pero, afortunadamente sigue activo y dando lo mejor de él mismo al servicio
de la fiesta brava.
Incluso, nos confiesa que después del accidente a los siete meses reapareció en
los ruedos más no recuerda nada de ese tiempo, ni estando actuando sabia como era
que les salía a los toros, ni como llegaba a las corridas y terminaba o como es que
estaba en un ruedo sin saber qué es lo que hacía, hasta que determino que había que
retirarse pues corría muchos riesgos al estar frente a los toros, ya que todo lo hacía
intuitivamente sin la conciencia de lo que estaba haciendo.
“Yo me acuerdo que era torero, y se me hace increíble que yo fuera torero al ver lo
que les hacía a esos toros, pues hay fotos de ese tiempo que lo constatan y la verdad
de muchas cosas no las recuerdo a la fecha”.
Sin embargo, creaste una escuela taurina, la Rodolfo
Gaona, que a la fecha sigues manteniendo para preparar
a los toreros del futuro, cuéntanos algo de esa escuela Leonardo:
“Fue en 1989 cuando inicie la escuela taurina Rodolfo Gaona en el bosque
de Chapultepec donde recibí a muchos jóvenes aspirantes a toreros, que deben sumar
más de dos centenares de alumnos, de los cuales pocos llegaron a destacar, entre ellos,
se hicieron matadores de toros Rogelio Treviño que fue el primero de la escuela que se
hizo matador.
“Luego salieron otros como Pepe Serrano, Christian Aparicio, Fermín Spínola, Manolo
Martínez hijo, Adrián Flores, y otros más en activo, además de muchos novilleros
que destacaron pero algunos de ellos dejaron este camino que tal vez no era el suyo o
que se dieron cuenta de lo duro que es hacerse torero, pero a la fecha sigue la escuela
en busca de ese joven que desee hacerse torero, siempre pensando con afición, con
entrega, con vocación y con esa locura de querer ser alguien en este medio.
“Son más de 20 años de dedicarle todo el esfuerzo, siempre con la ilusión de que
salga un torero que hace falta en la fiesta brava”.
Actualmente además de enseñar a los jóvenes aspirantes a ser toreros, se dedica a
hacer banderillas, capotes, muletas, camisas de torear, corbatines, tirantes, ternos de
luces y todo lo que requiere un torero para salir a los ruedos.
Todo esto, nos dice Leonardo Campos, lo aprendió en el transcurso de su dilatada
carrera como subalterno y no le costó trabajo, ya que siempre ha tenido habilidades
para las manualidades y el arte que atesora lo vierte en estos menesteres que, además,
le gustan y le dejan la satisfacción de seguir dentro de la fiesta brava, cooperando con
sus antiguos compañeros y enseñando lo que aprendió y que actualmente sigue disfrutando
en bien de la Unión de Subalternos, su casa, a la que siempre le ha entregado
lo mejor de su vida.
Sus hijos, ahora subalternos destacados, y su familia incluidos, sus nietos, que los
disfruta enormemente, y a los que dedica todo su cariño y amor, siempre gracias a que
fue un gran subalterno y ahora siendo maestro de toreros.
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