Julián Henríquez Caubín. Madrid (ejemplo) - Luarna

desde hacía tiempo. Hoy le estarán enterrando en Las Palmas…
Franco ha dado desde allí la señal del movimiento, y
después de asegurarse las islas, saldrá esta noche misma, o esta
tarde, para África del Norte, donde están sublevadas las
tropas. También siguen el movimiento las guarniciones de
Burgos, de Salamanca, de Andalucía, de Valencia, de Barcelona,
y aquí en Madrid…
Yo le miré estupefacto. No podía creer que aquel hombre
se hubiese vuelto loco de modo tan repentino. La expresión
de su cara y de sus ojos era normal. Solamente el aire malicioso
de quién está diciendo una parte de lo que sabe.
—¡Pero hombre! -exclamé sin poder contenerme-
¿Habla usted en serio? Eso es una fantasía.
—Ya, ya… Ríase usted de esta fantasía. Le estoy diciendo
la verdad. Solamente la verdad. Si quiere que le diga
más, escúcheme: Queipo de Llano se hará cargo del mando en
Andalucía, y Sevilla a estas horas debe estar en poder del
Ejército. Y si el Gobierno cuenta con el general Cabanellas en
Zaragoza, ya verá usted la sorpresa que recibirá -la risa de
Don Lucio le llegaba al vientre en fuertes ondulaciones-. Esta
vez no será como el 10 de agosto. - prosiguió dominando
su risa refiriéndose a la abortada rebelión militar conocida
como “la sanjurjada”-. Lo de ahora es una sublevación muy
bien preparada. Todo el Ejército está con los sublevados. Incluso
las Islas Baleares-. Y aquí en Madrid, las tropas deben
estar ya acuarteladas y dentro de pocas horas el general… el
general… Bueno, ya lo sabrá usted dentro de poco, el que ha
tomado el mando de las tropas, declarará de un momento a
otro
el estado de guerra. Los militares se harán cargo del Gobierno.