DE

Manuel Pérez de la Lastra y Villaseñor
Académico Correspondiente de la
Real Academia de Ciencias, Bellas
Letras y Nobles Artes de Córdoba
Leyenda sobre doña
Elvira de Bañuelos
A pesar de las rígidas costumbres que había en aquella época, en que
las jóvenes apenas se asomaban a las rejas como no fuese por algún
motivo justificado, Doña Elvira contrajo relaciones amorosas con Juan
de Vargas, de familia ilustre pero de escasos bienes de fortuna. Uno de
sus hermanos llamado Fernando, intentaba casarla con Pedro Fajardo
caballero rico y de ilustre cuna.
no de aquellos días, sus hermanos
Ule hablaron sobre el proyecto que
tenían de casarla con aquel caballero rico.
Primero la trataron con halagos y
después con amenazas si no consentía
ser la esposa de Pedro, a lo que ella se
negó rotundamente confesándole su
amor a Juan de Vargas, lo que contrarió
a sus hermanos.
Pasaron muchos días, redobláronse
las amenazas, los llantos y las injurias,
y como nada adelantaban, se le
dio a escoger entre cumplir lo que ellos
le habían ordenado o entrar en un convento.
Ante lo cual escogió lo segundo.
Se eligió para su ingreso el de Santa
Inés, en el barrio de la Magdalena.
Un día de enero, lluvioso y triste en
extremo, las campanas del convento
anunciaban la toma de hábito de una
nueva novicia, bien pronto se supo que
era Dª Elvira de Bañuelos; la curiosidad
de muchas personas y la lástima de
otras llenaron la iglesia y el patio del convento.
Las puertas de la clausura giraron,
dejando ver a la joven, que a pesar de
las galas que adornaban su bello rostro,
revelaba su profunda pena, no pudiendo
contener el llanto, las lágrimas brotaban
de sus negros y rasgados ojos, lo
que causó gran consternación a los presentes,
llegaron a cercarse sus herma-
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DE
nos y en voz baja le dijeron Elvira, “aún
estás a tiempo ¿consientes?”- No, -
contestó con entereza-, continuando la
comitiva hasta el templo y al entrar Dª
Elvira en el claustro, las campanas la
doblaron como muerta para el mundo.
Juan de Vargas, su prometido, estaba
informado de cuanto ocurría; habló
con el sacristán que era un viejo redomado
hipócrita, al que se ganó con dádivas,
quedando de acuerdo de que entre
las cosas que le mandaban sus hermanos,
le entregara una carta concertando
su fuga y a la hora que ésta se
efectuaría, lo que llegó a conocimiento
de su hermano Fernando, ya que un
amigo de Juan le vendió el secreto.
Los hermanos Bañuelos ardiendo
en ira y deseosos de venganza llegaron
a las callejas de Santa Inés con el fin de
cortarle el paso, después de un duro
combate, mataron a Juan de una estocada.
Mientras esto ocurría, Dª Elvira
se descolgó por una tapia y esperando
encontrarse en los brazos de su amado,
vio asombrada que la tenían cogida
con fuerza sus hermanos, y tapándole
la boca para que no gritara, la llevaron
a una casa que tenían en la Ribera, donde
la ahorcaron en una viga. Después
la llevaron nuevamente al convento y a
fuerza de oro se celebraron las exequias
como si hubiese fallecido de
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muerte natural. Otras personas que conocieron
este hecho, cuentan que llevaron
el cadáver a su casa y que le dieron
sepultura en el enterramiento que
esta familia tenía en la parroquia de
San Miguel.[]
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Cultura
Calle de Santa Inés. Fotos: redacción