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cslewis-los-cuatro-amores

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círculo; pero dentro de esos límites poseemos a cada amigo<br />

no menos sino más a medida que crece el número de aquel<strong>los</strong><br />

con quienes 10 compartimos. En esto la amistad muestra una<br />

gloriosa «aproximación por semejanza» al Cielo, donde la<br />

misma multitud de <strong>los</strong> bienaventurados (que ningún hombre<br />

puede contar) aumenta el goce que cada uno tiene de Dios;<br />

porque al verle cada alma a su manera comunica, sin duda,<br />

esa visión suya, única, a todo el resto de <strong>los</strong> bienaventurados.<br />

Por eso dice un autor antiguo que <strong>los</strong> serafines, en la visión<br />

de Isaías, se están gritando «unos a otros» «Santo, Santo,<br />

Santo» (Isaías, 6,3). Así, mientras más compartamos el Pan<br />

del Cielo entre nosotros, más tendremos de Él.<br />

La teoría homosexual, por tanto, no me parece en absoluto<br />

plausible. Esto no quiere decir que la amistad y el eros<br />

anormal no se hayan nunca combinado. Ciertas culturas en<br />

ciertas épocas parecen haber tendido a esa contaminación.<br />

En las sociedades de guerreros era, me parece a mí, muy<br />

posible que esa mezcla se deslizara entre el maduro Valiente<br />

y su joven escudero o escolta. La ausencia de mujeres, cuando<br />

el hombre se hallaba en la guerra, tenía sin duda algo que<br />

ver con eso. Al determinar-si determinar-si es que uno cree que necesita<br />

o puede determinarlo- dónde se insinuaba o dónde no la<br />

homosexualidad, debemos guiarnos con seguridad por pruebas,<br />

cuando las hay, y no por una teoría a priori. Los besos,<br />

las lágrimas y <strong>los</strong> abrazos no son en sí mismos una prueba<br />

de homosexualidad. Las implicaciones serían, en todo caso,<br />

demasiado cómicas: Hrothgar abrazando a Beowulf, Johnson<br />

abrazando a Boswell (una pareja manifiestamente heterosexual)<br />

y todos esos viejos centuriones, rudos y peludos,<br />

que aparecen en Tácito estrechándose entre sus brazos unos<br />

a otros y pidiendo un último beso cuando la legión se disolvía...,<br />

¿eran todos afeminados? Si puede usted creer eso, es<br />

que es capaz de creer cualquier cosa. Desde una perspectiva<br />

histórica amplia, no son, por supuesto, <strong>los</strong> gestos demostrativos<br />

de la amistad entre nuestros antepasados, sino la ausen-<br />

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cia de estos gestos en nuestra propia sociedad 10 que requiere<br />

una explicación especial. Somos nosotros, no el<strong>los</strong>, <strong>los</strong> que<br />

nos hemos salido del tiesto.<br />

He dicho que la amistad es el menos biológico de <strong>los</strong><br />

<strong>amores</strong>. Tanto el individuo como la comunidad pueden sobrevivir<br />

sin ella; pero hay alguna otra cosa, que se confunde<br />

a menudo con la amistad, y que la comunidad sí necesita, una<br />

cosa que, no siendo amistad, es la matriz de la amistad.<br />

En las primeras comunidades, la cooperación de <strong>los</strong> varones<br />

como cazadores o guerreros no era menos necesaria<br />

que la tarea de engendrar y criar a <strong>los</strong> hijos. Una tribu donde<br />

no hubiera inclinación por una de esas tareas moriría, con la<br />

misma seguridad que la tribu que no tuviera inclinación por<br />

la otra tarea. Mucho antes de que la historia comenzara, <strong>los</strong><br />

hombres nos hemos reunido, sin las mujeres, y hemos hecho<br />

cosas; teníamos que hacerlas. Y sentir agrado por hacer lo<br />

que es necesario hacer es una característica que tiene valor de<br />

supervivencia. No sólo debíamos hacer cosas sino que teníamos<br />

que hablar de ellas: teníamos que hacer un plan de caza<br />

y de batalla. Cuando éstas terminaban, teníamos que hacer<br />

un examen post mortem y sacar conclusiones para el futuro;<br />

y esto nos gustaba todavía más. Ridiculizábamos o castigábamos<br />

a <strong>los</strong> cobardes y a <strong>los</strong> chapuceros, y elogiábamos a <strong>los</strong><br />

que se destacaban en las acciones de guerra o de caza.<br />

- Él tenía que haber sabido que nunca podría acercarse<br />

al animal con el viento dándole de ese lado...<br />

- Es que yo tenía una punta de flecha más ligera; por<br />

eso resultó.<br />

- Lo que yo siempre digo es que...<br />

- Se lo clavé así, ¿ves? Así como estoy sosteniendo ahora<br />

esta vara... .<br />

Lo que hacíamos era hablar del trabajo. Disfrutábamos<br />

mucho de la compañía de unos con otros: nosotros <strong>los</strong><br />

valientes, nosotros <strong>los</strong> cazadores, todos unidos por una destreza<br />

compartida, por <strong>los</strong> peligros y <strong>los</strong> padecimientos com-<br />

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