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Capítulo V. El ensayo Fernanda Aren, Teresita Vernino 1. - Taller de ...

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<strong>Capítulo</strong> V. <strong>El</strong> <strong>ensayo</strong> 1<br />

<strong>1.</strong> ¿Qué es ensayar?<br />

<strong>Fernanda</strong> <strong>Aren</strong>, <strong>Teresita</strong> <strong>Vernino</strong><br />

En su texto fundante sobre el <strong>ensayo</strong>, “<strong>El</strong> <strong>ensayo</strong> como forma”, 2 Theodor<br />

Adorno equipara la manera en que este género se apropia <strong>de</strong> los conceptos, con el<br />

comportamiento que lleva a cabo alguien que está en un país extranjero y se ve obligado<br />

a hablar la lengua <strong>de</strong> ese lugar. Este sujeto no irá aprendiendo las palabras como lo haría<br />

en un curso <strong>de</strong> idioma. Leerá sin diccionario y, para apren<strong>de</strong>r un vocablo, cotejará su<br />

significado cada vez que dicha palabra aparezca en contextos diferentes. Des<strong>de</strong> ya, este<br />

aprendizaje conlleva un riesgo <strong>de</strong> error, <strong>de</strong> inseguridad, <strong>de</strong> falta <strong>de</strong> certezas.<br />

Precisamente así proce<strong>de</strong> el <strong>ensayo</strong>, como un género que “<strong>de</strong>safía amablemente al i<strong>de</strong>al<br />

<strong>de</strong> la clara et distincta perceptio y <strong>de</strong> la certeza libre <strong>de</strong> dudas” 3 . Por eso es que Adorno<br />

afirma que podría interpretárselo como contrapuesto (o, en sus palabras, como<br />

“protesta”) a las cuatro reglas <strong>de</strong>l Discours <strong>de</strong> la métho<strong>de</strong> <strong>de</strong> Descartes, bases <strong>de</strong> los<br />

comienzos <strong>de</strong> la ciencia occi<strong>de</strong>ntal mo<strong>de</strong>rna y su teoría.<br />

De ahí que el ensayista se sitúe en un lugar incómodo respecto <strong>de</strong> la tradición. A<br />

diferencia <strong>de</strong>l hermeneuta, que interpreta y reproduce, como señala Alberto Giordano,<br />

según los dictados <strong>de</strong> la tradición, la incomodidad <strong>de</strong>l ensayista permite que aparezca lo<br />

nuevo, lo ambiguo, lo relativo, lo que pue<strong>de</strong> ser interpretado <strong>de</strong> diversas formas a partir<br />

<strong>de</strong> la experiencia <strong>de</strong> la subjetividad <strong>de</strong> quien escribe; en una palabra, aparece el riesgo<br />

<strong>de</strong>l que hablábamos más arriba pero, también, su carácter crítico por excelencia. De este<br />

modo, “escribe ensayísticamente quien redacta experimentando, quien vuelve y<br />

revuelve, interroga, palpa, examina, penetra en su objeto con la reflexión, quien lo<br />

aborda <strong>de</strong>s<strong>de</strong> distintos lados y reúne en su mirada espiritual lo que ve y traduce en<br />

palabras lo que el objeto permite ver bajo las condiciones creadas en la escritura” (Max<br />

Bense). 4<br />

1 <strong>Capítulo</strong> <strong>de</strong>l libro: Pampillo, G., <strong>Aren</strong>, F., Klein,I., Mén<strong>de</strong>z, A., <strong>Vernino</strong>, T., Escribir: Antes yo no sabía<br />

que sabía, Buenos Aires, Ediciones Prometeo, 2010<br />

2 T. Adorno, Notas sobre literatura. Akal Ediciones, Madrid, 2003.<br />

3 Adorno, op.cit., pág. 23.<br />

4 Adorno, op.cit., pág. 27.


<strong>El</strong> <strong>ensayo</strong> y su figura<br />

Dos imágenes pue<strong>de</strong>n referir algunos <strong>de</strong> los rasgos que caracterizan 5 al <strong>ensayo</strong><br />

en acuerdo con la mayoría <strong>de</strong> los escritores que se han ocupado <strong>de</strong> su <strong>de</strong>scripción. La<br />

primera <strong>de</strong> ellas aparece citada en un texto <strong>de</strong> Sarlo (2001: 16) y dice así: “Como la<br />

flecha <strong>de</strong>l arquero zen, el <strong>ensayo</strong> es el trayecto más que dar en el blanco”. Respon<strong>de</strong>n a<br />

esta figura las concepciones que aseveran que el <strong>ensayo</strong> escribe una búsqueda y el<br />

ensayista indica en su escritura lo que todavía no sabe. Esta búsqueda por supuesto<br />

alcanza muchas direcciones y <strong>de</strong> allí su carácter exploratorio y muchas veces incierto.<br />

En su mayor parte comienza por un <strong>de</strong>svío <strong>de</strong> lo obvio. Piénsese en Borges y en su<br />

modo <strong>de</strong> enfatizar el <strong>de</strong>talle no porque este represente a la totalidad sino porque permite<br />

“experimentar todas las potencias <strong>de</strong> conmoción y <strong>de</strong> goce” <strong>de</strong>l conjunto, sugiere<br />

Giordano (2005: 56). En esa misma línea se hallan, también, los recursos que apelan a<br />

la tensión irresoluble, la suspensión <strong>de</strong>l sentido, la incertidumbre propia <strong>de</strong> lo literario.<br />

Se trata entonces <strong>de</strong> reparar en lo que una ocurrencia, un punto <strong>de</strong> partida, un texto<br />

previo, una serie <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as disparadoras revelan más que aten<strong>de</strong>r a lo que estos indican<br />

expresamente, privilegiando así el rescate <strong>de</strong> un modo indirecto <strong>de</strong> “lectura”. Mejor<br />

dicho: no admite el resumen porque “cuando la cualidad ensayística es intensa rechaza<br />

la paráfrasis” (Sarlo, 2001: 18). <strong>El</strong> <strong>ensayo</strong>, en consecuencia, se distancia <strong>de</strong>l resumen y<br />

<strong>de</strong> la simplificación.<br />

Habitualmente la formulación <strong>de</strong> una pregunta y el <strong>de</strong>safío creativo que su<br />

<strong>de</strong>senlace presenta, puesto que no necesariamente ofrece una respuesta sino una nueva<br />

pregunta, constituyen la forma <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong>. Pero, aunque coincidamos en afirmar que<br />

esta forma predomina en los <strong>ensayo</strong>s, también encontramos otra modalidad; esto es, “la<br />

afirmación radical cuya radicalidad <strong>de</strong>sencaja los pasos argumentativos” (Sarlo, 2001:<br />

17). <strong>El</strong> <strong>ensayo</strong> entonces pue<strong>de</strong> articularse según estos dos rasgos: el carácter<br />

exploratorio <strong>de</strong> la argumentación, es <strong>de</strong>cir, la acumulación <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as referidas a un tema<br />

don<strong>de</strong> a veces queda la impresión <strong>de</strong> haberse alejado <strong>de</strong> ese tema originario, por una<br />

parte; el carácter conclusivo, esto es, la posibilidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>mostrar sin que se expongan<br />

las pruebas ni que se provean las posibles refutaciones, por la otra. Como se advierte,<br />

<strong>ensayo</strong> y argumentación manifiestan una tensión en tanto se aceptan algunas formas <strong>de</strong><br />

5 “Cualquier aspiración <strong>de</strong> limitar precisamente las características <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong> está con<strong>de</strong>nada por<br />

<strong>de</strong>finición al fracaso. Este género no acepta una <strong>de</strong>finición unívoca: necesita <strong>de</strong> una <strong>de</strong>scripción”. A.<br />

Albajari, “Escribir un <strong>ensayo</strong>”, en Una araña en el zapato, Libros <strong>de</strong> la Araucaria, Buenos Aires, 2004.


esta discursividad en <strong>de</strong>smedro <strong>de</strong> otras, vigentes en los tratados o textos académicos en<br />

los que se exponen todos los pasos <strong>de</strong> la secuencia argumentativa.<br />

La otra imagen refiere a una i<strong>de</strong>a que Grüner (1966) señala haber tomado en<br />

préstamo <strong>de</strong> Barthes: “Si me siento a escribir el relato <strong>de</strong> todas las veces que he<br />

levantado la cabeza provocado por la lectura, eso es <strong>ensayo</strong>” (en Giordano, 2005: 223).<br />

En esta imagen se con<strong>de</strong>nsan: lo subjetivo, lo metarreferencial, la posibilidad intimista y<br />

lo confesional. También, el uso <strong>de</strong> los márgenes, según sostiene Albajari. Para este<br />

autor en las anotaciones al margen <strong>de</strong> las diferentes lecturas emprendidas resi<strong>de</strong> el<br />

germen <strong>de</strong> un posible futuro <strong>ensayo</strong>. <strong>El</strong> ensayista escribe para explicarse, conjeturar,<br />

inventar, conocer los motivos <strong>de</strong> la atracción que una obra ha ejercido sobre él. Si bien<br />

Giordano expone esta misma i<strong>de</strong>a en relación con el <strong>ensayo</strong> literario, por la <strong>de</strong>scripción<br />

que los escritores coinci<strong>de</strong>n en señalar respecto <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong> consi<strong>de</strong>ramos que pue<strong>de</strong><br />

hacerse extensiva a las distintas manifestaciones <strong>de</strong> este género.<br />

<strong>El</strong> <strong>ensayo</strong> y el discurso <strong>de</strong>l saber<br />

Asimismo el ensayista escribe para saber: algo o mucho <strong>de</strong> lo que lo ro<strong>de</strong>a, y,<br />

sobre todo, para ahondar en cómo hay que escribirlo para que ese saber sea dicho, si<br />

algo llega a saberse, y exponga <strong>de</strong> alguna manera esa experiencia <strong>de</strong> búsqueda. Sin<br />

embargo, se impone reconocer que también encontramos <strong>ensayo</strong>s en los que alguien<br />

escribe porque ya sabe y exhibe, en consecuencia, sus hallazgos (cfr. Giordano).<br />

No obstante, una <strong>de</strong> las características diferenciadoras <strong>de</strong> este género implica<br />

cuestionar las fronteras entre el conocimiento, la objetividad y la racionalidad, por un<br />

lado, y el arte, la imaginación y, en consecuencia, la subjetividad e irracionalidad, por el<br />

otro. En cambio, como afirma Larrosa (2003), en los ámbitos académicos el saber<br />

aparece cada vez más compartimentado y <strong>de</strong>limitado.<br />

En efecto, el <strong>ensayo</strong> no tiene pretensión <strong>de</strong> sistema o <strong>de</strong> totalidad y tampoco<br />

toma totalida<strong>de</strong>s como su objeto o materia (cfr. Adorno). Tampoco sigue la figura <strong>de</strong> un<br />

“camino recto, camino <strong>de</strong>l que sabe previamente a dón<strong>de</strong> va” (Larrosa, 2003: 37) sino<br />

que asume la figura <strong>de</strong>l ro<strong>de</strong>o, la divagación e incluso la extravagancia. Su método<br />

resi<strong>de</strong> en el ensayar; en consecuencia, su propio recorrido se constituye en método. De<br />

acuerdo con Albajari (2004), en los textos académicos se evalúa el saber como un<br />

