Julián Henríquez Caubín. Madrid (ejemplo) - Luarna
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tualidad. Y sin embargo, nunca pude deducir que ellos, más<br />
en la interioridades de la política nacional y provinciana que<br />
yo, y que habían venido recientemente de las Islas, lugar<br />
donde ejercía el mando militar un elemento tan significado<br />
posteriormente como Franco, previesen que iban a ocurrir<br />
hechos de mucha mayor gravedad aún que aquellos que estábamos<br />
presenciando.<br />
Por tanto, mi vida transcurría tranquila, absorto por<br />
tales estudios y por las labores que mis cargos, oficiales unos<br />
y particulares otros me obligaban. Y además, ansiaba terminar<br />
la mayor parte posible de mis trabajos, por cuanto para el mes<br />
de agosto se anunciaba en mi vida un acontecimiento trascendental<br />
para mí: por primera vez iba a experimentar la emoción<br />
de ser padre.<br />
En mi hogar habíamos preparado todo para el gran<br />
acontecimiento. La habitación destinada al nuevo ser, abierta<br />
sobre el magnífico paisaje que se extiende al oeste de <strong>Madrid</strong>,<br />
desde la Casa de Campo hasta la Sierra de Guadarrama, tal<br />
pieza, repito, había sido cubierto su piso con verde linóleum y<br />
amueblada con muebles esmaltados de verde y gris-azul. La<br />
cuna, de bruñidos tubos de acero cromado y cubierto de encajes,<br />
aguardaba ya al recién nacido. En aquella habitación casi<br />
no nos atrevíamos a entrar siquiera, tal era la unción con que<br />
pensábamos en aquel suceso próximo ya. Las paredes habían<br />
sido también pintadas cuidadosamente, y a ello obedecía<br />
también el esmalte de los muebles y el linóleum del piso, con<br />
arreglo a las recomendaciones más exigentes de los tratados<br />
de higiene infantil, todos los cuales habían sido estudiados<br />
con meticulosidad de noveles padres. Y precisamente aquel<br />
departamento lo habíamos elegido cuando la casa estaba aun<br />
construyéndose, y a la amistad del propietario del inmueble le