001-288 Corazon herido.indd - La romántica booket

tenía una alta copa de cristal tallado en su mano y departía
amablemente con un veterano diplomático francés.
Fue entonces cuando vio a una joven que parecía prestar
muy poca atención a los saludos de bienvenida del alto
personal de la embajada; a él le pareció que hubiera preferido
saltarse el larguísimo y formal besamanos. Pero lo que
lo dejó sin aliento fue su increíble belleza, diferente y singular,
tan poco convencional que parecía irreal. Y a lo largo de
su vida había conocido muchas beldades.
—¿Quién es aquella muchacha? —preguntó a su interlocutor.
El hombre con quien hablaba miró en la dirección que
indicaba Sadyran y le explicó:
—Oh, mi buen amigo, veo que vuestros gustos son selectos
en materia de damas. Es una de las duquesitas de Velons,
la más pequeña, si no recuerdo mal. Me sorprende que haya
venido, ya que nunca acompaña a sus padres y hermanas a
las fiestas de sociedad.
—¿Y eso por qué? —volvió a preguntar intrigado el tesorero
de Brisqul, que hallándose en París por unos días, a fin
de realizar ciertas gestiones relacionadas con su cargo, no
podía faltar a la fiesta de la embajada de su país natal.
—He oído todo tipo de comentarios: que es una excéntrica,
una de esas intelectuales, muy rebelde, de ideas liberales
con respecto a las relaciones entre nobles y plebeyos.
—Interesante —respondió Sadyran, sin dejar de mirar a
Adéle, que en aquel momento, con gesto aburrido, contemplaba
melancólicamente los amplios ventanales del salón en
que se hallaban, como si quisiera atravesarlos y salir volando
de allí.
—También se dice que es una verdadera fierecilla, que
ha roto varios corazones en la corte las pocas veces que se ha
dejado ver en ella, y que hace caso omiso de cualquier in-
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