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Baja el Cuento - Cuentos de Federico

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C O N S U E L O<br />

O L A V E N G A N Z A D E L O S Z O R Z A L E S<br />

La vieja gorda se había callado, como un pájaro ante la<br />

presencia d<strong>el</strong> gato. Estiró <strong>el</strong> brazo tímidamente para que le pusieran<br />

una pulsera <strong>de</strong> aluminio en una <strong>de</strong> sus patitas, pero <strong>el</strong> inspector<br />

solamente le perforó <strong>el</strong> pasaje. ¡Tic! Luego <strong>de</strong>sapareció <strong>de</strong> la escena<br />

al abrir la puerta en <strong>el</strong> extremo d<strong>el</strong> vagón y pasar al otro carro.<br />

De pronto la vieja se rió en una forma muy especial. Era un<br />

verda<strong>de</strong>ro trino o canto <strong>de</strong> zorzal y <strong>el</strong> vagón d<strong>el</strong> ferrocarril sufrió una<br />

gradual transformación.<br />

Desaparecieron las puertas corredizas laterales y apareció una<br />

cuerda que atravesaba <strong>el</strong> pasillo; ésta era sostenida cerca d<strong>el</strong> techo<br />

por bandas con una argolla en <strong>el</strong> extremo inferior por don<strong>de</strong> iba la<br />

cuerda. Los asientos eran más amplios y cómodos y las ventanas<br />

eran dobles. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> ser dos, tenían cremalleras que al subirlas<br />

sonaban como un molino <strong>de</strong> juguete.<br />

Nuevamente se abrió la puerta d<strong>el</strong> extremo d<strong>el</strong> carro y<br />

apareció un garzón con un d<strong>el</strong>antal blanco ofreciendo la venta <strong>de</strong><br />

unos past<strong>el</strong>illos blancos y rosados.<br />

-¡Sustancias! ¡Las ricas sustancias! Ofrecía su mercancía con<br />

un gran vozarrón.<br />

Consu<strong>el</strong>o compró una, más por curiosidad que por apetito, y la<br />

encontró d<strong>el</strong>iciosa. Era suave, se <strong>de</strong>shacía en la boca y su sabor era<br />

una mezcla <strong>de</strong> anís y azucarado.<br />

Después <strong>de</strong> un rato, <strong>el</strong> mismo garzón, portando ahora un<br />

canasto, pasó ofreciendo bebidas que venían <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> largas<br />

bot<strong>el</strong>las. ¡Malta, pilsener, bilz, papaya, agua mineral panimávida,<br />

aloja! ¡Están h<strong>el</strong>aditas!<br />

El tren llegó a la estación <strong>de</strong> Llay-Llay y unas mujeres<br />

morenas y gordas, vestidas con largos d<strong>el</strong>antales blancos y gorras<br />

d<strong>el</strong> mismo color, ofrecían tortas, sustancias y past<strong>el</strong>es a los pasajeros<br />

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