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Contenido Revista Judicial Edicion 2 - Rama Judicial

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Justicia<br />

conozca menos. En la agenda del Congreso<br />

y en las políticas del Gobierno, el asunto de<br />

la administración de justicia es preferente,<br />

tan prioritario que la mayoría de las reformas<br />

apunta a modifi car la estructura de la<br />

dispensa de justicia y a variar las leyes que<br />

componen nuestro derecho.<br />

Para el caso colombiano, justo es reconocer<br />

que nadie antes se preocupó por la justicia<br />

como salida de un confl icto armado.<br />

La cuestión era sencilla: quien ganaba la<br />

guerra imponía la ley y condenaba a los criminales<br />

de guerra e incluso se ordenaron<br />

fusilamientos sin fórmulas de juicio. Asunto<br />

concluido. El confl icto y la violencia entre<br />

liberales y conservadores se mantuvo por<br />

más de cuarenta años, y el Pacto del Frente<br />

Nacional que los superó conllevó impunidad.<br />

Las amnistías al M-19, EPL y otros<br />

grupos ilegales implicaron también impunidad<br />

sobre delitos atroces. Durante las<br />

negociaciones en el Caguán con las FARC<br />

el tema no se planteó ni una sola vez. Y<br />

la paz lograda con los actores del confl icto<br />

entre los partidos, con el M-19 y el EPL ha<br />

sido duradera. No se conoce que por haber<br />

gozado de impunidad hayan regresado a la<br />

guerra o hayan vuelto a delinquir; por el<br />

contrario, se incorporaron al proceso democrático<br />

y fungieron uno como Ministro<br />

de Estado, candidato presidencial, alcalde<br />

y constituyente y otros fungen hoy activamente<br />

como parlamentarios.<br />

30 <strong>Revista</strong> <strong>Judicial</strong> Noviembre 2006<br />

Pero cuando la guerra no se gana sino que<br />

se negocia, se produce el armisticio y partes<br />

sustanciales de este son el perdón, el olvido,<br />

la impunidad. Durante siglos, en la historia<br />

de la humanidad, la justicia no se asoció con<br />

procesos de paz. No obstante, hoy la comunidad<br />

nacional e internacional se rasgan las<br />

vestiduras y exigen que la justicia funcione<br />

para sancionar a los criminales. “No puede<br />

haber impunidad. Con impunidad, la paz no<br />

es duradera”, se dogmatiza, y mucho más<br />

aun, ante el terrorismo, el crimen transnacional,<br />

los abusos de poder de las dictaduras,<br />

el narcotráfi co y el lavado de activos. En<br />

nuestro concepto, el enfoque del tema tiene<br />

que ser realista, sin hipocresías, ni falsas expectativas,<br />

para evitar nuevas frustraciones.<br />

Por eso el enfoque debe apuntar sencilla y<br />

llanamente a conseguir la paz.<br />

Por todo lo anterior, no dudamos en afi rmar<br />

que llegó la hora de perseguir incansablemente<br />

la paz hasta encontrarla; también de<br />

invertir y fortalecer la justicia, como legitimador<br />

de nuestro Estado Social y Democrático<br />

de Derecho. Los grandes debates en el<br />

país no deben estar centrados en el modelo<br />

económico o en la modernización política, o<br />

en el Tratado de Libre Comercio, en lo cual<br />

hemos tenido avances sustanciales. Los principales<br />

temas de debate en Colombia se deben<br />

circunscribir a enfrentar el grave problema<br />

de violencia que nos aqueja, a redefi nir<br />

“ Es apenas lógico, natural y obvio que la ley de Justicia y<br />

Paz suscitara un gran debate nacional e internacionalmente,<br />

por cuanto modifi có algunos aspectos relativos<br />

a las competencias en materia penal y creó, dentro de la<br />

jurisdicción ordinaria, unas Salas Especializadas de Justicia<br />

y Paz dentro de los Tribunales Superiores” .<br />

la respuesta, pronta y cumplida del Estado,<br />

en la solución de los confl ictos judiciales que<br />

se presenten entre los particulares o entre<br />

estos y la administración y a permitir que la<br />

justicia tenga la oportunidad de funcionar y<br />

pronunciarse. Y es que para seguir creciendo<br />

y consolidar nuestro sistema político no<br />

es cierto que solo se requiera derrotar la impunidad;<br />

también es imperativo y forzoso<br />

disminuir la criminalidad, superar la violencia<br />

política, eliminar la pobreza, conseguir<br />

la efi cacia y efi ciencia del sistema judicial y<br />

lograr, principalmente, la reconciliación tan<br />

anhelada entre los colombianos.<br />

Un país como el nuestro, que desde la independencia<br />

se acostumbró a convivir con las<br />

guerras civiles; que aceptó numerosísimas<br />

Constituciones impuestas por quien ganaba<br />

la batalla; que durante lustros ha sido testigo<br />

de los más crueles y ensañados enfrentamientos<br />

entre grupos fuertemente armados<br />

de la sociedad, cuya fi nanciación es realizada<br />

con recursos del narcotráfi co; que argumentan<br />

como banderas “ideológicas”, unos el<br />

derrocamiento de las instituciones que han<br />

propiciado injusticia social y otros a defensa<br />

de esas mismas instituciones, es sin lugar a<br />

duda alguna contradictorio, ingobernable y<br />

propenso al confl icto. Y si a lo anterior se le<br />

agrega la pobreza que se ve refl ejada en el<br />

64.2% de la población, es así mismo un país<br />

invivible y casi inviable.<br />

Juez en Audiencia.

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