Contenido Revista Judicial Edicion 2 - Rama Judicial
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Opinión<br />
52 <strong>Revista</strong> <strong>Judicial</strong> Noviembre 2006<br />
de manifi esto en las páginas de<br />
su monumental obra. Y cómo<br />
no entender que Don Quijote<br />
ponderó sin ambages el derecho<br />
a la libertad, el derecho<br />
a la defensa y el derecho a la<br />
igualdad y a la justicia. Fue<br />
por esto que Francisco Ayala<br />
escribió: “En el Quijote, Cervantes<br />
recoge las experiencias<br />
de los recuerdos de su vida“.<br />
Don Quijote ofi ció como juez<br />
en improvisados estrados judiciales, como el que levantó<br />
frente a los guardias y comisarios que conducían encadenados<br />
y atados por el cuello, como eslabones humanos, a<br />
sus prisioneros destinados a trabajos forzados en las “galeras”<br />
del Rey, y repudió el tormento y la tortura como<br />
métodos para obtener la confesión de los sindicados<br />
de delitos. Por eso refl exiono “Aquí encaja la ejecución<br />
de mi ofi cio: desfacer fuerzas y socorrer y acudir a los<br />
miserables”… “No es bien que hombres honrados sean<br />
verdugos de los otros hombres”. “Me parece duro caso<br />
hacer esclavos a quienes Dios y la naturaleza hizo libres”.<br />
En otra de sus refl exiones su mente se remontó al primer<br />
estadio de la humanidad y expresó: “Dichosa edad” y “siglos<br />
dichosos” que los antiguos “pusieron nombre de dorados”,<br />
porque en esa “edad venturosa” los que en ella vivían<br />
ignoraban las palabras “tuyo y mío”, y todas las cosas<br />
eran comunes y “todo era paz, todo amistad, todo concordia”.<br />
En esta añoranza enmarcó la verdadera dimensión de<br />
la justicia, con la recóndita esperanza de lograr lo mismo<br />
en el remoto futuro por la acción de la justicia. Por ello<br />
expresó que para “profesar la ciencia de la caballería se<br />
requiere ser jurisperito y saber las leyes de la justicia distributiva,<br />
y conmutativa para dar a cada uno lo que es suyo<br />
y lo que le conviene”. Y tuvo como su imperativo docente<br />
enseñarle a Sancho Panza cómo debía administrar justicia,<br />
para lo cual le impartió las siguientes reglas, que hoy,<br />
transcurridos 400 años, siguen teniendo vigencia y constituyen<br />
un signifi cativo mensaje para los administradores de<br />
justicia que Andrés Fernando Nanclares Arango denomina<br />
“jueces de Mármol”:<br />
“Mira, Sancho: si tomas por medio la virtud y te precias<br />
de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener<br />
envidia a los que padres y abuelos tienen príncipes<br />
y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se<br />
conquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre<br />
no vale.<br />
Nunca te guíes por la ley del encaje (=nunca juzgues<br />
con arbitrariedad) que suele tener mucha cabida en<br />
los ignorantes que presumen de agudos.<br />
Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre,<br />
pero no más justicia que las informaciones del rico.<br />
Procura descubrir la verdad por entre las promesas y<br />
dádivas del rico como por entre los sollozos e importunidades<br />
del pobre.<br />
Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad,<br />
no cargues todo el rigor de la ley al delincuente,<br />
que no es mejor la fama del juez riguroso que la del<br />
compasivo.<br />
Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el<br />
peso de la dádiva sino con el de la misericordia.<br />
Cuando te sucediere juzgar algún pleito de algún tu<br />
enemigo, aparta las mientes de tu injuria y ponlas en<br />
la verdad del caso.<br />
Al que has de castigar con obras no trates mal con<br />
palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio,<br />
sin la añadidura de las malas razones.<br />
Al culpado que cayere bajo tu jurisdicción considérale<br />
hombre miserable (digno de misericordia), sujeto a las<br />
condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en<br />
todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la<br />
contraria, muéstrate piadoso y clemente, porque aunque<br />
los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece<br />
y campea a nuestro ver el de la misericordia<br />
que el de la justicia.<br />
Si alguna mujer hermosa viniere a pedirte justicia, quita<br />
los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos,<br />
y considera despacio la sustancia de lo que pide, si no<br />
quieres que se anegue tu corazón en su llanto y tu<br />
bondad en sus suspiros” .