La hegemonía de Al-Ándalus - UNIR | acceso a la plataforma

La hegemonía de Al-Ándalus
[18.1] ¿Cómo estudiar este tema?
[18.2] Los califas
[18.3] El poder califal: Madinat al-Zahrá
[18.4] Sociedades en expansión
[18.5] Guerras y paces
[18.6] Almanzor
[18.7] El final del califato de los Omeyas
Módulo II
Historia Medieval de España
TEMA

Esquema
TEMA 18 – Esquema
Historia de España de la Edad Antigua y la Edad Media

Ideas clave
18.1. ¿Cómo estudiar este tema?
TEMA 18 – Ideas clave
Historia de España de la Edad Antigua y la Edad Media
Para estudiar este tema lee el capítulo 5 “La hegemonía de Al-Ándalus”
(Páginas 203–260) del manual de referencia de la asignatura: Manzano
Moreno, E. Épocas Medievales, Crítica - Marcial Pons. Barcelona. 2010.
Recuerda que para la correcta comprensión del tema resulta imprescindible
consultar en todo momento el mapa de las páginas 764-766. Así como la
cronología de las páginas 738-741.
Por último, no olvides leer los textos de las fuentes literarias relacionadas con el
tema: “Abd al-Rahmán III se autoproclama califa (929)” (Página 811); “Las
capañas de Almanzor contra el reino de León (c. 984-997 según el
Chronicon de Sampiro)” (Página 812) y “La desintegración del califato
omeya (fitna) entre 1021 y 1031 (según Ibn Hazm)” (Páginas 812-813).
Este tema se centra en la época del califato omeya, que duró apenas un siglo, entre
el 929 y el 1031.
El primer siglo del califato estuvo marcado por un período de esplendor, de
desarrollo demográfico y agrícola en toda la Península Ibérica, no sólo en los
territorios de Al-Ándalus, sino también en los reinos cristianos del norte.
Debido a su posición hegemónica, las circunstancias internas de Al-Ándalus
condicionaban todo lo que ocurría en la Península. Durante los períodos de
estabilidad y auge del califato, muchos reinos hispanos se veían obligados a
someterse al poder de los monarcas de Córdoba, con los que algunos monarcas
cristianos estaban incluso emparentados.
Pero ese vasallaje normalmente era sólo formal, y en el momento en el que el
califato atravesaba un período más complicado, los reyes cristianos olvidaban
sus juramentos de vasallaje y retomaban sus campañas de expansión,
arrebatando cada vez más espacio al reino de Al-Ándalus.

18.2. Los califas
TEMA 18 – Ideas clave
Historia de España de la Edad Antigua y la Edad Media
Abd al-Rahmán III se proclamó califa a comienzos del año 929. De ese modo,
los omeyas abandonaban en título exclusivamente civil de “emir” y lo sustituían
por el de “califa” (comendador de los creyentes), con fuertes connotaciones
religiosas.
El califa era en teoría la máxima autoridad civil y religiosa para los
musulmanes, pues se consideraba heredero del caudillaje del profeta Mahoma.
Por tanto, y siempre en teoría, el emirato omeya, una vez convertido en califato,
tendría autoridad sobre todos los seguidores del islam, y no sólo sobre los
habitantes de Al-Ándalus.
La pretensión de Abd al-Rahmán III era hasta cierto punto legítima, pues el título
de califa había pertenecido a su familia, los omeyas, hasta que éstos fueron
expulsados del trono por los abasíes.
Por otro lado, la proclamación de Abd al-Rahmán III como califa estaba
destinada a consolidar su posición en el interior de su propio reino, donde el
joven monarca había pasado sus primeros años de reinado combatiendo
incansablemente las múltiples revueltas internas. Pero además, al arrogarse el
título de califa, el monarca de Al-Ándalus trataba probablemente de hacer
frente a una nueva amenaza externa: los fatimíes.