“lanzarse al exterior”, o sea, se presenta un saber ya construido y legitimado con


anterioridad, mientras que el <strong>ensayo</strong> mira en su interior: escribe sobre un problema pero<br />

al mismo tiempo expone la subjetividad <strong>de</strong>l ensayista. Ya Adorno había advertido que<br />

ni principios ni conclusiones acotadas eran propios <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong>, sino que este empieza en<br />

el medio y acaba en el medio (no se ve obligado a dar cuenta <strong>de</strong> un estado <strong>de</strong> la cuestión<br />

previo al tema tratado, por ejemplo). No avanza ni inductiva ni <strong>de</strong>ductivamente sino <strong>de</strong><br />

forma orgánica, sostiene Larrosa (2003: 38), pues muestra en toda su complejidad los<br />

niveles y estratos que el tema <strong>de</strong>l que se ocupa tiene. Por último, en relación con el<br />

discurso que adopta no se apoya en conceptos <strong>de</strong>finidos previamente sino que los va<br />

precisando en el texto mismo; por eso, dice Adorno (2003), “el <strong>ensayo</strong> toma en serio la<br />

carga <strong>de</strong> la exposición”.<br />

<strong>El</strong> <strong>ensayo</strong> y la verdad<br />

Ya en los orígenes y en su nacimiento propiamente dicho, en Bacon o en<br />

Montaigne, la diversidad temática, la heterogeneidad <strong>de</strong> sus materiales, los múltiples<br />

recursos enunciativos y teóricos evi<strong>de</strong>nciaron la peculiaridad <strong>de</strong>l género. Así, el <strong>ensayo</strong><br />

fue caracterizado por Alfonso Reyes (1944) como el “centauro <strong>de</strong> los géneros” y<br />

consi<strong>de</strong>rado por Jaime Rest como “el cuarto en el recoveco” (1982). Pero siempre hubo<br />

consenso en cuanto al carácter conjetural <strong>de</strong> su escritura, y su predilección y valoración<br />

<strong>de</strong> la curiosidad y <strong>de</strong>l <strong>de</strong>talle situado en los márgenes. En efecto, escribir<br />

ensayísticamente implica también alejarse <strong>de</strong> lo preestablecido, <strong>de</strong> “la verdad” (como la<br />

buscaría el escritor <strong>de</strong> un tratado, por ejemplo), <strong>de</strong> la cita incuestionable 6 y <strong>de</strong> lo<br />

objetivo para dar testimonio, antes bien, <strong>de</strong>l impacto que ciertos hechos provocan en<br />

quien escribe, <strong>de</strong>jando abierta la solución o, dicho en otros términos, sin la pretensión<br />

<strong>de</strong> poner fin a los problemas planteados. Muchas veces el ensayista inicia una búsqueda<br />

errática y, “en esa búsqueda, suele encontrar algo que no buscaba o, lo que es lo mismo,<br />

algo que buscaba (que se buscaba) sin saber”. 7 En ese <strong>de</strong>vaneo antimetódico 8 , en el que<br />

el <strong>ensayo</strong> va reflexionando sobre sí mismo, aparece también el <strong>de</strong>talle, el matiz que,<br />

parafraseando a Barthes, pue<strong>de</strong> arrastrar a toda una lectura y en el que pue<strong>de</strong> caber toda<br />

una totalidad. Contra la unidad <strong>de</strong> la obra, el ensayista reivindica el <strong>de</strong>talle, y su lectura,<br />

6 Giordano analiza muchos <strong>de</strong> los <strong>ensayo</strong>s <strong>de</strong> Borges y concluye que, “para el ensayista, citar es escribir.<br />

Lo ya dicho es un pretexto para su <strong>de</strong>cir”. Op.cit., pág. 232.<br />

7 A. Giordano, ibí<strong>de</strong>m.<br />

8 En palabras <strong>de</strong> Adorno: “<strong>El</strong> <strong>ensayo</strong> proce<strong>de</strong> <strong>de</strong> una manera metódicamente ametódica”. Op. cit., pág. 23.


arbitraria y personal, abre paso a una perspectiva subjetiva: ¿qué significa eso para mí?<br />

Entonces el <strong>ensayo</strong> se vuelve intimista y confesional. 9<br />

II. Análisis <strong>de</strong> <strong>ensayo</strong>s<br />

Expuestas estas consi<strong>de</strong>raciones generales sobre el <strong>ensayo</strong>, se <strong>de</strong>sarrolla en los<br />

próximos apartados una selección <strong>de</strong> los elementos surgidos <strong>de</strong>l análisis <strong>de</strong> una<br />

propuesta didáctica, que comprendió la escritura <strong>de</strong> este género, en el ámbito<br />

universitario.<br />

En el primer cuatrimestre, las distintas consignas <strong>de</strong> lectura y escritura tienen<br />

como eje la narración. De esta forma, a partir <strong>de</strong> la lectura <strong>de</strong> autobiografías <strong>de</strong><br />

escritores argentinos contemporáneos, se les propone a los alumnos elaborar su propia<br />

autobiografía. Luego, la escritura <strong>de</strong> textos fuera <strong>de</strong> género (microrrelatos en los que,<br />

muchas veces, una metáfora es tomada literalmente para <strong>de</strong>sautomatizar y extrañar su<br />

sentido habitual) y <strong>de</strong> otros, “inspirados” en la Patafísica 10 , tienen el objetivo <strong>de</strong> poner<br />

en juego algunos <strong>de</strong> los rasgos relevantes <strong>de</strong> este saber: la ironía, la irreverencia ante lo<br />

preestablecido, la búsqueda <strong>de</strong> lo particular y excepcional en la naturaleza y en la<br />

sociedad. Finalmente, la secuencia didáctica concluye con la escritura <strong>de</strong> un cuento. En<br />

forma simultánea, en las clases teóricas, se estudian los recursos narratológicos<br />

(Barthes, Genette) y los conceptos <strong>de</strong> la teoría <strong>de</strong> la narración <strong>de</strong> Ricoeur, que los<br />

alumnos utilizarán para analizar diversos cuentos en la instancia <strong>de</strong> un parcial<br />

domiciliario.<br />

En el segundo cuatrimestre, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la escritura <strong>de</strong> una crónica urbana (la<br />

que, por su posibilidad <strong>de</strong> integrar lo literario, permite el empleo <strong>de</strong> muchos <strong>de</strong> los<br />

recursos narratológicos abordados en la primera parte <strong>de</strong>l año), los alumnos escriben un<br />

texto netamente reflexivo acerca <strong>de</strong> sus prácticas <strong>de</strong> lectura y escritura. Efectivamente,<br />

la consigna, un puente entre la crónica urbana y el futuro <strong>ensayo</strong> sobre la ciudad, lleva a<br />

los estudiantes a reflexionar sobre lo aprendido hasta el momento en el taller, sobre<br />

cómo, por ejemplo, ha influido el trabajo realizado en el primer cuatrimestre en su<br />

forma <strong>de</strong> leer narrativa, sobre qué consignas <strong>de</strong> lectura y escritura han resultado más<br />

significativas, entre otros aspectos. Al mismo tiempo, en las clases teóricas se inicia el<br />

estudio <strong>de</strong>l discurso argumentativo y luego <strong>de</strong>l género <strong>ensayo</strong>. Este texto reflexivo<br />

9<br />

S. Kovadloff, “<strong>El</strong> <strong>ensayo</strong> en el espejo”, en La escritura <strong>de</strong> las ciencias sociales. Ultimas funciones <strong>de</strong>l<br />

<strong>ensayo</strong>, Babel, nº. 18, agosto <strong>de</strong> 1990.<br />

10<br />

La Patafísica es una ciencia o saber inventado por Alfred Jarry a fines <strong>de</strong>l siglo XIX que aspiraba a<br />

enfrentarse al positivismo imperante es esa época.


sobre la narración, <strong>de</strong> cuyo análisis nos ocuparemos más a<strong>de</strong>lante, el antece<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l<br />

<strong>ensayo</strong> sobre la ciudad, el trabajo final <strong>de</strong>l año y el que analizaremos en este capítulo.<br />

II. <strong>1.</strong> Fotografías: una mirada extrañada<br />

<strong>1.</strong> Introducción<br />

<strong>El</strong> <strong>ensayo</strong> solicitado a los estudiantes tiene como tema la ciudad. Para ello se<br />

trabajó en las clases teóricas y en las comisiones con bibliografía que respon<strong>de</strong> tanto a<br />

la problemática <strong>de</strong> la ciudad (Marc Augé, Ítalo Calvino, Michel <strong>de</strong> Certeau, Néstor<br />

García Canclini, y otros) 11 como a la <strong>de</strong> la fotografía (Roland Barthes, Susan Sontag, y<br />

otros). 12 Al mismo tiempo, se les encomendó a los alumnos un registro fotográfico <strong>de</strong><br />

Buenos Aires a partir <strong>de</strong>l cual <strong>de</strong>bían seleccionar una o más fotos que sirvieran como<br />

base <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as primeras en la planificación.<br />

En la lectura <strong>de</strong> los <strong>ensayo</strong>s encontramos un uso muy diverso <strong>de</strong> la foto. Hay<br />

estudiantes que la utilizan solo como punto <strong>de</strong> partida, casi como un “pretexto” <strong>de</strong>l texto<br />

que van a producir. Otros, en cambio, vuelven a las imágenes <strong>de</strong> Buenos Aires<br />

metáforas y también ejemplos que grafican el recorrido ensayístico.<br />

2. Fotos como metáforas<br />

<strong>El</strong> estudio <strong>de</strong> la metáfora se abordó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la retórica, la literatura, la filosofía, la<br />

lingüística y la pragmática, entre otras disciplinas. Pertenece a ese grupo <strong>de</strong> figuras “que<br />

asocian o ponen en contacto dos mundos, dos objetos o partes <strong>de</strong> este para lograr un<br />

efecto <strong>de</strong>terminado” (Calsamiglia y Tusón, 2004: 345).<br />

Para Perelman y Olbrechts-Tyteca (1989), por ejemplo, una concepción <strong>de</strong> la<br />

metáfora <strong>de</strong>be consi<strong>de</strong>rar su inci<strong>de</strong>ncia argumentativa, <strong>de</strong> ahí que para <strong>de</strong>scribirla partan<br />

<strong>de</strong> la analogía. Es así como señalan que la metáfora es una analogía con<strong>de</strong>nsada, la<br />

reducción <strong>de</strong> la consabida fórmula <strong>de</strong> A es a B como C es a D. “Concebir la metáfora<br />

como si <strong>de</strong>rivara <strong>de</strong> la analogía y la analogía como confrontación <strong>de</strong> relaciones –dicen<br />

11 M. Augé, “La ciudad entre lo imaginario y la ficción”, en <strong>El</strong> viaje imposible, Barcelona, Gedisa, 1998.<br />

I. Calvino, “Los dioses <strong>de</strong> la ciudad”, en Punto y aparte, Barcelona, Bruguera, 1983. M. <strong>de</strong> Certeau,<br />

