001-288 Corazon herido.indd - La romántica booket

cer, sobre las ocho de la tarde y finalizaban alrededor
de las seis de la mañana, al clarear el alba, tanto para
disuadir como para apresar a los ladrones si éstos osaban
presentarse. Por decisión unánime, comandaba y organizaba
los turnos el joven Démian, un apuesto y fuerte
pastor, hijo tardío de un matrimonio de arrendatarios
de varias parcelas de cultivo, de las fértiles tierras propiedad
de los duques de Velons, donde además regentaban
una granja de su propiedad.
Su guardia comenzaba aquella noche sobre las dos
de la madrugada y realizó una ronda completa, controlando
que en cada punto hubiera tres hombres apostados
para sorprender a los ladrones. Luego saludó a los
voluntarios que le tocaba remplazar, a la espera de que
llegaran otros dos jóvenes que lo acompañarían; y fue
en ese preciso momento cuando se oyó la lejana detonación.
Una idea cruzó la mente de Démian: pocos minutos
antes había oído cascos de caballos por la senda que
conducía al norte, hacia la distante París, que había
identificado como pertenecientes a dos caballos distintos.
Acababan de llegar los jóvenes que esperaban y se
preguntaron unos a otros:
—¿Qué ha sido eso? ¿Habéis oído?
—Sí, ha sonado por la zona del palacio ducal.
—A fe mía que ha sido un disparo de mosquete.
—Puede que se le haya escapado a algún cochero.
—Quizá alguien sorprendió a un zorro rondando su
corral.
Él movió la cabeza a un lado y al otro, en señal de
negación, y mirando con sus cálidos ojos claros al hombre
que acababa de hablar, dijo con voz firme y serena:
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