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en cierto momento estábamos sumidos en la recesión y que al siguiente<br />

apareció un nuevo tipo de capitán de industrias, como el ave Fénix<br />

de sus cenizas, con el traje bien planchado y desbordante de entusiasmo,<br />

que anunció la llegada de una nueva edad de oro. Pero como hemos<br />

visto en los dos últimos capítulos, cuando volvió a haber empleo<br />

(si volvió a haberlo), fueron empleos diferentes. Para los trabajadores<br />

de las zonas de procesamiento de las exportaciones y para masas enteras<br />

de empleados temporales, a tiempo parcial o bajo contrato y para<br />

los trabajadores del sector de los servicios, el empleador moderno comienza<br />

a parecerse al amante de una noche que tiene la audacia de exigirles<br />

la monogamia después de un acto de amor ocasional. Y muchos<br />

hasta lo consiguen durante un tiempo. Atemorizados por años de despidos<br />

y de malas perspectivas económicas, la mayoría de nosotros se<br />

tragó la idea de que nos convenía aceptar cualquier migaja que encontrásemos<br />

en el camino. Pero hay cada vez más pruebas de que la transitoriedad<br />

laboral no sólo está destruyendo nuestra fe común en las<br />

empresas individualmente consideradas, sino en el principio mismo de<br />

la economía del trasvase de la riqueza.<br />

El incremento de los beneficios y de los índices de crecimiento,<br />

así como las asombrosas ganancias y extras que reciben los ejecutivos<br />

de las grandes corporaciones, han modificado radicalmente las condiciones<br />

bajo las cuales los trabajadores aceptaron salarios más bajos<br />

y reducciones de la seguridad social, con lo que muchos se sienten<br />

engañados. Esta actitud se hizo palpable en la simpatía general que<br />

despertó la huelga de los empleados de United Parcel Service de<br />

1997. Aunque los estadounidenses son conocidos por su escaso aprecio<br />

por las huelgas, los agravios de los trabajadores de UPS tocaron<br />

una cuerda sensible. Las encuestas descubrieron que el 55 % de los<br />

ciudadanos apoyaba a los huelguistas y sólo el 27 % a la empresa.<br />

Keffo, el editor de una feroz revista para empleados temporales, resumió<br />

el sentimiento público: «Un día tras otro (la gente) lee y oye<br />

decir lo bien que marcha la economía, y no es necesario ser un especialista<br />

para preguntarse por qué si UPS marcha tan bien, no puede<br />

pagar más a sus empleados, o contratar a tiempo completo a algunos<br />

a tiempo parcial, o dejar de meterse con sus fondos de pensiones. De<br />

este modo, la suerte ha dado un giro irónico, y todas las "buenas"<br />

noticias económicas se vuelven contra UPS y a favor de los huelguistas».<br />

1<br />

1. Keffo, editorial, Temp Slave, número 11.

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