“Mirones y caminantes”, en La invención <strong>de</strong> lo cotidiano, tomo I, México, UIA, 1996. N. García<br />

Canclini, “Ciuda<strong>de</strong>s multiculturales y contradicciones <strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>rnización”, en Imaginarios urbanos,<br />

Buenos Aires, EUDEBA, 1997.<br />

12 R. Barthes, “Fotos-impactos”, en Mitologías, México, Siglo XXI, 1988. S. Sontag, “Click”, en Radar,<br />

Suplemento <strong>de</strong> cultura <strong>de</strong> Página 12, domingo 29 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 2006.


los autores– es la manera más eficaz <strong>de</strong> luchar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el plano teórico, contra el error <strong>de</strong><br />

consi<strong>de</strong>rar la metáfora como una imagen” (pág. 616).<br />

A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> su vinculación con la intencionalidad argumentativa, importa<br />

mencionar los estudios encarados por Lakoff y Johnson (1980). La observación <strong>de</strong> otros<br />

usos lingüísticos, diferentes, por ejemplo, <strong>de</strong> la función estética les han hecho indagar<br />

en la función cognitiva <strong>de</strong> esta figura como uno <strong>de</strong> los mecanismos propios <strong>de</strong> la mente<br />

humana para percibir la realidad. Señalan estos autores (op. cit.: 39): “Nosotros hemos<br />

llegado a la conclusión <strong>de</strong> que la metáfora (…) impregna la vida cotidiana, no<br />

solamente el lenguaje sino el pensamiento y la acción. Nuestro sistema conceptual<br />

ordinario, en términos <strong>de</strong>l cual pensamos y actuamos, es fundamentalmente <strong>de</strong><br />

naturaleza metafórica”.<br />

2. <strong>1.</strong> La metáfora fotográfica.<br />

Tal como se dijo supra se propuso a los alumnos un relevamiento fotográfico y<br />

la posterior elección <strong>de</strong> una o varias fotografías que indujeran a la reflexión y<br />

<strong>de</strong>snaturalización <strong>de</strong> la mirada cotidiana sobre la ciudad. En esta línea, la imagen<br />

fotográfica promovió el hallazgo <strong>de</strong> una metáfora o serie <strong>de</strong> metáforas y en<br />

consecuencia los estudiantes <strong>de</strong>sarrollan en el <strong>ensayo</strong> las relaciones sugeridas por la<br />

figura retórica.<br />

María Luján, por ejemplo, en “<strong>El</strong> mar <strong>de</strong> arriba” (la autora realiza un juego entre<br />

mar y cielo) logra armar un itinerario, iniciado a partir <strong>de</strong> la confrontación entre cielo y<br />

ciudad, por un lado, y el shopping, por el otro. Su lectura <strong>de</strong> una foto <strong>de</strong>l techo vidriado<br />

<strong>de</strong>l centro comercial la lleva a establecer esta oposición y a irradiar, en forma <strong>de</strong> haces,<br />

diferentes asociaciones. En efecto, parte <strong>de</strong> la metáfora <strong>de</strong> la telaraña con la que vincula<br />

al techo pero, al indagar en los usos y características <strong>de</strong> la tela, las <strong>de</strong>rivaciones halladas<br />

le permiten la consecuente digresión propia <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong> hasta contrastar la artificialidad<br />

<strong>de</strong>l shopping con la “realidad” <strong>de</strong> la ciudad.<br />

2. 2 La foto como analogía<br />

En “Cuando se elige el propio ritmo”, Agustina parte <strong>de</strong> una fotografía <strong>de</strong> un<br />

edificio alto (si se lo contrasta con el entorno <strong>de</strong> casas bajas) para discurrir sobre la<br />

soledad y el encuentro con el otro, ayudada por la analogía que la imagen procuró: así


como el edificio se alza solitario pero, a la vez, relacionado con el barrio en el que se<br />

yergue, así el ciudadano <strong>de</strong>be buscar la soledad, producto <strong>de</strong>l reconocimiento previo <strong>de</strong>l<br />

otro. Dice así: “Una existencia auténtica se trata, justamente, <strong>de</strong> una alternancia<br />

permanente entre soledad y comunicación. No pue<strong>de</strong> existir una sin la otra, <strong>de</strong> la misma<br />

manera en que es necesario que el hombre sobreviva solo para po<strong>de</strong>r vivir con el otro”.<br />

2. 3. La foto como metonimia / sinécdoque 13 .<br />

En otros <strong>ensayo</strong>s, como en el <strong>de</strong> Natalia en “Cambio <strong>de</strong> juego”, la imagen pue<strong>de</strong><br />

funcionar como una sinécdoque. La fotografía muestra una terraza <strong>de</strong> techo <strong>de</strong> chapa<br />

sobre la que reposa una pelota. Como lo indica la alumna, la pelota (la parte) “construye<br />

y forma parte <strong>de</strong> otras cosas: <strong>de</strong>l juego” (el todo). Una figura retórica a la que se la hace<br />

funcionar como punto <strong>de</strong> partida <strong>de</strong> una sucesión <strong>de</strong> sentidos que el <strong>ensayo</strong> indaga.<br />

Esa pelota a la que se califica <strong>de</strong> abandonada, apreciación a la que la autora llega<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong> la foto que va <strong>de</strong>l plano posterior al anterior, “refleja un<br />

cambio <strong>de</strong> circulación <strong>de</strong> los espacios públicos como ámbitos <strong>de</strong> recreación y<br />

sociabilidad a los espacios privados como ámbitos <strong>de</strong> aprendizaje y sociabilidad”.<br />

Natalia consi<strong>de</strong>ra, a partir <strong>de</strong> una aproximación al ro<strong>de</strong>o característico <strong>de</strong> cierto tipo <strong>de</strong><br />

<strong>ensayo</strong>s, que, a lo largo <strong>de</strong>l tiempo, con la irrupción <strong>de</strong> la computadora, hubo cambios<br />

en las costumbres, en general, y en el juego, en particular.<br />

Pero la escritura se afianza en su carácter exploratorio, en su focalización <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>talle: es así como se enuncia que la foto es un recorte <strong>de</strong> una totalidad más vasta<br />

(nuevo modo <strong>de</strong> acudir a lo sinecdóquico) y muestra “una parte <strong>de</strong>l barrio en un<br />

momento que <strong>de</strong>sconocemos”. Más a<strong>de</strong>lante, la alumna se va a preguntar qué es lo que<br />

quedó fuera <strong>de</strong> la fotografía, lo que le dará la oportunidad <strong>de</strong> dirigir su <strong>ensayo</strong> hacia la<br />

evolución <strong>de</strong> los juegos callejeros y <strong>de</strong> los lazos barriales, persistiendo en la misma<br />

línea <strong>de</strong> trabajo en la cual elige exhibir la búsqueda <strong>de</strong> un saber en las sucesivas<br />

atribuciones y <strong>de</strong>splazamientos <strong>de</strong> sentido.<br />

3. Fotos como ejemplos<br />

3. 1 La foto como punto <strong>de</strong> partida <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong><br />

13 Acordamos con Magariños cuando dice que “en ambas figuras se produce una operación <strong>de</strong> expansión<br />

y supresión”. En nuestro ejemplo, la operación es doble: según el análisis que se haga estamos frente a<br />

una u otra figura. J. A. Magariños <strong>de</strong> Morentín , <strong>El</strong> mensaje publicitario, . Buenos Aires, Hachette, 1984,<br />

pág. 269.


junto a él.<br />

Un hombre que duerme en la calle abriga con su frazada a un perro que duerme<br />

Esta foto es el punto <strong>de</strong> partida <strong>de</strong> Santiago, quien en “Buenos Aires: paraíso <strong>de</strong><br />

la monstruosidad” escribe en torno a la diversidad (en múltiples sentidos) <strong>de</strong> la ciudad.<br />

La foto, en consecuencia, es solo un disparador <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong> y funciona como ejemplo <strong>de</strong><br />

una “ciudad camaleónica” como lo es Buenos Aires. La fotografía elegida se va<br />

cargando <strong>de</strong> sentido a lo largo <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong>. Es punto <strong>de</strong> partida o pretexto, podríamos<br />

<strong>de</strong>cir, para el discurrir sobre variados temas anunciados en los subtítulos: “Teoría <strong>de</strong> la<br />

Hidra <strong>de</strong> Lerna (o método para enfrentar la ciudad)”, “Ciudad <strong>de</strong> camaleones (ciegos y<br />

sordo-mudos)” y “Características <strong>de</strong> su monstruosidad: ¿diversidad o ausencia <strong>de</strong><br />

i<strong>de</strong>ntidad?”.<br />

A lo largo <strong>de</strong> esta argumentación no se retoma la foto sino hasta el final. Allí la<br />

imagen, que es una <strong>de</strong> las tantas escenas que pue<strong>de</strong>n encontrarse en la ciudad, acumuló<br />

los distintos sentidos discutidos en el texto: la calle en la que duerme el hombre <strong>de</strong> la<br />

foto “pue<strong>de</strong> ser <strong>de</strong> día set <strong>de</strong> filmación”, o el hombre es ignorado o perseguido por “la<br />

policía funcional al sistema”; todo esto encarna el terreno sobre el que se juegan, al<br />

<strong>de</strong>cir <strong>de</strong> Santiago, <strong>de</strong>cisiones “macro” y “micro”. De este modo, la foto, que comienza<br />

siendo un mero ejemplo entre tantos otros, se convierte hacia el final en un ejemplo<br />

emblemático <strong>de</strong> cómo en la imagen se con<strong>de</strong>nsan los aspectos diversos, versátiles y<br />

camaleónicos <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Buenos Aires.<br />

3. 2. La foto como reaseguro <strong>de</strong> una cita teórica<br />

Ariel, en “<strong>El</strong> caos or<strong>de</strong>nado”, utiliza dos fotos muy distintas como ejemplos <strong>de</strong>l<br />

tema sobre el que va a ensayar pero que, para él, ilustran “el dominio <strong>de</strong> la racionalidad<br />

frente al caos”. Apoyándose en el concepto <strong>de</strong> “racionalidad técnica”, <strong>de</strong> Adorno y<br />

Horkheimer, 14 su <strong>ensayo</strong> parte <strong>de</strong> la imagen <strong>de</strong> una pequeña plazoleta ocupada por un<br />

enorme monumento, en el barrio <strong>de</strong> la Recoleta, y <strong>de</strong> una cabina telefónica ubicada a la<br />

vera <strong>de</strong>l río, en Tigre.<br />

Ambas fotografías ejemplifican y refrendan el marco teórico: tanto la<br />

construcción <strong>de</strong> la plazoleta (“construida para el monolito y no al revés”) como la<br />

instalación <strong>de</strong> una cabina telefónica (“en un ambiente natural”) dan testimonio <strong>de</strong> una<br />

especie <strong>de</strong> funcionalización que permite “mantener la organización y <strong>de</strong>terminación <strong>de</strong>l<br />

