18.05.2013 Views

El Tiempo(Bogotá) - Ministerio de Minas y Energía

El Tiempo(Bogotá) - Ministerio de Minas y Energía

El Tiempo(Bogotá) - Ministerio de Minas y Energía

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

54<br />

<strong>El</strong> Periódico (<strong>Bogotá</strong>) Febrero 12 <strong>de</strong> 2010 Página 11 - A<br />

Paula Bedoya<br />

¡Que vuelva el apagón!<br />

Apropósito <strong>de</strong>l fuerte verano que azota a <strong>Bogotá</strong>, comenté hace poco que ese es el clima<br />

perfecto para mí y que, consi<strong>de</strong>rando la necesidad <strong>de</strong> la lluvia, San Pedro <strong>de</strong>bería analizar la<br />

posibilidad <strong>de</strong> un pico y placa para los conocidos palos <strong>de</strong> agua capitalinos, <strong>de</strong> la media<br />

noche a las seis <strong>de</strong> la mañana. Alguien contestó enérgico, preguntándome qué haría si por<br />

cuenta <strong>de</strong> la sequía, el <strong>Ministerio</strong> <strong>de</strong> <strong>Minas</strong> <strong>de</strong>cretara un recorte <strong>de</strong> energía y me viera<br />

obligada a llegar tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> la noche a mi casa, en medio <strong>de</strong> un apagón.<br />

Antes <strong>de</strong> pensar en las novelas (sí, yo veo novelas) en una buena ducha (la mía es eléctrica)<br />

o en saciar el hambre en 5 minutos, con la ayuda <strong>de</strong>l microondas, vinieron a mi mente los<br />

recuerdos <strong>de</strong> una infancia que resultó muy iluminada, gracias precisamente al apagón<br />

Gaviria, en 1992.<br />

En aquellos años vivía en la casa <strong>de</strong> mis abuelos maternos, gran<strong>de</strong> y antigua, que sirvió <strong>de</strong><br />

escenario para las más terroríficas historias <strong>de</strong> fantasmas y para las competencias <strong>de</strong><br />

mímica, don<strong>de</strong> las manos y todo el cuerpo podían convertirse en cualquier cosa sobre una<br />

pared, sólo con la ayuda <strong>de</strong> una linterna.<br />

Me convertí entones en la anfitriona <strong>de</strong> primos y amigos, quienes se peleaban una visita a mi<br />

misterioso y divertido hogar. Los sonidos <strong>de</strong> fondo no eran más que nuestras carcajadas y la<br />

conversación <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s, genuina y personal al calor <strong>de</strong> un tinto.<br />

Fue el mejor momento <strong>de</strong> mi familia. Éramos protagonistas <strong>de</strong> nuestra propia historia, las<br />

charlas giraban en torno a nosotros mismos, nuestras preocupaciones y alegrías y no en<br />

torno a los personajes <strong>de</strong> la caja mágica. Juegos inocentes y divertidos me formaron más <strong>de</strong><br />

lo que ahora podría hacerlo un X box o el Facebook con una niña <strong>de</strong> 9 años.<br />

Claro está, no puedo negar la complicidad <strong>de</strong> la penumbra en una jornada <strong>de</strong> escondidas con<br />

beso robado, <strong>de</strong> vez en cuando. Ni hablar <strong>de</strong> hacer tareas y sacar a<strong>de</strong>lante mi primaria a la<br />

luz <strong>de</strong> una vela, con gotas <strong>de</strong> cera seca en una que otra hoja <strong>de</strong> mis cua<strong>de</strong>rnos. Se logró a<br />

cabalidad, sin computador, Internet ni impresora, sólo con la compañía <strong>de</strong> una pesada y fiel<br />

máquina <strong>de</strong> escribir.<br />

Mecanografía, narrativa, expresión corporal, lectura, <strong>de</strong>portes, dibujo. Esas y muchas más<br />

asignaturas cursé en las oscuras tar<strong>de</strong>s y noches noventeras, que cooperaron a la unión<br />

familiar y a registrar hoy un recuerdo feliz <strong>de</strong> mi infancia.<br />

Oiga, ¿qué haría?, repitió mi interlocutor para <strong>de</strong>spertarme <strong>de</strong>l lapsus en el que entré<br />

remembrando tan buenos momentos. Tuve la misma sensación que en ese cruel momento<br />

en que se prendían los bombillos, la nevera empezaba a rugir y todos cantábamos en un<br />

triste unísono: Ayyy, llegó la luz. Sabía que era hora <strong>de</strong> dormir, <strong>de</strong> <strong>de</strong>spedir a mis primos y<br />

volver a la oscura realidad. Con algunos añitos mas encima, no tendría problema, sin<br />

embargo, en embarcarme en historias fantásticas, juegos y lecturas a la luz <strong>de</strong> una vela. Y<br />

por qué no, en una jornada <strong>de</strong> beso robado. Sin dudar contesté ¡No me importa, que vuelva<br />

el apagón!.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!