001-288 Corazon herido.indd - La romántica booket
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Los criados ya no tuvieron ninguna duda. De inmediato<br />
comprendieron que en la mente de Adéle algo se<br />
había trastornado. El suceso de la confitura había ocurrido<br />
dos semanas antes de la boda y había causado un<br />
enorme revuelo.<br />
<strong>La</strong> duquesa quiso servirla cuando invitó a merendar<br />
en el jardín a la esposa del alcalde regional y no pudo<br />
hacerlo. Y pese a que Giselle, para proteger a la joven<br />
duquesa, había preparado su famosa tarta de chocolate<br />
y nueces, rebosante de nata fresca y adornada con arándanos<br />
que coronaban artísticamente la preparación, y<br />
que sólo hacía en grandes y contadas ocasiones, la dama<br />
se había sentido humillada, porque minutos antes se había<br />
jactado ante su invitada de la confitura que aquel año,<br />
dijo, «había resultado excepcionalmente buena».<br />
Una vez que se marchó la visita, la dama había mandado<br />
llamar a Adéle y se la vio enfadada como pocas<br />
veces en su vida; se notaba que no pensaba dejar sin<br />
castigo la enésima travesura de su rebelde hija menor,<br />
que cuando se presentó ante ella tuvo que oír durísimas<br />
palabras de la duquesa. Y además, ésta decidió castigarla,<br />
privándola de una de sus actividades favoritas: no<br />
volvería a montar por un plazo indefinido, hasta que<br />
su comportamiento, a juicio de su progenitora, fuese el<br />
correcto. Y por más que la joven rogó, lloró, suplicó y<br />
propuso otros castigos alternativos, su madre no cedió<br />
un ápice y la mantuvo estrechamente vigilada, impidiendo<br />
que con la complicidad de sus hermanas y los criados,<br />
pudiera escaparse.<br />
Para Adéle, que no pudo montar durante cuatro semanas<br />
enteras, fue muy frustrante y hasta doloroso, pero<br />
pareció surtir efecto, ya que durante un tiempo no se<br />
atrevió a coger nada de la despensa sin permiso.<br />
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