Spiderman-tambien-tiene-frio-Promo

poco cuando le contesté que en realidad pensaba irme a la
cama ya porque estaba agotado. Y digo que le mentí un
poco porque, aunque era cierto que estaba realmente
exhausto, no pensaba acostarme todavía. Era muy consciente
de que no iba a ser capaz de dormirme y de que me
pasaría al menos dos horas dando vueltas, regodeándome
en mi infortunio y mi pesar antes de lograr conciliar el
sueño. También mentí otro poco cuando dos segundos más
tarde le aseguré que estaría bien. Para nada. No iba a estar
bien, de hecho me encontraba a mil millones de kilómetros
de cualquier estado que se asemejase siquiera a estar bien.
Estar bien era esa noche, para mí, el País de Nunca Jamás,
Gotham City, Macondo, el maldito Rivendel.
Así que desconfiando de mi palabra pero resignada a
aceptarla, Beatriz accedió a marcharse con mis padres y
cuando al fin me quedé solo estuve veinte minutos fregando
platos para inmediatamente después prepararme un
Colacao, encender la consola y ponerme a jugar con el
NBA2K9. Pero después de que los siempre patéticos
Clippers me hicieran treinta y cuatro puntos en el tercer
cuarto tras al menos ocho pérdidas de balón por mi parte y
cinco triples seguidos fallados, la apagué sin terminar el
partido y fue entonces cuando decidí salir a dar una vuelta,
no sin antes hacer, eso sí, un verdadero ejercicio de autocontrol
para no lanzar la Play por la ventana en un último
y justificadísimo furibundo ataque de ira.
Después de caminar un buen rato por las enrevesadas,
oscuras y solitarias calles de Noviciado y Malasaña, después
de acabar cruzándome con taxistas kamikazes e irri-
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