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Historia de España de la Edad Antigua y la Edad Media
Los fatimíes se decían descendientes de Fátima, la hija del profeta Mahoma, y se
habían proclamado califas en la zona del actual Túnez.
Amparados en su prestigiosa ascendencia, los fatimíes defendían una depuración
de las costumbres de los musulmanes, y habían hecho pública su intención de
derrocar tanto a los abasíes como a los omeyas, por considerarlos indignos de
gobernar a los creyentes.
Además, los fatimíes se estaban acercando peligrosamente a los dominios de Al-
Ándalus, expandiéndose desde Túnez hacia el Magreb. En previsión de estos
movimientos, Abd al-Rahmán III ocupó algunas plazas en el norte de África y
comenzó a firmar algunas alianzas con los jefes locales.
No solo le interesaba mantener segura la retaguardia de su reino mientras
combatía a los cristianos en el norte, sino también asegurar las rutas de
comercio con el interior de África, desde donde llegaban importantes
cantidades de oro y marfil. De este modo, el Magreb se convirtió en el escenario
de los enfrentamientos entre el califato de los fatimíes y el de los omeyas.
Además de proclamarse califa, Abd al-Rahmán III llevó a cabo una importante
tarea de reorganización interna, destinada a aumentar la estabilidad del
califato.
En primer lugar, quiso asegurar la sucesión, eligiendo a su primogénito como
heredero y colocándole en una posición de clara preeminencia sobre el resto de
sus hijos. Sin embargo, las excesivas precauciones tomadas por el califa, que
impidieron a su sucesor, al-Hakam II, tomar esposa mientras viviera su padre,
acabaron por debilitar la dinastía.

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Cuando, después de haber finalmente reinado como califa, al-Hakam II murió el
976, su sucesor era un niño de 11 años, Hishám, que se convirtió en una
marioneta en manos de altos funcionarios de la corte, como el célebre Almanzor.
18.3. El poder califal: Madinat al-Zahrá
Además de sus disposiciones para asegurar la sucesión de su primogénito, Abd
al-Rahmán III puso en marcha una impresionante construcción administrativa
que garantizaba el buen funcionamiento del reino de Al-Ándalus.
El eje de la administración lo seguían constituyendo los gobernadores de las
provincias (kuras) que se ocupaban sobre todo de la recaudación de impuestos y
el mando del ejército. Normalmente permanecían en el cargo durante uno o dos
años y eran nombrados directamente por el califa.
En el interior de las provincias había otras subdivisiones más pequeñas,
destinadas a garantizar que la administración omeya llegaba a todos los
rincones del territorio andalusí. De este modo, los califas podían preciarse de poseer
un excelente aparato para la recaudación de los tributos, que les permitía
ingresar extraordinarias sumas de dinero, incrementadas además por la
prosperidad generalizada del siglo X.
Una parte importante de estas enormes cantidades de dinero se empleaba para pagar
un ejército cada vez más profesional. Las viejas tropas sirias asentadas en el
territorio y a las que se convocaba para una campaña estival, fueron sustituidas
progresivamente por bereberes norteafricanos a los que se pagaba una soldada
regular para que se dedicaran en exclusiva a hacer la guerra al mando de los jefes
omeyas.
Otra de las manifestaciones de la
riqueza de los califas fue la
construcción del impresionante
complejo de Madinat al-Zahrá.
Construida a mediados del siglo X por
orden de Abd al-Rahmán III, se

