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001-288 Corazon herido.indd - La romántica booket

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Una de las muchachas no pudo evitar echarse a llorar<br />

ante la tremenda tragedia y, la otra, si bien no derramó<br />

ninguna lágrima, sintió una enorme tristeza.<br />

«Precisamente Adéle —pensó—, una joven tan bondadosa,<br />

que trata tan bien a todos los criados y que conoce<br />

hasta el nombre de sus hijos, si los tienen, o de sus<br />

padres, si son solteros.» Adéle hasta recordaba los aniversarios,<br />

y solía aparecer por el ala que ocupaba la servidumbre<br />

en el palacio o en las cocinas con presentes en<br />

las fechas señaladas.<br />

<strong>La</strong> doncella que lloraba se lamentó:<br />

—¡No hace ni tres horas que la vestimos para su<br />

noche de bodas! ¡Y se la veía tan feliz! —Luego recordó—.<br />

Cuando falleció mi padre nos acompañó toda<br />

la noche; no soltó la mano de mi madre en ningún momento<br />

y vino con nosotras al camposanto.<br />

—Lo sé, y eso que los duques enviaron a buscarla.<br />

—Pero ella se negó a marcharse.<br />

—Tiene un corazón que no le cabe en el cuerpo. ¿Por<br />

qué le ha tocado sufrir esta tragedia a ella? <strong>La</strong> más buena<br />

de las señoritas a las que he servido.<br />

<strong>La</strong>s doncellas retomaron sus quehaceres cotidianos<br />

y comentaron los detalles con el resto de los criados, que<br />

esperaban expectantes y entristecidos.<br />

Después de auscultar a Adéle, el doctor Philippe Durand<br />

informó a sus padres:<br />

—Sus constantes vitales no indican nada extraño,<br />

parece tranquilamente dormida, su respiración es natural<br />

y el ritmo del pulso y el corazón son normales.<br />

—Pero ¿no es eso algo raro? —preguntó ansiosa la<br />

duquesa.<br />

—Lo es —afirmó el facultativo— pero, hasta que<br />

despierte, no sabremos ni lo ocurrido ni cuál es su es-<br />

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