14 T. Adorno y Horkheimer, Dialéctica <strong>de</strong>l iluminismo, Buenos Aires, Sudamericana, 1988.


trabajo”. Así, la presencia <strong>de</strong> un teléfono junto al río o <strong>de</strong> un espacio ver<strong>de</strong> ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong><br />

edificios no es una contradicción sino una forma <strong>de</strong> estabilidad <strong>de</strong> la ciudad, que hace<br />

que esta progrese y funcione or<strong>de</strong>nadamente.<br />

3. 3. La foto como reaseguro <strong>de</strong> una hipótesis<br />

En su <strong>ensayo</strong> “Buenos Aires S.A.” Mora aborda el tema <strong>de</strong>l anonimato en la<br />

ciudad citando dos ejemplos que refutan esa i<strong>de</strong>a. Uno <strong>de</strong> ellos (el 26/7/06, día en el que<br />

cayó un fuerte granizo sobre Buenos Aires) está representado en una foto <strong>de</strong> una parada<br />

<strong>de</strong> colectivos, en la que se ven los trozos <strong>de</strong> hielo. Esta fotografía le sirve a la alumna<br />

para ejemplificar los casos en los que, a pesar <strong>de</strong>l anonimato característico <strong>de</strong> una gran<br />

urbe, se manifiestan atisbos, sin embargo, <strong>de</strong> una interacción más fuerte entre sus<br />

ciudadanos. En efecto, así como un mundial <strong>de</strong> fútbol (el otro ejemplo analizado) une a<br />

los habitantes <strong>de</strong> un país, el día <strong>de</strong>l granizo sirvió <strong>de</strong> marco para compartir miradas,<br />

actitu<strong>de</strong>s y sensaciones. Por un momento, no quedaron rastros <strong>de</strong> la anonimia en la<br />

ciudad y, en cambio, surgió una complicidad solidaria entre los transeúntes.<br />

3. 4. Combinación <strong>de</strong> recursos<br />

Martín, en su <strong>ensayo</strong>, “Contrastes porteños”, enuncia la siguiente hipótesis: “la<br />

urbanización trae aparejada la naturalización <strong>de</strong> ciertas contradicciones, <strong>de</strong> ciertos<br />

contrastes que solo son observables en las gran<strong>de</strong>s metrópolis”.<br />

Por un lado, la foto constituye un ejemplo: dos personas sentadas en sendas<br />

reposeras toman mate en la Plaza Martín Fierro. Detrás <strong>de</strong> ellas, la autopista 25 <strong>de</strong><br />

Mayo. A<strong>de</strong>más, es punto <strong>de</strong> partida para instalar el tema <strong>de</strong> los contrastes en la ciudad:<br />

naturaleza y urbanización, los que son integrados para llegar una interpretación <strong>de</strong> las<br />

contradicciones <strong>de</strong> la gran ciudad. Por otro lado, la fotografía también sirve para que el<br />

autor se formule preguntas que le permiten avanzar en su <strong>ensayo</strong>.<br />

Finalmente, la imagen es utilizada también como transposición <strong>de</strong> una cita <strong>de</strong><br />

Richard Sennet, extraída <strong>de</strong> Carne y piedra (1997), 15 en la que se expone lo que sienten<br />

aquellos que circulan por las autopistas para trasladarlo a lo que Martín presume que<br />

15 R. Sennett, Carne y piedra, Madrid, Alianza, 1997.


sienten las personas <strong>de</strong> la foto. Estas, como los “automovilistas <strong>de</strong> Sennett”, se han<br />

acostumbrado a los ruidos.<br />

<strong>El</strong> uso <strong>de</strong> las fotos (la mayoría <strong>de</strong> ellas tomadas por los mismos alumnos, una<br />

experiencia <strong>de</strong> la que muchos dan cuenta en sus <strong>ensayo</strong>s) ha resultado ser muy<br />

productivo porque ahí es don<strong>de</strong> comienza, verda<strong>de</strong>ramente, la escritura <strong>de</strong>l futuro<br />

<strong>ensayo</strong>. Ahí se encuentra el germen. En efecto, si reparamos en que planificar un texto<br />

implica generar i<strong>de</strong>as, organizarlas y formular objetivos (tal como se refiere en el<br />

capítulo 1), la función <strong>de</strong> la fotografía ha consistido en promover una asociación <strong>de</strong><br />

i<strong>de</strong>as o, en este caso, <strong>de</strong> imágenes, que impulsó a los alumnos a que las confrontaran<br />

entre sí, para luego avanzar en su conceptualización y realizar la selección <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as, su<br />

organización y posterior jerarquización.<br />

Varios alumnos trabajaron con más <strong>de</strong> una foto y armaron una especie <strong>de</strong> serie o<br />

secuencia <strong>de</strong> imágenes. Otros se concentraron solo en una. En cualquiera <strong>de</strong> los dos<br />

casos, la fotografía <strong>de</strong>spertó un alto grado <strong>de</strong> motivación, por un lado, y, por el otro, en<br />

lo que respecta a la escritura, un buen pre-texto. Entre las diferentes intervenciones<br />

didácticas que acompañaron el proceso <strong>de</strong> escritura, se pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>stacar las siguientes:<br />

relevamiento <strong>de</strong> aquellas hipótesis que procuraran un sentido a la composición <strong>de</strong> la<br />

fotografía; el reparar, registrar y asociar lo que la foto no muestra; la orientación a los<br />

alumnos para que <strong>de</strong>scartaran aquellas interpretaciones obvias y evi<strong>de</strong>ntes.<br />

Hay fotos que son leídas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el <strong>ensayo</strong> y la bibliografía; otras, solo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una<br />

<strong>de</strong> estas perspectivas. Algunas sirvieron <strong>de</strong> disparador; otras resultaron ser apoyos, pero<br />

en ambas ocasiones la función <strong>de</strong> la foto fue insoslayable.<br />

Finalmente, como hemos visto en el análisis previo, el uso <strong>de</strong> la fotografía se<br />

convirtió en una metáfora, un ejemplo, una sinécdoque en la que el alumno <strong>de</strong>scubrió<br />

que la imagen encierra una serie <strong>de</strong> posibilida<strong>de</strong>s que encuentran su cauce en y para la<br />

escritura.<br />

II 2. Epígrafes: otras voces<br />

Destinado, <strong>de</strong> acuerdo con Maingueneau (1989), “a ligar el discurso nuevo a un<br />

conjunto textual más vasto (…) para señalarlo como perteneciente a un conjunto<br />

<strong>de</strong>finido <strong>de</strong> otros discursos”, la elección <strong>de</strong>l epígrafe revela, en la escritura <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong>


<strong>de</strong> nuestros alumnos, un cruce <strong>de</strong> campos <strong>de</strong> conocimiento que les permitió una primera<br />

aproximación al tema.<br />

Empezaremos por uno <strong>de</strong> los trabajos que explota al máximo este recurso. En<br />

efecto, el <strong>ensayo</strong> <strong>de</strong> Pablo, “La suma <strong>de</strong> todos los recuerdos”, comienza con cuatro<br />

epígrafes <strong>de</strong> distinta proce<strong>de</strong>ncia: una letra <strong>de</strong> tango, <strong>de</strong> Aníbal Troilo; una cita extraída<br />

<strong>de</strong> Moby Dick, <strong>de</strong> Melville; otra <strong>de</strong> Crónica para el César, <strong>de</strong> Cortázar y, finalmente,<br />

una poesía <strong>de</strong> Borges, <strong>de</strong> Fundación mítica <strong>de</strong> Buenos Aires. De ellos citaremos solo<br />

algunos pasajes. En Troilo, por ejemplo, “Alguien dijo una vez que yo me fui <strong>de</strong> mi<br />

barrio, ¿cuándo? Pero ¿cuándo? Si siempre estoy llegando (...)”; Melville: “Queequeg<br />

era oriundo <strong>de</strong> Rokovoko (...) una isla que no figura en ningún mapa: los lugares<br />

verda<strong>de</strong>ros nunca figuran allí”; Cortázar: “Todo esto no pasará <strong>de</strong> los límites <strong>de</strong> tu<br />

cuarto pero levantarás una gran ciudad (...) la ciudad <strong>de</strong>l hombre crecerá en el hombre<br />

<strong>de</strong> la ciudad”; Borges: “Lo cierto es que mil hombres y otros mil arribaron (...)<br />

prendieron unos ranchos trémulos en la costa (...) Dicen que en el Riachuelo, pero son<br />

embelecos fraguados en la Boca. Fue una manzana entera y en mi barrio: en Palermo”.<br />

Pablo utiliza los epígrafes no solo como “puerta <strong>de</strong> acceso” a su <strong>ensayo</strong>, sino<br />

también y, especialmente, como una especie <strong>de</strong> “anuncio” con<strong>de</strong>nsado <strong>de</strong>l tema que va<br />

a abordar. Los epígrafes elegidos, <strong>de</strong> raigambre literaria, apuntan a la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l lugar <strong>de</strong><br />

origen, ese lugar que todos llevamos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> nosotros, bajo la forma <strong>de</strong> una sumatoria<br />

<strong>de</strong> recuerdos.<br />

Estas citas le permiten al alumno anticipar la tesis que <strong>de</strong>sarrollará en su trabajo,<br />

a saber, que la ciudad y, en particular, la <strong>de</strong> Buenos Aires, es reconstruida y conformada<br />

por la mirada <strong>de</strong> sus habitantes y por sus recuerdos y sensaciones. Por eso, concluye:<br />

“nadie, nunca va a po<strong>de</strong>r separarse <strong>de</strong> Buenos Aires (…) la llevaremos a<strong>de</strong>ntro adon<strong>de</strong><br />

vayamos (…) porque la ciudad, a pesar <strong>de</strong> sus edificios, sus veredas, sus autopistas, es<br />

la suma <strong>de</strong> todas las sensaciones, <strong>de</strong> todos los amores, <strong>de</strong> todos los miedos; la ciudad es<br />

la suma <strong>de</strong> todos los recuerdos, más allá <strong>de</strong> su realidad”. En cierta manera, po<strong>de</strong>mos<br />

<strong>de</strong>cir que los epígrafes no solo iluminan o guían el recorrido ensayístico, sino que,<br />

también, se constituyen en su materia, trasuntan el <strong>ensayo</strong>: no son retomados<br />

explícitamente pero sí se los advierte en los distintos momentos. En el cierre, circular,<br />

se vuelve a los epígrafes que abrieron el trabajo (cfr. apartado II 3).<br />

En su <strong>ensayo</strong>, Agustina emplea un único epígrafe para resumir la tesis. Es una<br />

suerte <strong>de</strong> sentencia que también le señala al lector en qué clave <strong>de</strong>berá leerse el trabajo.<br />

Al mismo tiempo, le sirve a la alumna <strong>de</strong> impulso para empezar a ensayar. <strong>El</strong> epígrafe


elegido, una cita <strong>de</strong> Schopenhauer: “Negar al hombre los beneficios <strong>de</strong> la soledad y<br />

ahogarlo en la masa anónima es un crimen imperdonable”, constituye la base sobre la<br />

que se comenzará a <strong>de</strong>linear la argumentación a favor <strong>de</strong> una soledad que, lejos <strong>de</strong> ser<br />

consi<strong>de</strong>rada como “aislamiento” y “<strong>de</strong>solación”, es, antes bien, una elección <strong>de</strong>l<br />

ciudadano. Así, la cita <strong>de</strong> Schopenhauer le posibilita a Agustina argumentar contra un<br />

lugar común muy asociado a la gran ciudad: el anonimato.<br />

A partir <strong>de</strong>l epígrafe, entonces, se intenta mostrar la otra cara <strong>de</strong> la anonimia en<br />

la ciudad: encontrarse a uno mismo para po<strong>de</strong>r buscar al otro en un tipo <strong>de</strong> relación que<br />

supere lo meramente funcional y fugaz. Hacia el final, la alumna rescribe el epígrafe:<br />