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Historia de España de la Edad Antigua y la Edad Media
trataba de una auténtica ciudad, levantada ex novo cerca de Córdoba, y presidida
por un enorme palacio destinado a convertirse en la nueva residencia de los califas.
El esplendor de esta nueva ciudad debía mostrar al mundo la nueva autoridad de
los califas omeyas, que usaron Madinat al-Zahrá como una gigantesca escenografía
para las recepciones y ceremonias importantes de la corte.
18.4. Sociedades en expansión
Como se ha señalado ya en varias ocasiones, el siglo X fue un siglo de crecimiento
en todos los sentidos. Diversos hallazgos arqueológicos revelan que la
aristocracia andalusí se enriqueció extraordinariamente durante estos años.
Además de mediante su participación en las campañas militares y en la
administración del califato, los aristócratas andalusíes podían enriquecerse gracias
al privilegio de poseer propiedades no sujetas a cargas impositivas.
Para labrar sus tierras, estos nobles podían contar con los campesinos que las
habitaban, que estaban obligados a prestar determinados servicios a sus señores.
Junto a estos siervos, estos aristócratas también poseían esclavos capturados en
las campañas contra los cristianos del norte.
La caridad y el cumplimiento de las obligaciones religiosas eran
extremadamente importantes para la piedad musulmana. Por este motivo era
muy frecuente que estos aristócratas andalusíes enriquecidos destinaran
parte de sus bienes a causas piadosas, de un modo muy similar a como lo hacían
sus vecinos cristianos del norte.
Una de las más frecuentes era la de apartar una cierta cantidad de bienes de las
posesiones de un aristócrata para destinarlos a una causa relacionada con la fe.
Aunque estos bienes podían ser objetos o animales, normalmente se trataba de
tierras o posesiones de carácter inmobiliario, cuyas rentas servían para el
mantenimiento de alguna institución religiosa, como una mezquita.

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Como estas posesiones tenían un fin religioso, inmediatamente se convertían en
bienes inalienables. Esta particularidad permitía interpretaciones interesadas
de la ley, que aprovechaban esta inalienabilidad para saltarse las normas islámicas
sobre las herencias o evitar el pago de alguna deuda.
Así, los aristócratas podían convertir en beneficiario de estos bienes a alguien de
su propia familia, que automáticamente pasaba a disfrutar de ellos de forma
irrevocable, independientemente de que hubiera otros herederos, o de que esos
bienes tuvieran que embargarse para hacer frente a una deuda contraída por su
antiguo propietario.
Mientras el califa y la nobleza andalusí se enriquecían considerablemente, el
resto de los grupos sociales también vivía una época de expansión. Sabemos que la
población aumentó considerablemente en esta centuria, tanto en los arrabales de
las ciudades como en los núcleos rurales.
La difusión de nuevos tipos de norias, mucho
más eficaces a la hora de extraer el agua, permitió
una mayor extensión del regadío, y por tanto de las
tierras cultivables.
Se construyeron además numerosas acequias y
cursos de agua, se generalizó el uso de
instrumentos agrícolas de metal en vez de la
madera empleada en épocas más humildes, y se
introdujeron nuevas especies cultivables, como el
arroz, la naranja, la caña de azúcar, el algodón o el
azafrán.

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Historia de España de la Edad Antigua y la Edad Media
Esta expansión agrícola aparece también documentada en los reinos cristianos.
Se sabe que en el norte también comenzaron a talarse bosques para obtener nuevas
tierras de labor, y que zonas despobladas o destruidas por la guerra fueron
acondicionadas para el cultivo y la construcción de viviendas.
La ley cristiana favorecía esta expansión, pues mediante la fórmula jurídica de la
“presura”, concedía la posesión de las tierras baldías o abandonadas a
aquellos que fueran capaces de acondicionarla para su cultivo.
Muchos campesinos aprovecharon las ventajas que concedía la fórmula de la
“presura”, aunque quienes la emplearon a una escala realmente significativa fueron
los señores laicos y eclesiásticos, incluso los reyes, que se servían de grandes
masas de siervos para poner en valor enormes territorios con los que
engrandecer sus señoríos.
Esta expansión agrícola y demográfica tuvo como consecuencia un considerable
fortalecimiento de las pequeñas comunidades rurales: las villas y aldeas. Estas
pequeñas comunidades gestionaban bienes comunales, bosques y pastos, y se
dedicaban a la labranza de sus tierras particulares, en las que cultivaban sobre
todo cereales y vides.
Sin embargo, con frecuencia debían hacer frente a las pretensiones de los
señores laicos y eclesiásticos, sus vecinos, que trataban de apoderarse de las
tierras comunales al tiempo que incorporaban también las particulares,
convirtiendo a los campesinos en sus vasallos.
Los nobles podían servirse de medios diversos para apoderarse de estas
tierras. Por un lado, podían ser adoptados por un campesino, convirtiéndose así en
sus herederos.
Por otro, podían ofrecer a los labriegos su protección frente a los musulmanes o
los bandoleros, o el pago de sus deudas, a cambio de la entrega de la tierra y su
conversión en siervos.

