001-288 Corazon herido.indd - La romántica booket

pelos, tafetanes, sedas, plumas... y los talles tan ceñidos
que no sé cómo podían respirar.
—¿Y la novia, la bella Adéle? ¿Y su madre, la duquesa?
Marie puso los ojos en blanco y suspiró:
—¡Parecía una princesa de cuento! Llevaba un vestido
de seda que a veces parecía blanco y a veces no.
—Humm —dijo la granjera—, sería color crema o
blanco... ¿cómo lo llama Claire, la costurera? Ah, sí, blanco
roto.
—Todo el cuerpo del vestido estaba bordado con
florecillas —continuó Marie— y en el centro de cada flor,
una perla, madre, una perla pequeñita. ¿Serían de verdad?
—Por supuesto, los duques siempre quieren lo mejor
para ellos y sus hijas. ¿Y el peinado? Ya te he preguntado
por la duquesa, ¿cómo iba vestida?
—Ay, madre, espera un momento, no me atosigues.
—Y siguió evocando—: La novia me recordó a un hada,
su pelo estaba trenzado alrededor de la cabeza y de esa
misma trenza caía sobre la frente el velo que hacía juego
con el bordado de su traje pero ¡las flores del velo
eran naturales! Y llevaba una tiara de piedras brillantes...
—Serían diamantes —la interrumpió la mujer.
—Por detrás era largo y se unía a la cola que tres niñas
rubias llevaban recogida, para que no rozara la alfombra
mientras subía la escalera hasta la capilla. Más
atrás, iba un niño vestido con calzón corto de terciopelo
azul cielo y blusa blanca con corbatín también azul,
y en la cabeza llevaba un gracioso sombrerillo adornado
con una pluma.
—Las niñas serían las trillizas de su prima, la marquesa
de Rovanserre, la que vive en Amberes con su
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