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toy por buscar a Ramoncín en Twitter y contárselo pero
tengo mucha hambre. En el Facebook nada nuevo. Ah sí,
Fran cree que el reciente divorcio de Scarlett Johansson ha
incrementado notablemente sus opciones de acabar yéndose
a la cama con ella. “Claro que sí, es Navidad, el
tiempo de los milagros” le escribo mientras intento acertar
con mi pie derecho dentro de la zapatilla.
Vuelvo a la cocina, pongo la comida en una bandeja y
cojo un plato donde vuelco las patatas fritas; después de
añadirle unos dos o tres litros de kétchup (¿o son kilos?
Nunca tendré claro si el kétchup se pesa en kilos o litros),
me voy al salón y derrengado, me dejo caer en el sofá
mientras enciendo la televisión: en París unas trescientas
personas tendrán que pasar la Nochebuena en el Charles
de Gaulle por culpa de la nieve y yo me quedo absorto
viendo la noticia, con una patata colgando lacia de la
punta de mis dedos, a menos de quince centímetros de mi
boca abierta, bendiciendo nuestra infinita fortuna porque
sea desde Nueva York desde donde tienes que volar tú y
porque los Estados Unidos no estén bajo los efectos de
esta inoportuna ola de frío polar que deja a los aviones en
tierra e impide que la gente se reúna con sus seres queridos
(o huya de ellos, que todo puede ser en estos extraños
y melancólicos días), reflexión que me trae a la cabeza, de
forma completamente arbitraria e inmediata, el argumento
de La jungla 2 y de ahí a inferir que puede ser un gran
plan para después de la cena de esta noche sólo hay un
pequeño paso. Así que decido que en cuanto termine de
comer le mandaré un mensaje a Beatriz por si se quiere
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