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Historia de España de la Edad Antigua y la Edad Media
Y aunque los campesinos reaccionaron a estas presiones de forma diversa, sobre
todo abandonando sus tierras para reclamar otras que estaban sin cultivar,
realizando nuevas presuras, la expansión de la aristocracia cristiana fue
imparable.
Diversos testimonios indician que los nobles eran cada vez más ricos, en un
proceso muy similar al que experimentaban sus vecinos de Al-Ándalus. Así, los
nobles cristianos comenzaron a distinguirse pronto por sus generosas
donaciones a los monasterios, una práctica piadosa muy importante para la
mentalidad medieval que, al mismo tiempo, les permitía intervenir en el
gobierno de las también cada vez más poderosas instituciones religiosas.
La apropiación de nuevas tierras por parte de los abades de los monasterios,
unidas a las generosas donaciones de los nobles enriquecidos, también hicieron
que los monasterios cristianos fueran haciéndose cada vez más ricos y
poderosos a partir del siglo X.
18.5. Guerras y paces
Además de reorganizar internamente su recién fundado califato, Abd al-Rahmán
III se preocupó mucho de las relaciones de Al-Ándalus con los reinos cristianos
peninsulares.
La situación había cambiado bastante con respecto a los primeros años del emirato,
cuando los omeyas consideraban a los reinos cristianos vasallos a los que
simplemente había que ir a cobrar por la fuerza los tributos anuales.

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Historia de España de la Edad Antigua y la Edad Media
Como hemos visto, a lo largo del siglo X todos los reinos peninsulares
experimentaron una fuerte expansión, y los cristianos habían aprovechado
además las décadas de crisis de Al-Ándalus, en el tránsito entre el emirato y el
califato, para desarrollarse y sacudirse el dominio de los musulmanes.
Por otro lado, muchos reyes cristianos habían apoyado a los rebeldes
musulmanes, favoreciendo que la inestabilidad interna en Al-Ándalus se hiciera
mucho más profunda y duradera de lo que debía de haber sido en un principio.
Para poner coto a esta situación, y tratar de limitar la amenaza de los reinos
cristianos, Abd al-Rahmán III llevó a cabo hasta cuatro campañas militares
en el norte.
No eran expediciones de conquista y tampoco eran las viejas campañas
destinadas al cobro de tributos, sino incursiones de castigo, destinadas a crear en
los reinos cristianos la mayor destrucción posible.
Sin embargo, a pesar del éxito temporal de estas incursiones, que concluyeron con
repetidas victorias de los ejércitos musulmanes, el daño real sobre los reinos
cristianos era limitado.
Además de continuar con su imparable expansión demográfica, los reinos se
estaban convirtiendo en estructuras cada vez más complejas, con una aristocracia
más poderosa y desarrollada. A partir del siglo X comenzaron a aparecer algunos
miembros sobresalientes de la nobleza cristiana que recibían el nombre de
condes, y que tendrían un protagonismo muy especial en los acontecimientos de la
próxima centuria.

18.6. Almanzor
TEMA 18 – Ideas clave
Historia de España de la Edad Antigua y la Edad Media
Como se ha señalado con anterioridad, las precauciones tomadas por Abd al-
Rahmán III respecto a su hijo y heredero al-Hakam II acabaron por debilitar la
cúspide del califato omeya.
Al-Hakam II no pudo contraer matrimonio hasta después de la muerte de su
padre, de modo que, cuando el propio al-Hakam II murió, su único heredero,
Hishám, era un niño menor de edad.
El joven Hishám, que además no parecía estar muy dotado para el gobierno, fue a
partir de ese momento un títere en manos de los altos funcionarios de la corte
omeya.
El más importante de estos aristócratas era Almanzor, “el victorioso”, auténtico
gobernante del califato omeya, mientras el legítimo califa, Hishám, permanecía
encerrado en su espléndido palacio de Madinat al-Zahrá.
Almanzor quiso que su mandato supusiera una vuelta a los orígenes de la
dinastía, a los principios básicos que habían encumbrado a los omeyas, dejando al
margen algunas iniciativas extravagantes llevadas a cabo por al-Hakam II.
Este retorno a las esencias del Al-Ándalus omeya implicaba también un fuerte
recrudecimiento de los combates contra los reinos cristianos del norte, cada
vez más poderosos y seguros de su posición.
Para ello, Almanzor se sirvió sobre todo de las tropas bereberes mercenarias del
norte de África, que habían reemplazado definitivamente a los descendientes de
los soldados sirios asentados en la Península.
Almanzor se vio obligado a contar con estas tropas norteafricanas no sólo por su
demostrada excelencia en combate, sino también por el creciente despego hacia
la milicia que presentaban los propios andalusíes, que preferían pagar un
impuesto antes que enrolarse en las filas del ejército califal.

