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Wilfredo Ardito Vega - Universidad del Pacífico

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Las propias autoridades tienen esta percepción, lo cual se refleja por la ausencia de<br />

políticas públicas para enfrentar la discriminación 5 o la toma de decisiones que afectan<br />

directamente a la población tradicionalmente discriminada.<br />

Por otro lado, cuando los peruanos son más conscientes sobre la existencia de<br />

discriminación, comúnmente prefieren pensar que las razones son principalmente<br />

económicas y en menor medida geográficas o culturales, pero no raciales 6 .<br />

Hasta hace poco, aún en espacios académicos, se llegaba a pretender que el color de la<br />

piel era irrelevante para establecer diferencias entre los peruanos 7 . De esta forma, el<br />

racismo era uno de los tabúes más fuertes en el Perú, como antaño podía haber<br />

sucedido en relación al sexo, debido a todas las connotaciones que ocultaba respecto a<br />

quien se atrevía a mencionarlo y a sus interlocutores 8 .<br />

Nuestro punto de vista es que negar la existencia <strong>del</strong> racismo constituye un mecanismo<br />

de defensa: teóricamente, muchos peruanos creen que podrían enfrentar las otras<br />

causas de discriminación: pueden mejorar su posición económica, cambiar su<br />

ubicación geográfica o incorporar patrones culturales occidentales, y de esta manera<br />

evitar ser discriminados. En cambio, admitir la existencia <strong>del</strong> racismo implicaría<br />

reconocer que uno puede haber sufrido un problema mucho más fuerte, injusto y<br />

doloroso, frente al cual es imposible pretender transformarse para evitarlo… y <strong>del</strong> cual<br />

uno a veces ha sido también parte, al ejercerlo hacia otros compatriotas, más débiles 9 .<br />

Paradójicamente, existe un choque entre el discurso racista aprendido desde la infancia<br />

con el discurso democrático y oficial 10 . Los peruanos oficialmente sabemos que no es<br />

5 Una investigadora checa consultó con el autor sobre la razón por la cual en los portales de internet de los<br />

ministerios y otras instituciones estatales peruanas no existía una página dedicada a prevenir, sancionar o<br />

enfrentar la discriminación. Le sorprendió saber que era porque no se consideraba una política necesaria.<br />

Concuerda con esta carencia la información proporcionada por los representantes de las Mesas contra la<br />

Discriminación de Apurímac, Ayacucho, Iquitos y Cusco durante un taller realizado en diciembre <strong>del</strong><br />

2009, donde señalaron que la mayor dificultad para promover las Ordenanzas contra la discriminación ha<br />

sido que muchos funcionarios no creían que este era un problema real. Esta misma actitud también fue<br />

visible en varias municipalidades de Lima, como en Breña, donde un vocero de la municipalidad<br />

manifestó que la discriminación no existía en esa jurisdicción. Claire Reid, voluntaria de APRODEH,<br />

informó al autor que un funcionario <strong>del</strong> gobierno regional de Apurímac le indicó que debería demostrar<br />

que efectivamente la discriminación existía en esta región para que se trazaran políticas públicas al<br />

respecto. Gracias a la incidencia de las diversas Mesas esta situación ha ido cambiando.<br />

6 Esta era la opinión generalizada de los participantes en los eventos y capacitaciones sobre<br />

discriminación que organizaba la Mesa. De hecho, para ellos solía ser de mucho impacto el momento en<br />

que se reconocían como personas que habían cometido y/o sufrido actos de racismo.<br />

Marisol De La Cadena comenta una de estas expresiones comunes de negación <strong>del</strong> racismo: “Aquí la raza<br />

no es importante, aquí no hay racismo, lo que hay son diferencias culturales profundas y según estas<br />

diferencias podemos hay superiores e inferiores” (pp. 14-15).<br />

7 De La Cadena, p. 15.<br />

8 Manrique, 1999: 125-6.<br />

9 Manrique, 1999: 27.<br />

10 Callirgos 1993: 161.<br />

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