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El alcalde de Monterilla<br />
Confieso, yo pecador, que acabo de tomar la pluma para escribir de lo que dice el<br />
epígrafe, y al segundo renglón me encuentro en mayor aprieto que el que acaban de pasar<br />
los empleados electores; porque obligado por el título de la obra, y como español que soy<br />
(con perdón de la nacional independencia), a pintarme a mí mismo, y comprometido en el<br />
presente artículo a retratar un alcalde de monterilla que ni fui, ni soy, ni seré, como no me<br />
den un cetro para trocarlo por la vara de mi lugar, dudaba en qué términos daría principio a<br />
mi tarea, hasta que me he desembarazado del comienzo con el parrafillo que aquí acaba.<br />
Allá en tiempo de antaño, cuando el señorón de más alcurnia se honraba con los títulos<br />
de regidor perpetuo y de alguacil mayor, cuando todo viviente en los dominios de España e<br />
Indias nombraba al monarca «el Rey Nuestro Señor», y cuantos lo escuchaban decían,<br />
descubriéndose la cabeza: «Dios le guarde» si comía y bebía, o «en gloria está» si yacía en<br />
el panteón de El Escorial; cuando la familia alcaldesca era tan numerosa que se conocían;<br />
alcalde de hijosdalgo, alcalde de Casa, Corte y rastro, alcalde del crimen, alcalde de obras y<br />
bosques, alcalde de alzadas, alcalde de sacas, alcalde entregador de la Mesta, alcalde<br />
mayor, acalde ordinario, alcalde pedáneo, alcalde de la hermandad, alcalde de cofradía y<br />
hasta alcalde de tresillo, entonces, sin duda, les vino en voluntad a los chuzones literatos o a<br />
los rufianes palaciegos de aumentar el catálogo con la denominación de alcalde de<br />
monterilla.<br />
Es preciso ser tan ciego como un ministro tonto para no advertir desde luego que este<br />
título era ilegal, inconstitucional y excepcional, porque ni le reconocían las leyes, estatutos<br />
y constituciones vigentes, ni se leía en el orden normal alfabético de los vocabularios, ni<br />
existía en otra parte que en la república ideal de las fantasías románticas, en las novelas y<br />
en los dramas. Solamente el uso, ese dictador de, vocablos, ese rey absoluto de las lenguas<br />
ciudadanas, ese tirano que prescinde de las reglas parlamentarias o parladorescas, es el que<br />
ha podido sostener la alcaldía enmonterada, no digo a la par de tantos alcaldes ilustres del<br />
antiguo régimen, sino hasta en lo más democrático de los ayuntamientos constitucionales.<br />
¿Y qué han querido expresar con alcalde de monterilla? ¿Qué significa esta frase? ¿Qué<br />
es un alcalde de monterilla? Puto de mí, que voy a retratarle, y así tropiezo con el original<br />
como con el ave Fénix o la cuadratura del círculo. Pues no, sino irlo a buscar en el<br />
Diccionario completísimo de la Academia, que a lo sumo nos encontraremos con un alcalde<br />
de palo; que los españoles estamos destinados siempre a ser regidos como los rebaños, ya<br />
por académicos que dan palo por montera, ya por hacendistas que dan gato por liebre, ya<br />
por gobernantes que dan bombazos por razón. Pero hete aquí a dos señoras mías, cuyos pies<br />
beso, que vienen a sacarme de la duda y a presentarme la vera efigies del alcalde de<br />
monterilla.<br />
Doña Etimología -Alcalde de monterilla es aquel alcalde que gasta montera, y si usted<br />
gusta, montera pequeña.