TEMA 18 – Ideas clave
Historia de España de la Edad Antigua y la Edad Media
En general, las campañas de Almanzor contra los cristianos, que se sucedieron
sin interrupción durante los últimos años del siglo X, se saldaron con
rotundos éxitos.
Los principales enemigos del caudillo andalusí: Ramiro III de León, Sancho
Abarca de Navarra y el conde de Castilla, García Fernández, habían
comenzado a actuar de forma coordinada, causando no pocos problemas al
califato y amenazando seriamente la frontera del Duero.
Almanzor infringió a los tres gobernantes una sonora derrota en el 983, y a partir
de ese momento, al tiempo que el caudillo omeya saqueaba y arrasaba todos los
rincones del norte, los reinos cristianos se vieron envueltos en una profunda
crisis, de la que tardarían varios años en salir.
Además de sumir en un período de crisis a las monarquías cristianas, Almanzor
consiguió empujar, por primera vez en siglos, la frontera andalusí hacia el norte,
y saquear algunas importantes plazas cristianas, como Barcelona o Santiago
de Compostela. Las campañas sólo cesaron el 1002, cuando Almanzor murió
mientras regresaba de una expedición de castigo a la zona de La Rioja.

18.7. El final del califato de los Omeyas
TEMA 18 – Ideas clave
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A pesar de la muerte del caudillo, daba la sensación de que las cosas no habían
cambiado en la Península. El califa Hishám, que continuaba encerrado en
Madinat al-Zahrá, dejó el gobierno de su reino en manos del hijo de Almanzor,
‘Abd al-Malik, que siguió punto por punto todas las políticas de su padre.
Sin embargo, tras la muerte de Almanzor comenzaron a hacerse cada vez más
evidentes algunos de los problemas latentes del califato. Aunque las campañas
militares contra los reinos cristianos se habían saldado siempre con victorias, se
habían limitado en todo caso a expediciones de saqueo y destrucción, después de
las cuales los cristianos volvían a rehacerse, firmaban de nuevo sus viejos
pactos entre sí, y se rearmaban esperando cualquier muestra de debilidad por
parte de los musulmanes.
Además, el coste de las tropas mercenarias bereberes suponía una carga cada
vez más pesada para las arcas del califato. Para hacer frente a los costes de este
enorme ejército fue necesario subir una y otra vez los impuestos, haciendo a los
califas y a la aristocracia omeya cada vez más impopulares entre la población.
Toda la tensión acumulada por estos conflictos latentes estalló cuando el hijo de
Almanzor, ‘Abd al-Malik murió de forma prematura, y las sospechas de su
fallecimiento recayeron sobre su hermano menor, otro hijo de Almanzor al que
por su ascendencia navarra le daban el nombre de “Sanchuelo”.
Este “Sanchuelo” ocupó el puesto que habían desempeñado su padre y su
hermano mayor como principal figura del califato omeya, pero fue un paso más
allá, haciéndose designar heredero por el califa Hishám, que no tenía hijos.
El paso dado por “Sanchuelo” era demasiado arriesgado, pues para los
musulmanes resultaba inconcebible que el título de califa, con toda su carga
religiosa y política, pasara de los descendientes legítimos de los omeyas al hijo
de un funcionario de la corte y una cristiana.