“Es necesario que el hombre sobreviva solo para po<strong>de</strong>r vivir con el otro”.<br />

En otras ocasiones, el epígrafe elegido es extraído <strong>de</strong> la bibliografía que la<br />

cátedra pone a disposición <strong>de</strong>l alumno. De este modo, Natalia toma una cita <strong>de</strong> Susan<br />

Sontag, <strong>de</strong> ¡Click!, en relación con lo que implica una fotografía (analizada en el<br />

apartado anterior), a saber, algo más que “el mero resultado <strong>de</strong>l encuentro entre un<br />

acontecimiento y un fotógrafo”. En este ejemplo, el <strong>ensayo</strong> revela un fuerte cruce <strong>de</strong> dos<br />

campos <strong>de</strong> conocimiento, que procuró la bibliografía seleccionada: el campo <strong>de</strong> la<br />

fotografía y el campo <strong>de</strong> la ciudad.<br />

Empezar con un epígrafe que pone en primer plano lo que significa una<br />

fotografía le posibilita a la alumna sentar las primeras bases <strong>de</strong>l avance temático <strong>de</strong> su<br />

texto. De ahí en más, la foto elegida servirá para iniciar el recorrido <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong>. Natalia<br />

comienza con una minuciosa <strong>de</strong>scripción para luego aten<strong>de</strong>r a lo que no está presente en<br />

la imagen: la gente. Justificar o, mejor dicho, ensayar sobre esta ausencia hace avanzar<br />

su texto, que ahora se centra en las transformaciones que sufre toda gran urbe a nivel <strong>de</strong><br />

sus barrios (cfr. Pierre Mayol, 1999), un cambio <strong>de</strong> lo público por lo privado. En el final<br />

<strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong> se vuelve sobre el motivo principal <strong>de</strong> la fotografía elegida, una pelota en<br />

una terraza <strong>de</strong>sierta, que estaría indicando que los espacios y los usos (en este caso, los<br />

juegos) <strong>de</strong> la ciudad se están transformando.<br />

Otra posibilidad <strong>de</strong> utilización <strong>de</strong>l epígrafe la constituye lo que podríamos<br />

<strong>de</strong>nominar una cita <strong>de</strong> autoridad. Ariel, por ejemplo, <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> encolumnar su <strong>ensayo</strong> en<br />

una cita <strong>de</strong> Adorno y Horkheimer: “Los tersos y colosales palacios que se alzan por<br />

todas partes representan la pura racionalidad privada <strong>de</strong> sentido <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s<br />

monopolios internacionales (...)”. Este epígrafe orientará en todo momento el discurrir<br />

argumentativo <strong>de</strong>l texto. Por eso es que ya en el primer párrafo el estudiante está en<br />

condiciones <strong>de</strong> hacer una fuerte afirmación (a partir <strong>de</strong> las fotos elegidas): “Las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong>


equilibrio, convivencia, estabilidad, organización y racionalidad son las más apropiadas<br />

(para ser vinculadas con el concepto <strong>de</strong> ciudad)” y sigue : “La metrópolis no es un<br />

conjunto <strong>de</strong> ciuda<strong>de</strong>s o culturas en conflicto en un mismo lugar, sino la combinación en<br />

medidas justas <strong>de</strong> diferentes realida<strong>de</strong>s (o partes <strong>de</strong> esas realida<strong>de</strong>s) para el<br />

mantenimiento <strong>de</strong>l equilibrio”. Es <strong>de</strong>cir, el epígrafe <strong>de</strong> Adorno y Horkheimer habilita al<br />

alumno a tomar claramente una posición, algo que se sostiene en el recorrido<br />

argumentativo posterior, en el que la cita <strong>de</strong> autoridad es transpuesta, fotografías<br />

mediante, a la ciudad <strong>de</strong> Buenos Aires.<br />

En otros trabajos, la conexión entre el epígrafe y el <strong>ensayo</strong> es un poco más lábil.<br />

Tal es el caso <strong>de</strong> Mora que inicia su texto con una cita <strong>de</strong> Marc Augé (“Emoción <strong>de</strong> un<br />

instante, personalización <strong>de</strong> la ciudad, i<strong>de</strong>ntificación (...) seducciones y repulsiones<br />

mezcladas: todos esos movimientos <strong>de</strong>l ánimo por la acción <strong>de</strong> los sentidos”) que será<br />

retomada, “aleatoriamente”, en la mitad <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong>, al citar ejemplos <strong>de</strong> las fotografías,<br />

que dan cuenta <strong>de</strong> cierta empatía entre los habitantes <strong>de</strong> una ciudad, cuando suce<strong>de</strong> un<br />

hecho inesperado o infortunado. “Un colectivo que no llega, por ejemplo, ya es motivo<br />

<strong>de</strong> críticas y comentarios por parte <strong>de</strong> los que esperan. Po<strong>de</strong>mos ver que la gente se<br />

mira, comenta, sonríe o critica, pero se asocia, se aleja <strong>de</strong> su anonimato y <strong>de</strong> su<br />

condición <strong>de</strong> extraño hacia el otro para contagiarse <strong>de</strong> una complicidad <strong>de</strong><br />

entendimiento mutuo”, dirá la alumna. Más a<strong>de</strong>lante, en referencia al granizo que tuvo<br />

lugar el 26 <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> 2006, agrega: “La situación que se creó ese día, sin embargo, no<br />

acabó solo en ese día: ¿qué hay <strong>de</strong> todas las marcas en autos, toldos y vidrios?, ¿qué hay<br />

<strong>de</strong> nuestros recuerdos?, ¿y <strong>de</strong> las historias que han quedado?”.<br />

En consecuencia, como <strong>de</strong>cíamos al comienzo, el uso <strong>de</strong>l epígrafe, tala como lo<br />

incorpora la alumna, no tiene una relación tan estrecha con el texto como, en cambio, se<br />

manifestaba en los ejemplos analizados más arriba. Su peso lo adquiere <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la<br />

lectura <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong>; es este el que le da su sentido. Avanzamos en su recorrido<br />

exploratorio y llegados al final atribuimos nuevas relaciones al epígrafe inicial. De<br />

alguna manera su inclusión expone su vínculo con la bibliografía propuesta. A modo <strong>de</strong><br />

cita reliquia, cumple la tarea <strong>de</strong> “encarnar –según advierte Maingueneau (1989) – 16 un<br />

fragmento <strong>de</strong> ‘discurso verda<strong>de</strong>ro’, auténtico y, en consecuencia, <strong>de</strong> autentificar el<br />

discurso citante”.<br />

16 D. Maingueneau, Introducción a los métodos <strong>de</strong> análisis <strong>de</strong>l discurso, Buenos Aires, Hachette, 1989,<br />

pág. 142.


Finalmente, un caso original lo constituye un epígrafe <strong>de</strong>l mismo autor <strong>de</strong>l<br />

<strong>ensayo</strong>. Santiago, en “Buenos Aires: paraíso <strong>de</strong> la monstruosidad”, dice: “La ciudad no<br />

pi<strong>de</strong> clemencia (...) Cuando mucho recurre a un sollozo colectivo que <strong>de</strong> cuando en vez<br />

es correspondido con gotas <strong>de</strong> alivio cristalinas o piedras malintencionadas que nos<br />

encuentran siempre al <strong>de</strong>scubierto y <strong>de</strong>sprevenidos”, aporte poético y personal, cuya<br />

función es presentar la mirada o perspectiva <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la cual quien ensaya se va a<br />

aproximar a la ciudad, la que es caracterizada a lo largo <strong>de</strong>l trabajo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> distintas<br />

vertientes.<br />

Como hemos visto, el uso <strong>de</strong> los epígrafes es muy variado, como así también su<br />

origen, si bien se <strong>de</strong>stacan aquellos que proce<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la literatura, la fotografía (Barthes,<br />

Sontag, Travnik, entre otros) o la filosofía. En general, suelen ser el impulso <strong>de</strong>l ensayar<br />

y, por eso, muchas veces, su vínculo con el <strong>ensayo</strong> es estrecho, ya que este lo retoma<br />

para parafrasearlo, reformularlo o ejemplificarlo. En el corpus analizado son pocos los<br />

epígrafes que han sido utilizados como meros “adornos” <strong>de</strong>l texto, lo que <strong>de</strong>muestra que<br />

los estudiantes son conscientes <strong>de</strong> su utilidad y funcionamiento.<br />

En todos los casos, coincidimos en señalar que el epígrafe es una impronta <strong>de</strong> la<br />

mirada <strong>de</strong>l ensayista, una suerte <strong>de</strong> surco que prepara el terreno que va a ser escrito. Es,<br />

parafraseando a Barthes 17 , lo que arrastra toda la escritura.<br />

II 3. Principios y finales: el lugar <strong>de</strong> la duda y la interpretación<br />

Según Adorno, 18 el <strong>ensayo</strong> tiene la libertad <strong>de</strong> empezar en el punto en que el<br />

escritor <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> y terminar cuando siente llegado el final. Los alumnos muestran tener<br />

claro que no existe ninguna convención respecto <strong>de</strong> cómo <strong>de</strong>be comenzar un <strong>ensayo</strong>.<br />

Así encontramos una diversidad interesante <strong>de</strong> modos <strong>de</strong> comenzar y mucha libertad<br />

para <strong>de</strong>cidir cómo hacerlo. Enumeraremos algunos <strong>de</strong> ellos:<br />

<strong>1.</strong> Un dicho popular apócrifo 19<br />

Pablo comienza relatando lo que dicen los viejos habitantes <strong>de</strong> Valparaíso,<br />

acerca <strong>de</strong> que hay dos ciuda<strong>de</strong>s y que <strong>de</strong>scubrirlas <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong>l visitante. Una es la que<br />

17 “Un <strong>de</strong>talle arrastra toda mi lectura”.<br />

18 T. Adorno, “<strong>El</strong> <strong>ensayo</strong> como forma”, en Notas <strong>de</strong> Literatura, Barcelona, Ariel, 1962.<br />

19 <strong>El</strong> alumno inventa la tradicionalidad <strong>de</strong> una concepción <strong>de</strong> la ciudad.


pue<strong>de</strong>n ver los que aman la montaña y ven una ciudad en subida; la otra es para los que<br />

buscan el mar. Sin embargo, parecería haber otra, que es para los que la saben recorrer.<br />

A partir <strong>de</strong> esta última objeción el <strong>ensayo</strong> abre paso a una cita <strong>de</strong> De Certeau para<br />

refutar al autor: la ciudad no <strong>de</strong>be ser vista <strong>de</strong>s<strong>de</strong> arriba sino <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la observación en la<br />

calle para po<strong>de</strong>r respon<strong>de</strong>r a la pregunta “¿cómo se construye una ciudad?”<br />

