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hay un silencio absoluto. El barco se desliza por el agua
tan bien, que es un placer”.
Es tan especial, que a la hora de competir presenta nuevos
desafíos, que Santi detalla: “Es un barco que no tiene táctica.
A través de mis años de experiencia creo que la táctica está
escrita en los libros. Lo difícil es leer el viento. El Tornado exige
mucho de eso a largo plazo. Largás y tenés que decidir
derecha o izquierda. Y de repente estás definiendo un
campeonato mundial, o una olimpiada y te pasa que en el gate
virás primero, te vas para la derecha y ves como el segundo
se va para la izquierda. Esa decisión ya no la podés cambiar,
no podés cubrir al otro. Eso hace que las regatas tengan
siempre mucho más presión. Todo pasa muy rápido, en
equilibrio. Y todas las decisiones son blanco o negro. Para mi
gusto, eso lo hace un barco muy apasionante”.
“Como barco olímpico –explica- es súper interesante
porque tiene todo lo que conlleva a estar preparado para
unos juegos olímpicos. Desde el desarrollo deportivo, la
parte mental, la táctica, la estrategia, la parte física. Y
aparte tenés un desarrollo técnico muy dinámico que te
descalabra todo”.
El desafío del desarrollo de las velas es el que les toca
superar a Santi y a Camau en la recta final a las
Olimpíadas. Es que después de Atenas 2004 se le puso
mástil de carbono al Tornado (diseño one design) y eso
significó un nuevo desarrollo de velas. “A las velas con las
que salimos terceros en las olimpíadas, le retocamos la
curva de gratil para que calce al mástil de carbono, y
quedamos 17 en el primer torneo”, ejemplifica Santi.
Hoy están en una carrera contra reloj para llegar con el
equipo en óptimas condiciones a Beijing.
“Lamentablemente estamos atrasados con el desarrollo de
las velas, que en nuestra planificación es lo único que no
manejamos porque depende de cómo evolucionaron los
rivales más que de vos mismo”.
En la Semana Olímpica de Hyeres, en la que quedaron 19,
se encontraron con que los demás estaban un paso
adelante. “Hoy empezamos la temporada detrás de ellos”,
admite Santi. Pero se muestra confiado de que junto a
Juan Garay –su diseñador- van a dar vuelta la tendencia.
Tendrán el Europeo como termómetro, y dependiendo de
cómo les vaya correrán la Semana de Kiel –o irán directo a
China para entrenar en Qingdao, el escenario olímpico.
Cerca de cumplir 47 años (Camau tiene 41), Santi confiesa
que está barajando su retiro, aunque todavía no tiene nada
decidido. “A veces me siento cansado porque es una vida de
acá para allá. Tengo otros intereses, desde familiares hasta
personales. Me gusta estar en Argentina y tener más tiempo
para mí”. El retiro, cuenta, será la primera gran decisión en su
carrera náutica que, asegura, fue fluyendo naturalmente.
Después de los Juegos, correrá la Vuelta al Mundo Volvo
2008-2009 en uno de los dos barcos españoles. Con
respecto a ese nuevo desafío, cuenta que siente una
“presión enorme por hacerlo y mucho interés”. Su
compromiso con el equipo español deja en claro que su
retiro no está tan cerca. “Si decido no hacerla, siento que
me voy a arrepentir. Voy a aceptar el desafío y ya veremos
que me depara el destino”.
Mientras tanto, focaliza en la campaña olímpica. “La quiero
disfrutar enormemente porque por ahí pienso que son mis
últimos Juegos”, cuenta. Y remata dejando la puerta
abierta: “No lo sé”.
JAVIER CONTE Y JUAN DE LA FUENTE
Juan de la Fuente confiesa que con Javier Conte están
“relajados” frente a los Juegos Olímpicos de Beijing, en los
que representarán al país en la clase 470 masculino. Es que
cuentan con la experiencia que les dieron los dos anteriores.
“Probamos de los dos tragos: el del éxito en Sydney 2000 -
donde se colgaron la medalla de bronce- y el de la derrota en
Atenas 2004 –donde quedaron en el 14avo lugar.
Los resultados más recientes también les dan motivos.
Acaban de terminar quintos en el Campeonato Europeo
que se corrió en el Lago di Garda. En la mayoría de las
regatas terminaron entre los cinco primeros, toda una
rectificación cuando se habla del campeonato que sirve
como termómetro ante las olimpíadas.
Ya llevan doce años navegando juntos, y eso se nota: el
silencio arriba del barco es la regla y no la excepción. Juan
lo define como un “estado de simbiosis” porque no
necesitan hablar para saber qué piensa el otro. “Cada uno
se concentra en su trabajo, que ya es bastante”, agrega.
La división de tareas es clara: Javier timonea y hace la
táctica en popa; Juan, que generalmente es el que rompe
el silencio, mira los borneos, las rachas –y al resto de los
competidores- en ceñida.
Aunque confiesa que lo más duro es mantenerse con “el
peso mínimo y en un estado físico óptimo durante toda la
campaña” para ir probando las velas, y poniendo a punto
el barco, admite que lo determinante es “preparar el bocho
para una rápida recuperación ante las adversidades”. Es
que todos los que llegan a los Juegos Olímpicos andan
rápido y hacen bien la táctica”.
De cara a Beijing 2008 parecería que no quedan muchas
cosas por pulir. “Pero falta el cuco de China: entender bien
la cancha con sus corrientes y la táctica de llevada del
barco”, cuenta Juan. Es lo que planean hacer después del
Europeo, entre el 22 de junio y el 14 de julio, en Qingdao -
sede de los juegos- donde ya reservaron hotel. Cuando
lleguen las olimpiadas, van a vivir en la villa, aunque para
ellos es como cualquier otro lugar.
Durante los últimos cuatro años estuvieron corriendo
regatas en el circuito de máximo nivel y haciendo un
trabajo de velas con la velería Zaoli y su diseñador, Andrea
Mannini. Eso los llevó a estar “en la elite de la velocidad
con calma junto con el francés Charbonnier y el italiano
Grabrio Zandona”, define Juan.
Javier y Juan (con 31 y 30 años) aseguran que siguen
disfrutando de navegar y entrenar en el máximo nivel
deportivo. La clave: la satisfacción de ver el fruto del
sacrificio y de las elecciones que fueron haciendo a lo
largo de estos años. “Es como apostar -explica Juan- pero
Conte y De la Fuente en su 470.
El Yacht julio 2008
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