TEMA 18 – Ideas clave
Historia de España de la Edad Antigua y la Edad Media
Aprovechando el descontento generalizado en todo Al-Ándalus varios nobles se
conjuraron contra “Sanchuelo” y el inoperante califa Hishám, y el año 1009
consiguieron apartar a los dos del trono para colocar a un miembro secundario de la
familia omeya, un bisnieto de Abd al-Rahmán III.
Con este golpe de mano comenzó una época de luchas internas en el califato
omeya que recibió el nombre de la “fitna del califato” y que duró más de 20
años.
Los candidatos luchaban entre sí por hacerse con el trono, los campesinos se
rebelaban, y los guerreros bereberes recorrían el país sembrando el caos y la
destrucción, y apoderándose de algunas de las regiones más ricas del califato.
Mientras Al-Ándalus se sumía en la guerra civil, los reinos cristianos
recuperaban el terreno que les había arrebatado Almanzor, participando,
además, activamente en los conflictos del califato, apoyando a uno u otro
candidato.
Y los candidatos al trono omeya pagaron cara la ayuda de los cristianos. El
conde de Castilla, Sancho García, obtuvo así varias plazas importantes como
Clunia y Osma, y los condes de Barcelona recibieron ingentes sumas de dinero
de los andalusíes por participar en sus campañas militares.
Finalmente, tras dos décadas de guerras civiles, el califato omeya acabó por
desintegrarse.
Los bereberes se establecieron en muchas de las regiones del sur, formando
pequeños núcleos casi independientes.
En el norte, en las regiones de Aragón y Castilla, las viejas familias aristocráticas
que habían gobernado las provincias bajo las órdenes de los omeyas comenzaron
a actuar de forma cada vez más autónoma del poder califal.
Mientras, los funcionarios del viejo califato encontraron acomodo en algunas de
las ciudades de la costa levantina, donde aparecieron algunas de las primeras
taifas.

TEMA 18 – Ideas clave
Historia de España de la Edad Antigua y la Edad Media
El año 1031, el último descendiente de los omeyas fue expulsado de Córdoba,
y se puso fin a la era del califato. A partir de ese momento comenzaba el período
como “Primeros reinos de Taifas”.
Sin embargo, la consecuencia más importante de la fitna del califato no fue la
desintegración de su sistema político o la extinción de la dinastía omeya en la
Península. La disolución del califato omeya supuso el fin de la hegemonía del Al-
Ándalus, por primera vez en tres siglos, las tornas habían cambiado, y a partir de
este momento serían los reinos cristianos quienes dictaran el futuro de la
Península.

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Revista dedicada a la Edad Media hispana publicada por la Universidad Complutense.
Es una publicación de reconocido prestigio cuyos artículos pueden leerse on-line (en la
sección de publicaciones, seleccionando la pestaña de medieval) a través de la página
web de la universidad.
Escuela de estudios árabes
http://www.ucm.es/info/media/
Una opción interesante para indagar sobre la actualidad de la
Historiografía sobre Al-Ándalus es la Escuela de Estudios Árabes, un
organismo dependiente del CSIC y con sede en Granada. Aunque la
página no es muy amplia, incluye un listado de publicaciones, y la
sección de divulgación permite acceder a numerosos artículos en pdf.
http://www.eea.csic.es/

Bibliografía
TEMA 18 – + Información
Historia de España de la Edad Antigua y la Edad Media
GUICHARD, P. De la expansión árabe a la reconquista: esplendor y fragilidad de al-
Ándalus. El Legado Andalusí. Granada. 2002.
LEVÍ-PROVENÇAL, E. España musulmana hasta la caída del Califato de Córdoba
(711-1031 d. J.C.). Espasa. Madrid. 1982.
MARTÍNEZ DÍEZ, G. El condado de Castilla (711-1038): la historia frente a la
leyenda. Marcial Pons. Madrid. 2005.

