LIBRO. Mujeres haciendo la historia - Alpaca Producciones

Yo llegué acá a los once años, así que comencé la pre-adolescencia acá en la Argentina,
tratando de aprender el idioma. Mi tía vivía en Belgrano R y entonces comencé a tener
amigas, unas chicas muy ricas, muy compañeras.
Fue fácil hacer amigas porque la gente ha sido maravillosa, al menos conmigo.
El viaje obligado
Mirá, si te tengo que ser sincera, no me gustaba la idea de dejar Italia, yo rechacé desde
el principio la idea de irme, porque yo en Italia tenía mi colegio, mis amigos, tendía mi
mundo. Entonces yo nunca estuve de acuerdo.
Es más: en el barco había un chico que me arrastraba el ala, un napolitano muy rico, que
venía acá a poner las máquinas de café en aquél entonces, así que era gente
emprendedora: pero yo no quería saber nada, me quería volver. Los dos veníamos a
establecernos…
No tenía mucho entusiasmo. Me imaginaba que íbamos a estar en un lugar raro, que no
me iba a gustar, no me imaginé nunca algo de pobreza, ni hambre ni nada porque yo lo
desconocía por suerte.
Pero igual cuando llegué, en la casa de mi tía con todos los personajes que había
adentro, todos los domingos había cuatrocientas personas comiendo. Casi todos eran
italianos, pero no hablaban.
Pero tenía alguna compensación, porque tuve la primer fiesta de cumpleaños, me
regalaron un vestido nuevo, tuve mi primer muñeca grande para una Navidad, estaba
entusiasmadísima, pero nunca me terminó de gustar estar acá, extrañaba mucho a mis
dos amigos y a mis dos amigas.
Nada me venía bien. Después nos fuimos a vivir solos. Tampoco me gustaba la casa.
Como las páginas de un libro…
Terminé la escuela primaria, que me costó un montón, porque si bien las maestras
fueron bastante condescendientes yo tuve que aprender todo de nuevo, y bueno, lo logré
no repetí por suerte…
Terminé la primaria y me enfrenté con la escuela secundaria y con el examen de ingreso
que había que dar.
Mi mamá no tuvo la mejor idea de mandarme a un colegio, que en ese momento era el
número 1: el Comercial Bermejo, así que había que estudiar mucho…estudié y bueno
me fue bien, la pasé más o menos bien, ya me iba amoldando porque ya la lengua no era
un problema, aunque todavía no me era tan fácil, porque el idioma castellano es muy
rico de muchas cosas…nunca fui abanderada ni nada por el estilo, tenía algunas amigas
que sí…pero por suerte logré terminar.
Estudié acá… después me fui a trabajar y empecé a trabajar en Techint, entré como
secretaria del gerente general porque necesitaban alguien que supiese italiano, después
de ahí me fui como secretaria de un asesor (Roca).
Ahí estuve un tiempo, pero tuve que estudiar y como hacía mucho análisis me anoté en
la carrera de psicología y comencé a dar materias, porque creo que necesitas un
complemento. Además me parece que la psicología tiene que ver con algo que,
interiormente puede ser rígido o plástico.
La psicología para poder entenderla hace que sea plástica, en qué sentido lo tratan de
entender en un sentido emocional, de elaborar las broncas que uno tiene en la vida. Algo
de eso se movió dentro de mí.
Pero era difícil estudiar y trabajar y en un cierto momento me quise ir a Italia, de
vacaciones. Me busqué un curso de inglés en Londres para perfeccionar el inglés y allí