Luego hay un comentario sobre lo que hizo el alumno mismo para respon<strong>de</strong>r a<br />

esa pregunta. Las fotos que toma no lo convencen porque, si bien tienen un valor<br />

estético, no reflejan lo que él busca. Resuelve esta tarea caminando. De ese <strong>de</strong>ambular<br />

elige tres fotos, <strong>de</strong> las que <strong>de</strong>staca la <strong>de</strong> una pareja <strong>de</strong> chicos japoneses con atuendos<br />

típicos <strong>de</strong>l país. En los rostros el estudiante registra la construcción <strong>de</strong> la ciudad y así<br />

obtiene la respuesta a su interrogante. Llega a ella a través <strong>de</strong> su lectura <strong>de</strong> Benjamin<br />

(“En la fotografía, el valor exhibitivo <strong>de</strong> la obra comienza a reprimir en toda la línea al<br />

valor cultural. Pero este no ce<strong>de</strong> sin resistencia. Ocupa una última trinchera que es el<br />

rostro humano”) (1972: 7). Las personas construimos la ciudad paso a paso,<br />

atribuyéndole y cambiándole significados.<br />

En el final, Pablo llega a la conclusión <strong>de</strong> que la ciudad es reconstruida con cada<br />

mirada, incluso, hasta en aquellos lugares en los que no es Buenos Aires. En síntesis:<br />

los habitantes construyen la ciudad, la dotan <strong>de</strong> sentido, aún estando lejos <strong>de</strong> ella porque<br />

“nadie nunca va a po<strong>de</strong>r separarse <strong>de</strong> Buenos Aires”. Nosotros le atribuimos sentido,<br />

pero ella también nos resignifica.<br />

Si en el principio se elige contar un relato, en el final queda claro que así como<br />

ese pueblo reconoce la existencia <strong>de</strong> dos o tres Valparaíso, así también suce<strong>de</strong> con<br />

Buenos Aires o toda gran ciudad. Sus habitantes la reconocen, la <strong>de</strong>scubren en tanto y<br />

en cuanto le otorgan sentido, construcción esta que, a su vez, vuelve sobre el habitante<br />

para transformarlo.<br />

Pablo parte <strong>de</strong> la doxa para luego, bibliografía mediante (refutación <strong>de</strong> De<br />

Certeau y fundamentación <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> Benjamin), ratificar esas creencias o dichos<br />

populares <strong>de</strong>l comienzo.<br />

En consecuencia, la tesis queda confirmada. Es como si se produjera una<br />

transformación o crecimiento: <strong>de</strong> algo dóxico (opinión generalizada) a algo más<br />

epistémico (saber fundamentado), cuya base es la propia experiencia <strong>de</strong> Pablo como<br />

observador <strong>de</strong> la ciudad (con cámara en mano) y la reflexión y aplicación <strong>de</strong> la cita <strong>de</strong><br />

Benjamin. Con esa cita todo el <strong>ensayo</strong> da un vuelco.


<strong>El</strong> final, entonces, es conclusivo y circular porque no solo se cierra la<br />

argumentación sino que, también, se retoma el título <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong> (“La suma <strong>de</strong> todos los<br />

recuerdos”).<br />

2. Un juego (¿qué pasaría si…?)<br />

Marisol, en “Un lugar en el mundo”, abre con una invitación a imaginar qué<br />

pasaría si cerráramos los ojos por un instante y al abrirlos nos encontráramos con una<br />

ciudad sin gente, sin ruido, sin movimiento. Este juego le permite a la alumna llegar a<br />

la conclusión <strong>de</strong> que lo que veríamos no sería una ciudad porque, precisamente, le<br />

faltaría su principal elemento constitutivo: sus ciudadanos.<br />

A partir <strong>de</strong> ahí se <strong>de</strong>scribe lo urbano con la siguiente imagen: nosotros somos las “pilas”<br />

<strong>de</strong>l “juego” que es la ciudad; esta necesita <strong>de</strong> nosotros para po<strong>de</strong>r funcionar.<br />

A continuación la alumna utiliza diversos autores <strong>de</strong> la bibliografía con el objeto<br />

<strong>de</strong> mostrar el vínculo entre los ciudadanos y su lugar. Por ejemplo, Marc Augé le da pie<br />

para afirmar que “la ciudad nos imagina como los personajes <strong>de</strong> su cuento y que<br />

nosotros la imaginamos a ella como nuestro espacio <strong>de</strong> aventuras habituales; en<br />

<strong>de</strong>finitiva, estamos jugando en un lugar al que llamamos ciudad (…).”. Es <strong>de</strong>cir, se<br />

toma la cita y se sigue jugando al “qué pasaría si” <strong>de</strong>l comienzo. La estudiante, también,<br />

sigue jugando en su <strong>ensayo</strong>. Así llega a Barthes y coinci<strong>de</strong> con su cita <strong>de</strong> que “la ciudad<br />

es un discurso, y este discurso es verda<strong>de</strong>ramente un lenguaje: la ciudad habla a sus<br />

habitantes, nosotros hablamos a nuestra ciudad”.<br />

En el final, la alumna elabora una analogía entre un cuerpo y Buenos Aires.<br />

Después <strong>de</strong> <strong>de</strong>ambular por Augé y la memoria, De Certeau y la imposibilidad <strong>de</strong> leer y<br />

Barthes que nos habla <strong>de</strong> la ciudad-texto a la que leemos, Marisol encuentra esta<br />

vinculación entre el individuo y el todo, la ciudad, en la que el individuo sería una <strong>de</strong> las<br />

moléculas. Así el final vuelve sobre el comienzo: somos una parte <strong>de</strong>l todo.<br />

3, Una reflexión en torno <strong>de</strong> la fotografía como lenguaje.<br />

Natalia comienza con una reflexión motivada por el epígrafe <strong>de</strong> Susan Sontag<br />

(cfr. apartado II. 2), la que le permite a continuación empezar a <strong>de</strong>scribir lo que<br />

efectivamente quedó enmarcado en la foto elegida. Allí se vislumbra el germen <strong>de</strong>l<br />

<strong>ensayo</strong>: una pelota solitaria sobre un techo <strong>de</strong> chapa dará origen al discurrir sobre los


cambios <strong>de</strong> hábitos, en especial, el juego y el barrio. <strong>El</strong> final resulta menos osado que el<br />

comienzo, ya que hay una actitud más conciliadora: efectivamente, estamos en<br />

presencia <strong>de</strong> un cambio <strong>de</strong> lo público (jugar en el barrio) a lo privado (jugar <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />

las cuatro pare<strong>de</strong>s) y eso es una transición. La alumna vuelve a la imagen <strong>de</strong> la pelota,<br />

verda<strong>de</strong>ro imán que atrajo su mirada, para dudar <strong>de</strong> si será siendo o no protagonista <strong>de</strong><br />

los juegos.<br />

4. Una <strong>de</strong>finición <strong>de</strong> diccionario.<br />

María Luján parte <strong>de</strong> la <strong>de</strong>finición <strong>de</strong> “cielo” y <strong>de</strong> “ciudad” para enfatizar lo<br />

natural y su contraposición con lo hecho por el hombre, lo cultural. En el siguiente<br />

párrafo, esa contraposición toma forma en la figura <strong>de</strong>l shopping y su falso cielo <strong>de</strong> tela<br />

<strong>de</strong> araña. A lo largo <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong> la estudiante reflexiona sobre el crecimiento no<br />

planificado <strong>de</strong> la ciudad y dialoga con pasajes extraídos <strong>de</strong> “Ciuda<strong>de</strong>s multiculturales y<br />

contradicciones <strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>rnización” <strong>de</strong> García Canclini, sin per<strong>de</strong>r <strong>de</strong> vista la metáfora<br />

<strong>de</strong> la tela <strong>de</strong> araña a la que aludimos en el apartado 2. <strong>1.</strong><br />

En consecuencia, el cielo sigue ocupando las reflexiones <strong>de</strong> la estudiante y en el<br />

final la oposición “cielo real” y “mar <strong>de</strong> arriba” (imagen productiva que le permite<br />

referirse al techo vidriado <strong>de</strong>l shopping) se resuelve en la conclusión <strong>de</strong> que los que<br />

<strong>de</strong>ambulan <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> ese “mar” están limitados porque no ven 20 (acá es <strong>de</strong>cisivo el<br />

aporte previo <strong>de</strong> una cita <strong>de</strong> De Certeau acerca <strong>de</strong> los practicantes o caminantes <strong>de</strong> la<br />

ciudad, que manejan espacios que no se ven).<br />

<strong>El</strong> último párrafo, sin dudas, es el más elocuente <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong>; lo reproducimos:<br />

“¿Alguno <strong>de</strong> uste<strong>de</strong>s sabe cómo en el circo amaestran a las pulgas?, las ponen en<br />

una pecera con techo <strong>de</strong> vidrio. Las pulgas saltan y, obviamente, chocan contra el<br />

techo. Luego <strong>de</strong> un tiempo, la tapa <strong>de</strong> la pecera es retirada pero las pulgas siguen<br />

saltando hasta ese límite ahora inexistente”. En estas líneas se con<strong>de</strong>nsa aquello que,<br />

quizás, no pudo ser formulado en el <strong>ensayo</strong>. A<strong>de</strong>más, a diferencia <strong>de</strong> los otros<br />

finales vistos, este involucra al lector (inclusión <strong>de</strong>l pronombre <strong>de</strong> segunda persona<br />

plural y uso <strong>de</strong> la pregunta retórica) e introduce un nuevo elemento (la recurrencia a<br />

las pulgas) a la serie <strong>de</strong> recursos ya utilizados.<br />

5. Una pregunta<br />

20 Esta imposibilidad <strong>de</strong> ver se toma <strong>de</strong> una doble metáfora reconocible en el <strong>ensayo</strong> <strong>de</strong> De Certeau:<br />

“Caminante y mirones”, según la cual los caminantes no logran ver, a diferencia <strong>de</strong> los mirones, que<br />

disponen <strong>de</strong> una visión panorámica. No consi<strong>de</strong>ramos pertinente explayarnos en la interpretación <strong>de</strong> un<br />

<strong>ensayo</strong> especialmente sugerente y complejo.


