Baja el Cuento - Cuentos de Federico
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C O N S U E L O<br />
O L A V E N G A N Z A D E L O S Z O R Z A L E S<br />
Al final <strong>de</strong> la calle había un viejo murallón hecho <strong>de</strong> adobes y<br />
un portón semiabierto. La niña se escurrió por él y llegó al último<br />
patio <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> la señora Matil<strong>de</strong>.<br />
-¡Es asombroso! -se dijo. Entonces apareció <strong>el</strong> gato romano y<br />
se acercó con la cola en alto para darle la bienvenida.<br />
-¿Dón<strong>de</strong> has estado? -le preguntó doña Matil<strong>de</strong>, cuando llegó<br />
d<strong>el</strong> almacén.<br />
-No te aventures sola sin saber yo por don<strong>de</strong> andas. Mira que<br />
en este pueblo ocurren cosas misteriosas y a veces <strong>de</strong> mucho p<strong>el</strong>igro.<br />
En un árbol <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los patios <strong>de</strong> la casa cantó un zorzal. La escena<br />
iba a cambiar y la niña tendría una espantosa experiencia que no la<br />
olvidaría hasta mucho tiempo <strong>de</strong>spués.<br />
CAPITULO VIII<br />
EL BANDIDO<br />
Esa tar<strong>de</strong>, en las afueras d<strong>el</strong> pueblo se oyeron unos gritos<br />
<strong>de</strong>sgarradores y varios disparos <strong>de</strong> escopeta.<br />
Consu<strong>el</strong>o vio que la poca gente que había en la calle corría<br />
presurosa a sus casas y cerraban con trancas las puertas y los<br />
postigos <strong>de</strong> las ventanas.<br />
Había algo <strong>el</strong>éctrico y terrorífico en <strong>el</strong> pueblo, con sus calles<br />
solitarias y las casas herméticas. No se veía a nadie.<br />
Ni un alma.<br />
Doña Matil<strong>de</strong> estaba en <strong>el</strong> almacén y Consu<strong>el</strong>o tuvo mucho<br />
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