Descargar - Biblioteca Virtual Universal
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modas, y de mudanzas de casa, y de planes de vida futura, y la viuda parecía recobrarse a la<br />
vista de aquellos halagüeños cuadros, como la mustia rosa al benéfico influjo del astro<br />
matinal. ¡Qué consejos tan profundos, qué observaciones tan acertadas se escucharon allí<br />
sobre la necesidad de distraerse para vivir, y la demencia de morirse los vivos por los<br />
muertos, y luego las ventajas de la juventud y las esperanzas del amor!...<br />
Viendo, en fin, mi compañero y yo que íbamos siendo allí figuras tan exóticas como las<br />
del Silencio y la Sorpresa, que adornaban las rinconeras de la sala, tratamos despedirnos;<br />
pero el buen hombre (¡castellano y viejo) atravesando la sala e interponiéndose delante de<br />
la viuda, compungió su semblante e iba a improvisar una de aquellas relaciones del siglo<br />
pasado que comienzan «Que Dios» y concluyen «por muchos años», cuando yo,<br />
observando su imprudencia y lo mal recibido que iba a ser este apóstrofe extemporáneo de<br />
parte de todos los concurrentes, le tiré de la casaca y le arrastré hacia la puerta, diciéndole:<br />
«Hombre de Dios, ¿qué va usted a hacer? ¿No sabe usted que El duelo se ha despedido en<br />
la iglesia?»<br />
(Junio de 1837)<br />
El romanticismo y los románticos<br />
«Señales son del juicio<br />
Ver que todo lo perdemos,<br />
Unos por carta de más<br />
Y otros por carta de menos.»<br />
LOPE DE VEGA<br />
Si fuera posible reducir a un solo eco las voces todas de la actual generación europea,<br />
apenas cabe ponerse en duda que la palabra romanticismo parecería ser la dominante desde<br />
el Tajo al Danubio, desde el mar del Norte al estrecho de Gibraltar.<br />
Y sin embargo (¡cosa singular!), esta palabra, tan favorita, tan cómoda, que así<br />
aplicamos a las personas como a las cosas, a las verdades de la ciencia como a las ilusiones<br />
de la fantasía; esta palabra, que todas las plumas adoptan, que todas las lenguas repiten,<br />
todavía carece de una definición exacta, que fije distintamente su verdadero sentido.<br />
¡Cuántos discursos, cuántas controversias han prodigado los sabios para resolver<br />
acertadamente esta cuestión! Y en ellos ¡qué contradicción de opiniones! ¡Qué<br />
extravagancia singular de sistemas!... «¿Qué cosa es romanticismo?...» -les ha preguntado<br />
el público- y los sabios le han contestado cada cual a su manera. Unos le han dicho que era<br />
todo lo ideal y romanesco; otros, por el contrario, que no podía ser sino lo<br />
escrupulosamente histórico; cuáles han creído ver en él la naturaleza en toda su verdad;<br />
cuáles la imaginación en toda su mentira; algunos han asegurado que sólo era propio para<br />
describir la Edad Media; otros le han hallado aplicable también a la moderna; aquéllos le<br />
han querido hermanar con la religión y con la moral; éstos le han echado a reñir con ambas;