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el que utiliza todo el repertorio ornamental<br />
del estilo. En la Capilla del Sagrario, el retablo<br />
del Santo Cristo de la Caridad también es<br />
obra de Francisco Javier Pedrajas realizado<br />
en 1774. El crucificado que lo preside es<br />
anónimo de la primera mitad del siglo XVII.<br />
Un excelente órgano de estilo rococó se encuentra<br />
situado en un lateral del Coro Alto.<br />
Se sabe que fue construido por Fray Pedro<br />
del Rosario en 1775, según consta en una<br />
inscripción descubierta en el propio instrumento<br />
por el párroco de la Iglesia D. Manuel<br />
Osuna Bujalance. Por último, observamos<br />
una excelente colección de lienzos de los siglos<br />
XVII y XVIII que se reparten por el templo,<br />
algunos de ellos enmarcados ricamente<br />
en estilo rococó.<br />
Creo que tras esta visita se impone un<br />
descanso intelectual y físico, por lo que creo<br />
que es necesario hacer un alto en uno cualquiera<br />
de los bares que vamos a encontrar<br />
nada más salir de la Iglesia de San Juan de<br />
Dios, tan pronto lleguemos a la Plaza Vieja.<br />
Allí, sentados en la terraza del bar, con una refrescante<br />
cerveza y contemplando ante nosotros<br />
la majestuosidad de la Torre del Homenaje<br />
del Castillo de los Condes de Cabra, repondremos<br />
fuerzas para continuar nuestro<br />
recorrido por los monumentos que nos esperan...<br />
Bien, tras estos minutos de descanso,<br />
vamos ahora a visitar el Castillo de los Condes<br />
de Cabra. Como veis, nos encontramos<br />
en la Plaza Vieja, antigua Plaza Mayor, amplio<br />
rectángulo que se abre a los diversos caminos<br />
que desde aquí parten y desde donde<br />
estamos admirando la hermosa panorámica<br />
que nos ofrecen la Plaza de los Condes de Cabra,<br />
el Castillo, o más concretamente, su Torre<br />
del Homenaje y la Iglesia de la Asunción y<br />
Angeles. Atravesando la Plaza ajardinada,<br />
en la que podemos admirar sujeta a una columna<br />
una reproducción de la “Tizona”, espada<br />
de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador,<br />
alcanzamos la puerta que da acceso<br />
al patio de armas del Castillo, un patio que<br />
era capaz de albergar aproximadamente a<br />
diez mil soldados. El castillo, rodeado por<br />
murallas salpicadas por 18 torres, dominando<br />
desde la parte más alta la ciudad de Cabra,<br />
era la estructura principal y más importante<br />
de su sistema defensivo, conservándose<br />
en la actualidad en buen estado, parte de<br />
los muros almenados, el patio de armas y las<br />
torres esquineras originales. Contaba con un<br />
doble sistema de murallas defensivas de doble<br />
muro con torres cuadradas y cubos circulares,<br />
la primera de ellas transcurriendo por<br />
lo que hoy es la Villa Vieja y la segunda muralla,<br />
como pared exterior del Palacio, en la denominada<br />
Puerta de Hierro. La fortaleza ha<br />
pasado por multitud de avatares desde sus<br />
<strong>DE</strong><br />
Castillo de los Condes de Cabra. (Salón Ochavado)<br />
Foto: José Mª Marín<br />
orígenes romanos. Los musulmanes aprovecharon<br />
estos cimientos para levantar<br />
una nueva fortaleza, y tras ellos, los cristianos,<br />
la reformaron nuevamente en el siglo<br />
XIV. Fue conquistado por San Fernando y<br />
tuvo gran importancia en las campañas bélicas<br />
de Umar Ibn Hafsum y los califas de<br />
Córdoba y en él nació el rey Enrique II. Su<br />
robusta Torre del Homenaje, su estructura<br />
más característica y también la más hermosa,<br />
tiene más de 20 m de altura y fue<br />
reedificada de nuevo en 1515. En la torre,<br />
a unos once metros del nivel del suelo actual,<br />
podemos admirar una cámara cuadrada<br />
de inspiración neomudéjar conocida<br />
como el Salón Ochavado, con bóveda de<br />
paños ochavada y trompas en los ángulos,<br />
que es la única sala practicada en el torreón<br />
principal. Sus muros, de 9 a 10 pies<br />
