Descargar - Biblioteca Virtual Universal
Descargar - Biblioteca Virtual Universal
Descargar - Biblioteca Virtual Universal
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
golosos todos los monaguillos que le ayudan. Para él está de más el sumidero, aunque le<br />
caiga en el sangüis un mosquito o una avispa, que con los alcohólicos todo pasa por sus<br />
tragaderas espaciosas; y si en vez del pan ácimo le dieran un hornazo o un hojaldre de a<br />
libra se lo engulliría en un santiamén, sin que los fieles conociesen si consumía una hostia.<br />
En resumen, come como un eleogábalo, bebe de lo tinto a boca de jarro, duerme como un<br />
lirón; engorda como un tudesco; huelga pacenteramente, y deja rodar la bola de este diablo<br />
mundo.<br />
No se vaya a juzgar por lo referido que el clérigo de misa y olla es el hombre feliz por<br />
excelencia. Momentos llegan de zozobra en que tiene que poner en tortura sus embotadas<br />
potencias, y volver a arrastrar las hopalandas. Un año y no más le duran las licencias de<br />
celebrar y confesar, y con esta frecuencia ha de solicitarlas de nuevo, previo el examen<br />
correspondiente. Si de recién eleccionado había tantos trabajos para el sínodo, ¿cuánto<br />
crecerán los apuros con el tiempo perdido en la molicie y en el embrutecimiento? Si no ha<br />
vuelto a abrir un libro ni a tener conferencia, ¿qué mucho que haya olvidado lo poco que<br />
sabía? Del idioma latino no conserva otras palabras que las vulgarizadas entre los labriegos:<br />
el busilis, el intríngulis, el cum quibus, un quidam, un agibilibus, la vista bona, la pecunia,<br />
de facto y de populo bárbaro. Baste saber que habiéndole rogado unos cazadores amigos<br />
que les dijera misa de madrugada, encareciéndole la ligereza con la frase de misa de<br />
palomas, pasó largo rato buscando por el misal este oficio, hasta que tropezando con la<br />
Dominica impalmis, que él leyó in palomis, les encajó la pasión entera del Redentor,<br />
dejando a los cazadores crucificados.<br />
Las interminables abreviaturas del Añalejo eran para nuestro cura letras gordas, como lo<br />
son para algunos canónigos, más oscuras que el siriaco y el rúnico. Tomando la cartilla por<br />
almanaque de Torres, o por Piscato-Sarrabal, cuando veía que las lecciones del primer<br />
nocturno eran Justus si morte decía que aquel era buen día para morirse en gracia de Dios;<br />
cuando señalaba Mulierem fortem, retraía a los hombres de que se casasen, porque era día<br />
de mujer testaruda, y si en el rezo se prevenía el salmo Confitemini, abreviado confit,<br />
aseguraba que era el día propio para comprar dulces en las zucrerías. El 7 de marzo tuvo<br />
una petera escandalosa con el sacristán, obstinado en que le había de poner el altar en<br />
medio de la nave, porque el añalejo decía Missa In medio Ecclesiae, y la Dominica in albis<br />
se empeñó en celebrar sin casulla, tomando al pie de la letra lo de en alba.<br />
En tan lastimoso estado de ignorancia era matarle inhumanamente hacerle comparecer a<br />
examen. Así es que se valía de certificados de los facultativos para excusar el viaje, y<br />
comprometía todas las relaciones de los curas y caciques de la comarca para lograr remisiva<br />
cerca de un párroco conocido y asequible. Y si a pesar de los pesares no alcanzaba eximirse<br />
y comparecía en sínodo, aquello era un aluvión de disparates que anegaba en barbarismos a<br />
los examinadores hasta las melenas y cerquillos. Si le preguntaban por el título colorado de<br />
supuesta jurisdicción, respondía con el lege coloratum de los rubricistas. Interrogado sobre<br />
si se podía decir misa con hostia de papel, contestaba con un distingo. Y escudriñándole<br />
acerca de la confesión auricular, decía cándidamente que en su tierra no se estilaba esta<br />
confesión, sino la de pascua florida. Los jueces o lo tomaban a risa, o tenían compasión, o<br />
le dejaban por incorregible.