Recursos Tema 6. CD Historia del Arte 2º - Algaida

30. Análisis de texto.
La basílica de la Natividad de Belén
“Muy cerca de Jerusalén se alza todavía la única basílica constantiniana que se nos ha conservado
casi intacta. Es la iglesia de la Natividad de Cristo, en Belén, fundada bajo el reinado de
Constantino por su madre Santa Elena. Salvo los techos, que fueron reconstruidos, y todo el testero,
transformado en tiempos de Justiniano en el siglo VI, la iglesia del IV está intacta.
Ofrece el aspecto de una gran sala rectangular, alargada pero bastante ancha, que mediante cuatro
filas paralelas de columnas más bien robustas, casi rechonchas, queda dividida en una nave central
y cuatro laterales. Aunque idénticos, los fustes de las columnas, las basas y los robustos capiteles
corintios, atestiguan un trabajo cuidadoso, que debió de ser realizado por los obreros de un mismo
taller imperial. Dicho taller tuvo que estar ampliamente provisto porque, contra lo que ocurre en
tantas iglesias antiguas, incluso célebres, en la constantiniana de Belén no hay materiales
reaprovechados. Por encima de las columnas los muros son altos y lisos (su decorado de mosaico es
posterior), abiertos por ventanas anchas y numerosas que iluminan bien la nave. Pero tales muros
parecen demasiado altos con relación a las columnas, un tanto aplastadas.”
Cuestiones:
a. Señala las ideas principales del texto y sintetízalas.
Grabar, A.: El primer arte cristiano, Madrid, Aguilar, 1967, p. 169.
b. Define y explica en su contexto las palabras en negrita.
c. Comenta la función y el antecedente del edificio mencionado en el texto, y explica las partes
que lo integran y sus respectivos usos.
d. Comenta el contexto histórico y cultural en el que surgió y se desarrolló la construcción de
este tipo de edificios.
e. Cita ejemplos de las dos variantes de basílica: la occidental y la palestina.
31. Análisis de texto. Clasifica, analiza y comenta el siguiente texto.
Evolución de la iconografía cristiana en los primeros siglos
“Hacia el 300, los frescos de los techos y los lucillos, así como los relieves de los sarcófagos,
reúnen más episodios de salvación que las obras análogas anteriores. Esa progresión se acentúa en
el siglo IV; y solo entonces se pueden señalar ejemplos concretos de esos ciclos de «salvación» que
se asemejan a las plegarias con paradigmas del oficio de difuntos, conocidas desde la Alta Edad
Media.
Sin embargo, desde el principio, mientras que las escenas históricas solo aparecen en pequeño
número, la intervención del cristianismo en el arte se manifiesta por la adopción solemne de figuras
simbólicas: el Buen Pastor (Cristo, evidentemente), de una parte, y el orante (evocación del fiel) de
la otra.
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