Spiderman-tambien-tiene-frio-Promo

se trata de pura y enfermiza Obsesión. Para mí tan sólo era
(y es) No sabría hacerlo de otra manera.
-Bien, cansado, he tenido una mañana un poco liosa. Oye,
¿estás bien?
-Sí, sí… bueno, la verdad es que no. La verdad es que…
-¿Qué te pasa? –me ha parecido que dejabas la frase colgada
de la última palabra para no echarte a llorar y eso ha
disparado de inmediato todos mis sistemas de alarma, lo
que se traduce en que de repente note los latidos de mi corazón
en la punta de los dedos, en las sienes o en los oídos;
en que la cabeza me zumbe como una lavadora centrifugando
y en que en el estómago todo se agite provocándome
un enorme arcada con sabor a kétchup, patata y bilis.
Ya está, va a dejarme, se veía venir. Ha conocido a un
americano interesantísimo, de ojos azules y pectorales
marmóreos, ávido lector de los clásicos rusos que la invita
a cenar en lujosos restaurantes con vistas al Hudson, lo
sabe todo de vinos franceses y la lleva a funciones de teatro
alternativo en el Village. Seguro que el muy bastardo
llora con discreta emoción al final de El diario de Noah y
tiene dos sobrinas pequeñas que son su verdadera pasión
y que adoran al muy insuperable Uncle Peter.
-Yo… Fer, cielo, lo siento, creo que no voy a poder ir a
pasar la Nochevieja contigo –¿Ya está? ¿Eso es todo? ¿En
serio es eso todo lo que te pasa? ¿Para eso he hecho yo
un atropellado y precipitado recuento mental de al menos
veinte argumentos definitivos por los que no puedes dejarme,
por los que soy y seré siempre mejor novio que ese
peripatético sucedáneo de Harrison Ford con casa en
11