Ariel comienza preguntándose por las i<strong>de</strong>as que, habitualmente, están asociadas al<br />

concepto <strong>de</strong> ciudad, tales como ruido, velocidad, conflicto o caos.<br />

Partir <strong>de</strong>l estereotipo o <strong>de</strong> la doxa le permite, a partir <strong>de</strong> las fotografías elegidas y <strong>de</strong>l<br />

epígrafe <strong>de</strong> Adorno y Horkheimer (cfr. apartado II 2), empezar a sentar las bases <strong>de</strong><br />

su futura argumentación: las i<strong>de</strong>as más apropiadas en relación con la ciudad son las <strong>de</strong><br />

“equilibrio, convivencia, estabilidad, organización y racionalidad”. Precisamente es este<br />

último concepto, tomado en un sentido técnico-productivo, el que guiará la<br />

argumentación.<br />

A lo largo <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong> el estudiante discute enfáticamente con García Canclini,<br />

autor incluido en la bibliografía, para finalmente arribar a la conclusión <strong>de</strong> que lo que<br />

mantiene viva a la ciudad es “el progreso mo<strong>de</strong>rno y la razón técnica, instrumental, que<br />

propaga la mo<strong>de</strong>rnidad” y es este factor el que “hace entendible el aparente mas no<br />

realmente verda<strong>de</strong>ro caos”. Para ejemplificar, Ariel vuelve otra vez a una <strong>de</strong> las fotos<br />

elegidas (la cabina telefónica junto al río) que constituye para él no “una contradicción<br />

posmo<strong>de</strong>rna, sino una adaptación mo<strong>de</strong>rna para po<strong>de</strong>r mantener la vida en la ciudad y<br />

mejorar la productividad.” Lo que parece ser una contradicción, es, sin embargo, un<br />

progreso.<br />

<strong>El</strong> <strong>ensayo</strong>, netamente argumentativo, cierra y vuelve al principio para refrendar, una<br />

vez más, la elección <strong>de</strong>l marco teórico (presente ya en el epígrafe) y <strong>de</strong> las fotografías.<br />

6. Una <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong> la foto elegida<br />

<strong>El</strong> <strong>ensayo</strong> <strong>de</strong> Martín <strong>de</strong>scribe la imagen elegida: dos personas sentadas en sus<br />

reposeras toman mate en la Plaza Martín Fierro con la autopista 25 <strong>de</strong> Mayo <strong>de</strong> fondo.<br />

Luego <strong>de</strong> esta pequeña introducción, el alumno recuerda el momento en que tomó esa<br />

foto y lo que pensaba <strong>de</strong> esa escena que, para él, <strong>de</strong>bería haberse dado en un lugar <strong>de</strong><br />

vacaciones y no en medio <strong>de</strong>l ruido <strong>de</strong> la ciudad.<br />

Este comienzo revela una <strong>de</strong> las características <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong> ya mencionadas, a<br />

saber, la <strong>de</strong> la subjetividad, el tono intimista y, por momentos, casi confesional. <strong>El</strong><br />

estudiante, en efecto, recupera lo que imaginó en el instante <strong>de</strong> sacar la foto para<br />

asociarlo a su propia experiencia en la ciudad (se trata <strong>de</strong> un alumno <strong>de</strong>l llamado<br />

interior <strong>de</strong>l país que, según sus palabras, no “logra adaptarse a ese contraste entre<br />

naturaleza y urbanización”). Esa imagen y sus propias vivencias lo llevan a preguntarse<br />

por los contrastes en Buenos Aires, lo que promueve el avance <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong>.


En el final Martín vuelve al comienzo y a su condición <strong>de</strong> outsi<strong>de</strong>r asombrado<br />

para concluir que “la urbanización trae aparejada la naturalización <strong>de</strong> ciertos<br />

contrastes”. Con un cierre circular se retoma la escena inicial <strong>de</strong> las dos personas y la<br />

autopista <strong>de</strong> fondo, junto con un narrador que se cuestiona si no tendrá también él que<br />

adaptarse a esos contrastes.<br />

Si en los comienzos hay una gran diversidad (solo mencionamos algunos, los<br />

más representados y significativos <strong>de</strong>l género que nos ocupa), los finales, sin embargo,<br />

presentan la mayoría la misma ten<strong>de</strong>ncia: cierre y vuelta al comienzo, ya sea al epígrafe,<br />

a la foto o a los primeros párrafos. Es <strong>de</strong>cir, se percibe cierta necesidad <strong>de</strong> clausurar el<br />

texto en el sentido <strong>de</strong> buscar una especie <strong>de</strong> “respuesta que cierra la marcha abierta por<br />

la pregunta” (cfr. Giordano). Se aspira, quizás, a encontrar una solución antes que a<br />

sostener un cierre provisorio.<br />

También, en general, es en estos dos lugares don<strong>de</strong> asistimos a la mayor carga<br />

<strong>de</strong> subjetividad o, como diría Giordano, <strong>de</strong> <strong>de</strong>senmascaramiento. Es en el comienzo y/o<br />

en el final don<strong>de</strong> se acumulan las dudas, las convicciones y, a veces, las emociones. Es<br />

ahí también don<strong>de</strong> tiene lugar la doxa, la anécdota, el recuerdo, la imaginación, la<br />

interpretación, la ambigüedad. También es en estos lugares <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> se intenta<br />

interpelar y movilizar al lector porque allí quien escribe da testimonio <strong>de</strong>l impacto que<br />

le provocó un hecho, una imagen, un <strong>de</strong>talle.<br />

II 4. Subjetividad: un cuarto íntimo<br />

Como se dijo, en el género <strong>ensayo</strong> suele prevalecer un tono íntimo, confesional,<br />

en el que importa indagar el objeto <strong>de</strong> conocimiento pero por sobre todas las cosas el<br />

impacto y la emoción que esta indagación le produce al sujeto. La preocupación íntima,<br />

la incertidumbre que requiere su <strong>de</strong>finición, la sutil satisfacción frente al conocer propia<br />

<strong>de</strong>l sujeto exhibe sus marcas en el <strong>ensayo</strong> y a su vez lo <strong>de</strong>termina.<br />

En los trabajos analizados no faltan las consabidas huellas propias <strong>de</strong> un sujeto<br />

<strong>de</strong> enunciación que se manifiesta cercano, que muestra su búsqueda y sus <strong>de</strong>svíos, y que<br />

las más <strong>de</strong> las veces involucran e incluyen al lector en ese recorrido. Predomina, en<br />

consecuencia, el uso <strong>de</strong> la primera persona, ya sea singular o plural, la valoración<br />

subjetiva, las preguntas que ayudan al avance temático y a la vez suponen una<br />

complicidad con el lector. Pero más allá <strong>de</strong> estos rasgos recurrentes nos <strong>de</strong>tuvimos en


otras formas <strong>de</strong> la subjetividad: el <strong>de</strong>sdoblamiento manifiesto entre sujeto <strong>de</strong> la<br />

enunciación y sujeto <strong>de</strong>l enunciado (Filinich, 1998).<br />

Santiago, por ejemplo, incorpora una fuerte marca autorreferencial en “Buenos<br />

Aires: paraíso <strong>de</strong> la monstruosidad”, a través <strong>de</strong> la analogía que expone y que va a servir<br />

como eje <strong>de</strong> su <strong>ensayo</strong>. Hércules enfrenta a la hidra como el autor <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong> enfrenta el<br />

tema <strong>de</strong> la ciudad. En el <strong>de</strong>spliegue <strong>de</strong> la figura asistimos tanto a la dificultad <strong>de</strong> la tarea<br />

emprendida como al sentimiento que provoca esa dificultad, en una ilusoria<br />

coinci<strong>de</strong>ncia temporal entre asumir el riesgo y consignarlo en la escritura. Dice así:<br />

“Enfrentarse a la ciudad-Hidra es tener los sentidos muy alertas, a mano las antorchas<br />

<strong>de</strong> la información, la espada <strong>de</strong>l conocimiento y una fiel escu<strong>de</strong>ra (…) que venga<br />

preparada para enfrentar las circunstancias con hidalguía argumentativa. Apuntemos<br />

nuestras flecha-argumentos hacia la ciudad-monstruo…”.<br />

Las calificaciones valorativas, por su parte, cuando son encerradas entre<br />

paréntesis, exponen un con<strong>de</strong>nsado <strong>de</strong>sdoblamiento <strong>de</strong> la propia voz autoral. <strong>El</strong><br />

ensayista enuncia y a la vez corrige, restringe, acota, modaliza su enunciado por medio<br />

<strong>de</strong>l signo <strong>de</strong> puntuación. En la economía <strong>de</strong>l recurso no pue<strong>de</strong> no leerse la<br />

intencionalidad <strong>de</strong> mostrar un <strong>de</strong>sprejuicio, una irreverencia, quizá, frente a lo<br />

establecido y aceptado, frente al disenso y la objeción. Citamos algunos ejemplos: “La<br />

Hidra <strong>de</strong> Lerna era, según el mito, un monstruo acuático ctónico (<strong>de</strong>l inframundo) con<br />

forma <strong>de</strong> serpiente policéfala (<strong>de</strong> muchas cabezas)”. “[Buenos Aires] tiene estructuras<br />

edilicias <strong>de</strong> todo tipo que encarnan ese sentimiento ‘argentinísimo’ <strong>de</strong> sentirse un<br />

ciudadano <strong>de</strong>l (tercer) mundo sin un verda<strong>de</strong>ro arraigo a un <strong>de</strong>terminado estereotipo<br />

urbano”. “Por sus calles adoquinadas o (bien, mal y más o menos) pavimentadas uno<br />

pue<strong>de</strong> viajar por el mundo”. 21<br />

Johanna, en cambio, en “Invisibilidad naturalizada”, usará los paréntesis con una<br />

única intencionalidad: la <strong>de</strong> corregir e ironizar. Señala la autora: “ Todo es el resultado<br />

<strong>de</strong> un proceso, consecuencia <strong>de</strong> esta sociedad mo<strong>de</strong>rna (capitalista, para los entendidos),<br />

que tratan <strong>de</strong> generar una estabilidad aparente, (…) una sensación <strong>de</strong> libertad (ficticia) y<br />

po<strong>de</strong>r entonces mantener a las masas lo más apaciguadas posibles (…)”.<br />

Para terminar, exponemos un ejemplo <strong>de</strong> clara confesión, en la que el autor<br />

tematiza la <strong>de</strong>snaturalización que hace <strong>de</strong> la ciudad. Reconoce Martín, en “Contrastes<br />

porteños”: “Entonces no me queda más remedio que afirmar que la urbanización trae<br />

21 Las bastardillas son <strong>de</strong>l original y muestran la ironía: otra forma <strong>de</strong> la subjetividad <strong>de</strong>l autor.


aparejada la naturalización <strong>de</strong> ciertas contradicciones (…) Y quizá sea por ese motivo<br />

que yo, siendo una especie <strong>de</strong> turista en esta ciudad <strong>de</strong> Buenos Aires que <strong>de</strong> a poco<br />

empiezo a conocer, no puedo <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> sorpren<strong>de</strong>rme por tal convivencia entre ver<strong>de</strong> y<br />

gris, entre hormigón y césped (…)”.<br />

II. 5. Acudir a la bibliografía: un diálogo con los otros.<br />

Referimos en la introducción <strong>de</strong> este capítulo los materiales auxiliares que<br />

acompañaron el proceso <strong>de</strong> escritura <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong>: bibliografía sobre la ciudad y<br />

reflexiones acerca <strong>de</strong> la fotografía, entre otros. Se recomendó en consecuencia no solo<br />

su atenta lectura para que les procurara a los alumnos el background necesario o les<br />

proveyeras <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as disparadoras, tal como ocurrió, sino que mostraran por medio <strong>de</strong> los<br />

distintos tipos <strong>de</strong> citación (tanto un estilo directo como una sutil alusión) la lectura –<br />

interpretación e internalización– <strong>de</strong> esos textos. Los estudiantes, en consecuencia,<br />

tuvieron en cuenta esta sugerencia <strong>de</strong> diversos modos. También se alentó la búsqueda<br />

personal <strong>de</strong> material bibliográfico y la incorporación <strong>de</strong> saberes provenientes <strong>de</strong> otras<br />

materias. Muchos alumnos, efectivamente, ensayaron a partir <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar tesis <strong>de</strong><br />

textos que no se referían específicamente a la ciudad pero que resultaban <strong>de</strong> todos<br />

modos productivos para la reflexión que habían encarado.<br />

En cuanto a los modos <strong>de</strong> incorporar la bibliografía <strong>de</strong>terminamos cuatro<br />

instancias: la foto como reaseguro <strong>de</strong> la cita bibliográfica (expuesto en el apartado 3.<br />

