You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
nadie», Sólo mucho tiempo después VinimOS a caer en la<br />
cuenta de que ninguno había oído hablar de él. (Tengo ahora<br />
la sospecha de que algunos de estos Richard Button, Hezekiah<br />
Cromwell y Eleanor Forsyth existían tanto como Caperucita<br />
Roja; pero durante más de un año nos sentimos<br />
completamente intimidados.)<br />
De esa manera podemos detectar el orgullo de una amistad<br />
-ya sea olímpica, titánica o simplemente vulgar- en<br />
muchos círcu<strong>los</strong> de amigos. Sería temerario suponer que<br />
nuestro propio círculo de amigos está a salvo de ese peligro,<br />
porque es justamente en el nuestro donde más podemos<br />
tardar en reconocerlo. El peligro de ese orgullo, en efecto, es<br />
inseparable del amor de amistad. La amistad es excluyente.<br />
Del inocente y necesario acto de excluir al espíritu de exclusividad<br />
hay un paso muy fácil de dar y, desde ahí, al placer<br />
degradante de la exclusividad. Si esto se admite, la pendiente<br />
hacia abajo se hará cada vez más pronunciada. Puede ser que<br />
nunca lleguemos a ser titanes o, simplemente, groseros; pero<br />
podríamos -lo que en cierta manera es peor- volvemos<br />
«Las almas». La visión común que en un primer momento<br />
nos unió puede desvanecerse. Seremos una coterie que existe<br />
por ser eso, coterie, una pequeña aristocracia autoseleccionada,<br />
y por lo tanto absurda, que se refocila a la sombra de su<br />
autoaprobación corporativa.<br />
A veces, un círculo en esas condiciones empieza a derivar<br />
al mundo de lo práctico; convenientemente ampliado para<br />
poder admitir nuevos miembros, cuya participación en el<br />
interés común original es insignificante, pero a quienes se les<br />
hace sentir, en un sentido vago, «hombres justos», llega a ser<br />
un verdadero poder en el medio en que se mueve. El ser<br />
miembro de dicho círculo llega a tener cierta importancia<br />
política local, aunque la política en cuestión sea sólo la de un<br />
regimiento o de un colegio o el recinto de una catedral; la<br />
manipulación de comités, la captación de empleos (para<br />
hombres justos) y el frente unido contra <strong>los</strong> pobres se con-<br />
98<br />
vierte ahora en su principal ocupación; y quienes se juntaban<br />
antes para hablar de Dios o de poesía, se reúnen ahora para<br />
hablar de cátedras o de empleos. Adviértase la justicia de su<br />
destino. «Polvo eres y en polvo te convertirás», dijo Dios a<br />
Adán. En un círculo que ha degenerado en un aquelarre de<br />
manipuladores, la amistad vuelve a ser el simple compañerismo<br />
práctico, que fue su origen. Ahora sus miembros forman<br />
un tipo de organismo semejante al de las primitivas hordas<br />
de cazadores. Cazadores, que eso es precisamente lo que<br />
son, no la clase de cazadores que profundamente respeto.<br />
La masa del pueblo, que nunca tiene toda la razón, nunca<br />
se equivoca del todo. Se equivoca irremediablemente cuando<br />
cree que cada círculo de amigos se formó por el placer de la<br />
superioridad y del engreimiento. Se equivoca a mi juicio al<br />
creer que toda amistad se deleita con esos mismos placeres.<br />
Pero parece tener razón cuando diagnostica como peligro el<br />
orgullo al que las amistades están naturalmente expuestas;<br />
precisamente porque éste es el más espiritual de <strong>los</strong> <strong>amores</strong>,<br />
el peligro que le acecha es el más espiritual. La amistad, si se<br />
quiere, hasta es angélica; pero el hombre necesita estar triplemente<br />
protegido por la humildad si ha de comer sin riesgo<br />
el Pan de <strong>los</strong> ángeles.<br />
Quizá podamos ahora arriesgar una opinión de por qué<br />
las Escrituras usan tan poco de la amistad como imagen del<br />
Amor Supremo. Es ya, de suyo, demasiado espiritual para<br />
ser un buen símbolo de cosas espirituales. Lo más alto no se<br />
sostiene sin lo más bajo. Dios puede presentarse a sí mismo<br />
ante nosotros, sin riesgo de que le malentendamos, como<br />
Padre y como Esposo, porque sólo un loco pensaría que es<br />
físicamente nuestro progenitor o que su unión con la Iglesia<br />
es otra cosa que mística. Pero si la amistad fuese usada con<br />
ese propósito, podríamos tomar el símbolo por lo simbolizado.<br />
El peligro latente en la amistad se agravaría. Podríamos<br />
sentimos además, por su misma semejanza con la vida celestial,<br />
inclinados a confundir esa cercanía, que ciertamente se<br />
99