de espesor, conservan aún el carácter severo<br />
de su primitiva fábrica. Unas estrechas<br />
escaleras originales conducen a una azotea<br />
redonda situada sobre esta sala y que<br />
es el mejor mirador desde el que poder contemplar<br />
la ciudad. Está comunicada con<br />
una construcción lateral mediante una entrada<br />
oscura y estrecha que conduce a los<br />
departamentos del mediodía, al gran patio<br />
y jardines, a las habitaciones bajas y a la<br />
Puerta de Hierro. Los condes de Cabra convirtieron<br />
el castillo en su residencia a partir<br />
del siglo XVI, pasando a ser en la centuria<br />
siguiente convento de Franciscanos capuchinos.<br />
De su pasado como monasterio ha<br />
quedado un claustro con bellas arquerías<br />
de estilo mudéjar. Finalmente se convirtió<br />
en colegio de Madres Escolapias, destino<br />
que mantiene en la actualidad.<br />
Sobre los restos del Castillo, junto a la<br />
entrada al patio, y anexo al que también<br />
R<br />
11<br />
Pueblos Colaboraciones de Córdoba<br />
fuera Palacio de los Condes de Cabra, se encuentra<br />
la Iglesia del Convento de las Madres<br />
Escolapias. Esta iglesia, terminada en el año<br />
1649 y consagrada el 6 de febrero del mismo<br />
año, perteneció originalmente al Convento<br />
de la Orden de los Franciscanos Capuchinos<br />
fundado por Don Antonio Fernández<br />
de Córdoba, Conde de Cabra, y ello se evidencia<br />
en la simplicidad de las trazas del templo,<br />
tanto exterior como interiormente, propias<br />
de las construcciones de esta Orden. La<br />
iglesia cuenta con una sola nave con cubierta<br />
de medio cañón con lunetos y arcos tajones<br />
y un crucero de brazos muy cortos sobre<br />
el que se levanta una bóveda vaída. En los<br />
muros laterales se abren arcos torales de medio<br />
punto enmarcando retablos. En su interior<br />
destaca su retablo mayor. Se trata de una<br />
obra pictórica constituida por ocho lienzos,<br />
que se reparten entre tres calles y en los que<br />
se relata de manera didáctica la extraordinaria<br />
vida de sus santos fundadores y la magnificencia<br />
de la Orden: Santa Rosa de Lima,<br />
Santa Clara, San Francisco de Asís, el Padre<br />
Eterno, San Juan Buenaventura, la Transverberación<br />
de Santa Teresa, Santa Isabel de<br />
Hungría curando a los tiñosos, y centrando el<br />
conjunto pictórico, el gran lienzo de la Visión<br />
San Francisco ofreciendo las reglas de la Porciúncula.<br />
Este lienzo, que sorprende por su<br />
gran envergadura y por la cantidad de figuras<br />
que se hayan representadas en él, es sin duda<br />
una de las obras pictóricas barrocas más<br />
importantes de la provincia de Córdoba. Está<br />
firmada y fechada por Juan de Valdés Leal en<br />
1672. Los retablos que ocupan los muros laterales<br />
del templo, son: en el lateral del Evangelio,<br />
en el crucero, el dedicado a Nuestra Señora<br />
del Buen Fin, talla realizada por José<br />
María de Olot en 1991; el lienzo de San Luis<br />
de Tortosa, de Leonardo Antonio de Castro,<br />
del siglo XVII; San Francisco, talla anónima<br />
granadina del siglo XVIII. En el lateral de la<br />
Epístola se encuentran dos retablos, el primero,<br />
un lienzo, obra igualmente de Leonardo<br />
Antonio de Castro, representando a San<br />
Francisco Javier catequizando a los infieles,<br />
y el segundo dedicado a San José de Calasanz,<br />
fundador de las Escuelas Pías.<br />
Al salir de la Iglesia y antes de continuar<br />
hacia nuestra próxima visita, echemos una<br />
miradita al rincón que se forma entre la reja<br />
de entrada al patio del Castillo y la pared lateral<br />
de la iglesia, porque ahí vemos el monumento<br />
dedicado al poeta ciego egabrense<br />
Muqaddam Ibn Muafa, conocido también<br />
por sus contemporáneos como "al-Qabrí", inventor<br />
de las moaxacas, una composición<br />
poética de unas cinco estrofas, que en lengua<br />
vulgar o aljamiada se llaman “jarchas”.[]<br />
(continuará)