1 LA EPOPEYA DE GILGAMESH En los albores de la civilización ...

Perdido el camino, debía seguir adelante. La travesía termina donde comenzó: ante
los muros de Uruk, su herencia eterna, junto con el poema que grabará en la piedra, y con
lo que alcanzará la inmortalidad que anhelaba.
Esta epopeya es una obra circular, inicia donde comenzó, ante las murallas de Uruk,
Ursanabi, por órdenes de Gilgamesh, está valorando los cimientos de las mismas. Con el
registro, en piedra, de las hazañas del héroe el mito queda fijado para la posteridad.
Señalando un cambio, una frontera entre la oralidad y la escritura, igual como esas murallas
separan el mundo bárbaro del civilizado, ambos son creaciones del héroe, pero un héroe
fatigado,
Dice Kott “En una verdadera epopeya, el principio es el fin y el fin es la repetición
del principio” 18 , me pregunto, ¿es Enkidu o es Gilgamesh quien va en pos del secreto de
Utnapíshtim?,¿son uno y el mismo? ¿y también Gilgamesh es Utnapíshtim y el Ángel de la
Muerte? Quién sino el artista es el que puede ser uno y mil.
La tablilla XII es considerada un apéndice poco comprensible. Tras hablar de la
Creación del Mundo se relata acerca de un árbol crecido a orillas del Éufrates recogido por
Ishtar con la intención de construirse un lecho y un trono plantándolo en su jardín
(vagamente recuerda al árbol donde se ocultaba el cadáver de Osiris), Gilgamesh ahuyenta
a las criaturas malignas que habían ocupado el árbol para entregárselo a la diosa, con las
raíces se fabricó un pukku y un mikku, instrumentos que pudieran ser el tambor y los
palillos tal como en las tradiciones del folklore de los chamanes estudiadas por Mircea
Eliade en su “El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis” 19 . Estos aditamentos
cayeron (¿o los arrojó él mismo?) en el abismo de la Gran Morada, Enkidu se propuso
recuperarlos, pero fue retenido en el averno, tal fue la causa de su muerte y no en una
batalla gloriosa.
A través de un agujero en la tierra el espíritu de Enkidu pudo contactar con su
hermano, “se abrazaron y besaron e intercambiaron pareceres, suspirando mutuamente”.
Enkidu le hizo un apresurado recuento de los cadáveres de quienes murieron en batalla o
con alguien a su lado a diferencia de los que no tienen nadie para velar por ellos, estos
últimos son los espíritus más desdichados, comen los restos de las marmitas, las migajas de
18 op. cit- p.44
19 Mircea Eliade. El Chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis. México, Fondo de Cultra Económica,
1982.
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