2), la metáfora bibliográfica, la internalización <strong>de</strong> la cita, ya sea para seguirla a pie<br />

juntillas, continuarla, forzarla o <strong>de</strong>svirtuarla, u oponérsele, y el simple cumplimiento <strong>de</strong><br />

lo pedido por el docente. Este último caso se reconoce en textos en los que los alumnos<br />

tuvieron dificultad <strong>de</strong> ensayar. De alguna manera, la imposibilidad <strong>de</strong> plantear<br />

preguntas o sugerencias que problematizaran diferentes aspectos o perspectivas <strong>de</strong> la<br />

ciudad fue <strong>de</strong> la mano con la dificultad para “apropiarse” <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> otros.<br />

<strong>1.</strong> La metáfora bibliográfica<br />

Dimos en llamar metáfora bibliográfica al reconocimiento <strong>de</strong>l uso <strong>de</strong> metáforas<br />

en los <strong>ensayo</strong>s propuestos por la cátedra, y la posterior recreación <strong>de</strong> esa o esas<br />

metáforas en nuevas sustituciones creativas a partir <strong>de</strong> parámetros o coor<strong>de</strong>nadas<br />

similares o relacionados según algún rasgo.


Alejandro, por ejemplo, en su <strong>ensayo</strong> (no titulado) parte <strong>de</strong> la metáfora (cfr. nota<br />

1) <strong>de</strong> caminantes y mirones, o sea el arriba y el abajo, para oponer, en cambio, el atrás y<br />

el a<strong>de</strong>lante (relación que a su vez logra establecer a partir <strong>de</strong> la fotografía elegida por él<br />

como disparadora <strong>de</strong> su trabajo). Dice el alumno: “La mirada que proponemos es<br />

a<strong>de</strong>lante y atrás. Para po<strong>de</strong>r realizar esta visión hay que querer percibir la otra cara <strong>de</strong><br />

las cosas”, en clara alusión a la consabida expresión “las dos caras <strong>de</strong> la moneda”. Pero<br />

avanzado el texto las ubicaciones señaladas sumarán planos, ya sean estéticos,<br />

simbólicos, afectivos, recurso que lo llevará a oponer los shoppings a los geriátricos,<br />

don<strong>de</strong> incorpora a<strong>de</strong>más lo nuevo y lo viejo, <strong>de</strong>splazándose <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una metáfora<br />

con<strong>de</strong>nsada al <strong>de</strong>spliegue analógico. En su recorrido ensayístico persiste en el<br />

aprovechamiento <strong>de</strong> esta figura; nos referimos a la metáfora, para acudir ya ahora, más<br />

alejado <strong>de</strong> la <strong>de</strong>uda con De Certeau, a la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un muro que se <strong>de</strong>be <strong>de</strong>rrumbar para<br />

observar los contrastes urbanos, que fue <strong>de</strong>sgranando en su escritura.<br />

En “Buenos Aires S. A.”, Mora recurre a la metáfora barthesiana 22 <strong>de</strong> leer la<br />

ciudad ya no como disparador sino en tanto marco que promueve, a gran<strong>de</strong>s rasgos, el<br />

modo como se reflexionará sobre la ciudad. Citamos un fragmento <strong>de</strong>l primer párrafo:<br />

“Todos leemos a Buenos Aires, aunque hay veces en que nuestra lectura se vuelve<br />

superficial y estereotipada. Dejamos <strong>de</strong> leer para solo mirar, y <strong>de</strong>jamos <strong>de</strong> reflexionar<br />

para dar por sentado lo percibido. Intentemos, por un momento, volver a leer a Buenos<br />

Aires”.<br />

A continuación la alumna parece <strong>de</strong>sviarse <strong>de</strong> lo propuesto y se a<strong>de</strong>ntra en la<br />

revisión <strong>de</strong>l anonimato. Acu<strong>de</strong> para ello al ejemplo en el que pormenoriza diferentes<br />

situaciones siempre leídas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un marco teórico (cfr. apartado II 5). Pero al final<br />

<strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong>, sin embargo, nos encontramos con la sorpresa <strong>de</strong> que la “lectura” continuó<br />

vigente a pesar <strong>de</strong> que la escritura <strong>de</strong>ambulaba <strong>de</strong> ejemplo en ejemplo. Una aparente<br />

nueva metáfora cierra su escrito –la ciudad memoria, expresión extraída <strong>de</strong> Marc Augé–<br />

que es otra forma <strong>de</strong> volver al principio y a la vez mostrar el camino hecho: “Un tejido<br />

<strong>de</strong> recuerdos individuales y colectivos, –dirá la alumna– unidos en símbolos nuevos que<br />

ahora todos reconocemos y que evocan lo mismo. Símbolos nuevos nos unen en un<br />

entendimiento a todos los <strong>de</strong>sconocidos, anónimos y disociados compañeros <strong>de</strong> ciudad”.<br />

2. La internalización <strong>de</strong> la cita<br />

22 R. Barthes, “Semiología y urbanismo”, en La aventura semiológica, Buenos Aires, Paidós, 1990.


Escogimos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> este uso, que reconoce variados matices, aquella<br />

incorporación bibliográfica en la que el alumno consiguió ir más allá <strong>de</strong> lo propuesto<br />

por el autor al que refiere, esto es, que logró su propio <strong>de</strong>ambular ensayístico a partir <strong>de</strong><br />

la lectura <strong>de</strong>l otro. <strong>El</strong> alumno ha mantenido entonces un diálogo en el que expone su<br />

indagación personal.<br />

En “Cuando se elige el propio ritmo”, Agustina expone la necesidad <strong>de</strong> alcanzar<br />

una soledad que, sin <strong>de</strong>senten<strong>de</strong>rse <strong>de</strong>l otro, logre quebrar la rutina y el riesgo <strong>de</strong><br />

masificación.<br />

Señala la alumna: “Se preguntará el lector el porqué <strong>de</strong> este afán aparentemente<br />

masoquista. ¿Cuál es la utilidad <strong>de</strong> buscar encontrarse <strong>de</strong> este modo con el propio ‘yo’<br />

en una ciudad en don<strong>de</strong> pocas veces se prescin<strong>de</strong> <strong>de</strong>l otro? La clave está en la forma en<br />

que se busca al otro, en que el tipo <strong>de</strong> relaciones que se establecen entre los ciudadanos<br />

pocas veces superan lo funcional. Como dice García Canclini (1997) se trata <strong>de</strong><br />

‘interacciones evasivas y fugaces que propone la megalópolis’, algo claramente visible<br />

en la inmensidad <strong>de</strong> cualquier ciudad, que supongo que, sin objeciones, podría llamar<br />

reinos <strong>de</strong>l anonimato”.<br />

En el <strong>ensayo</strong> <strong>de</strong> Ariel, en cambio, “<strong>El</strong> caos or<strong>de</strong>nado”, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> incluir sus<br />

propias lecturas (busca referir un sentido a partir <strong>de</strong> algunas reflexiones <strong>de</strong> Adorno y<br />

Horkheimer) el estudiante se distancia <strong>de</strong> las aseveraciones <strong>de</strong> García Canclini. Dice<br />

así: “Varios autores han encarado el enfoque <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el caos y el conflicto.<br />

Un ejemplo paradigmático <strong>de</strong> este punto <strong>de</strong> vista lo presenta Néstor García Canclini.<br />

Este autor propuso la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> una grana megalópolis multicultural don<strong>de</strong> conviven tres<br />

tipos <strong>de</strong> ciuda<strong>de</strong>s, que se hacen presentes al consi<strong>de</strong>rar su historia y se sintetizan en lo<br />

que él dio en llamar ciudad vi<strong>de</strong>o clip. (…) Nosotros no negamos la existencia <strong>de</strong><br />

tensiones en la ciudad, pero yendo más profundo pensamos que esos conflictos se<br />

funcionalizan para mantener la organización y <strong>de</strong>terminación <strong>de</strong>l trabajo”.<br />

Como vemos, ya sea para reafirmar la palabra <strong>de</strong>l otro, ya sea para exponer las<br />

reservas que esta provoca, los alumnos consiguen exponer su propio <strong>de</strong>cir según<br />

diferentes modalida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la consabida recuperación bibliográfica.<br />

III Bibliografía consultada.<br />

Adorno, T. (2003) “La forma <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong>”, en Notas <strong>de</strong> literatura, Akal Ediciones,<br />

Madrid.


Calsamiglia Blancafort, H. y Tusón Valls, A. (2004) Las cosas <strong>de</strong>l <strong>de</strong>cir, Barcelona,<br />

Ariel.<br />

Filinich, M. I. (1998) Enunciación, EUDEBA, Buenos Aires.<br />

Giordano, A. (2005) Modos <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong>. De Borges a Piglia, Beatriz Viterbo Editora,<br />

Rosario.<br />

Grüner, E. (1966) “<strong>El</strong> <strong>ensayo</strong>: un género culpable”, en un Género culpable. La práctica<br />

<strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong>: entredichos, preferencias e intromisiones, Homo Sapiens Ediciones,<br />

Rosario.<br />

Kovadloff, S. “<strong>El</strong> <strong>ensayo</strong> en el espejo”, en La escritura <strong>de</strong> las ciencias sociales. Últimas<br />

funciones <strong>de</strong>l <strong>ensayo</strong>, Babel, n º 18, agosto 1990.<br />

Lakoff, G. y Johnson, M. (1980) Metáforas <strong>de</strong> la vida cotidiana, Madrid, Cátedra,<br />

Colección Teorema.<br />

Larrosa, J. “<strong>El</strong> <strong>ensayo</strong> y la escritura académica”, en Propuesta Educativa, vol. 12, nº 26,<br />

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Maingueneau, D. (1989) Introducción a los métodos <strong>de</strong> análisis <strong>de</strong>l discurso, Hachette,<br />

Buenos Aires.<br />

Perelman, Ch. y Olbrechts-Tyteca, L. (1989) Tratado <strong>de</strong> la argumentación, Madrid,<br />

Gredos.<br />

Rest, J. (1982) <strong>El</strong> cuarto en el recoveco, Centro Editor <strong>de</strong> América Latina, Buenos<br />

Aires.<br />

Reyes, A. (1944) “Las nuevas artes”, en Tricolor, México.<br />

Sarlo, B. (2001) “Del otro lado <strong>de</strong>l horizonte”, en Boletín 9 <strong>de</strong>l Centro <strong>de</strong> Estudios <strong>de</strong><br />

Teoría y Crítica Literaria, diciembre <strong>de</strong> 200<strong>1.</strong>

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