Actividades
TEMA 18 – Actividades
Historia de España de la Edad Antigua y la Edad Media
Lectura: Abd al-Rahmán III se autoproclama califa (929)
Abd al-Rahmán III se autoproclama califa (929). Manzano Moreno, E. Épocas
Medievales, Crítica - Marcial Pons. Barcelona. 2010. Página 811.
Te puede ser de utilidad, a la hora de afrontar la elaboración del comentario, plantearte
las siguientes cuestiones:
¿Cuáles son los motivos que aduce ‘Abd al-Rahmán III para proclamarse califa?
¿A juzgar por lo visto a lo largo de la asignatura, cuáles eran los motivos reales, al
margen de los que menciona el texto, de este movimiento por parte del emir omeya?
¿Cuáles fueron las consecuencias del paso dado por ‘Abd al-Rahmán III?
El documento está disponible en el aula virtual.

Test
TEMA 18 – Test
Historia de España de la Edad Antigua y la Edad Media
1. La proclamación de Abd al-Rahmán III como califa guardaba en parte relación con:
A. El avance de los abasíes en Oriente Próximo.
B. El avance de los reinos cristianos en el valle del Duero.
C. El avance de los fatimíes en el norte de África.
D. El avance de los selyúcidas en Turquía.
2. El título de califa tenía una connotación:
A. Tanto religiosa como civil.
B. Era un título puramente honorífico.
C. Exclusivamente de carácter religioso.
D. Exclusivamente de carácter civil.
3. Una de las consecuencias del uso de soldados bereberes por Abd al-Rahmán III fue:
A. El aumento de la autoridad del califa, al contar con tropas más leales.
B. El aumento del descontento de los nobles andalusíes, que querían participar en
el ejército.
C. El descenso en la población del norte de África.
D. El aumento de la carga impositiva sobre los habitantes de Al-Ándalus.
4. Una de las condiciones que, al parecer, Abd al-Rahmán III puso a su heredero fue:
A. Que contrajera matrimonio de inmediato para tener muchos hijos.
B. Que renunciara al título de califa.
C. Que trasladara la capital de Al-Ándalus a Sevilla.
D. Que no contrajera matrimonio hasta acceder al trono.
5. La fórmula de la “presura” permitía:
A. Arrebatar sus tierras a campesinos, nobles o eclesiásticos si las cultivaran mal.
B. Apropiarse de tierras baldías si se realizaban los pasos para ponerlas de nuevo
en labor.
C. Que el rey se apoderara de las tierras de sus nobles si éstos le traicionaban.
D. Ceder tierras a monasterios a cambio de la salvación del alma.

TEMA 18 – Test
Historia de España de la Edad Antigua y la Edad Media
6. Tanto los nobles musulmanes como los cristianos:
A. Vivieron una época de crisis a lo largo del siglo X.
B. Vieron recortados sus privilegios por el aumento en las atribuciones de las
coronas.
C. Destinaban importantes riquezas a causas piadosas.
D. Se enfrentaron a las instituciones eclesiásticas para aumentar su poder.
7. Una de las campañas de Almanzor, destinada a destruir la moral de los cristianos, se
dirigió contra:
A. Oviedo, antiguo centro del reino astur-leonés.
B. Pamplona, la capital del reino del mismo nombre.
C. Santiago de Compostela, donde se decía que se encontraba el sepulcro del
apóstol.
D. Burgos, uno de los principales enclaves comerciales de los cristianos.
8. Una de las principales causas de la “fitna” del califato fue:
A. La designación de “Sanchuelo” como heredero por parte del califa Hishám.
B. El fracaso de las expediciones militares contra los cristianos.
C. Las intrigas de los fatimíes en la corte omeya.
D. La llegada de nuevos nobles musulmanes desde el norte de África.
9. Uno de los avances que permitieron un aumento de la población desde el siglo X fue:
A. La introducción de nuevas semillas llegadas de Europa.
B. La decidida apuesta por la agricultura, dejando a un lado la ganadería.
C. La introducción de algunos útiles de metal en lugar de los de madera.
D. La introducción de nuevas especies de ganado llegadas de Europa.
10. Los fatimíes recibían este nombre en referencia a:
A. Fátima, la hija de Mahoma.
B. Fatwa, un término jurídico musulmán.
C. La ciudad de Fustat, donde fundaron su nueva capital, la actual El Cairo.
D. Uno de sus primeros líderes, el imán Ya’far al-Sadiq.