11.10.2012 Views

cslewis-los-cuatro-amores

cslewis-los-cuatro-amores

cslewis-los-cuatro-amores

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

da en la amistad, con una cercanía de aproximación, y no<br />

sólo de semejanza.<br />

En consecuencia, la amistad, como <strong>los</strong> demás <strong>amores</strong><br />

naturales, es incapaz de salvarse a sí misma. Debido a que es<br />

espiritual, se enfrenta a un enemigo más sutil; debe, incluso<br />

con más sinceridad que <strong>los</strong> otros <strong>amores</strong>, invocar la protección<br />

divina si desea seguir siendo auténtica. Consideremos,<br />

pues, lo angosto que es el verdadero camino de la amistad.<br />

No debe llegar a ser lo que la gente llama «una sociedad de<br />

bombos mutuos»; pero si no está llena de admiración mutua,<br />

de amor de apreciación, no es amistad en absoluto, porque<br />

a menos que nuestras vidas se vean lastimosamente empobrecidas,<br />

con nuestras amistades debe ocurrir lo que con<br />

Christiana y su tertulia en The Pilgrim's Progress:<br />

Cada una parecía sentir terror de las demás, porque<br />

no podía ver en ella misma la aureola que podía ver en las<br />

otras. Por eso, cada una empezaba a estimar a las demás<br />

más que a sí misma. Porque «tú eres más guapa que yo»,<br />

decía una; «y tú tienes más gracia que yo», decía otra.<br />

A la larga hay una sola forma de probar con seguridad<br />

esta ilustrativa experiencia. Y Bunyan lo señala en el mismo<br />

pasaje: fue en la Casa del Intérprete, después de ser bañadas,<br />

ungidas y vestidas con limpias «ropas blancas», cuando las<br />

mujeres se vieron unas a otras bajo esa luz. Si recordamos el<br />

baño, la unción, la vestimenta, nos sentiremos seguros; y<br />

mientras más elevada sea la base común de la amistad, más<br />

necesario será recordarla. Sobre todo en una amistad explícitamente<br />

religiosa, olvidarla sería fatal.<br />

Porque entonces sentiremos que somos nosotros mismos<br />

-nosotros <strong>cuatro</strong> o cinco- quienes nos hemos elegido unos<br />

a otros, al percibir cada uno la belleza interior de <strong>los</strong> demás,<br />

todos iguales, y formando así una nobleza voluntaria, creeremos<br />

que nosotros mismos nos hemos elevado por encima<br />

100<br />

del resto de la humanidad gracias a nuestros propios poderes.<br />

Los otros <strong>amores</strong> no suscitan la misma ilusión. Obviamente,<br />

el afecto requiere afinidad o, por lo menos, una<br />

proximidad que no depende nunca de nuestra elección. Y en<br />

cuanto al eros, la mitad de las canciones de amor y la mitad<br />

de <strong>los</strong> poemas de amor en el mundo nos dirán que el ser<br />

amado es nuestro destino o fatalidad, tan poco escogido por<br />

uno como la descarga de un rayo, ya que «no está en nuestro<br />

poder amar u odiar». Han sido las flechas de Cupido, <strong>los</strong><br />

genes, cualquier cosa menos nosotros mismos.<br />

Pero en la amistad, en la que se está libre de todo eso,<br />

creemos haber elegido a nuestros iguales, y en realidad unos<br />

pocos años de diferencia en las fechas de nacimiento, unos<br />

pocos kilómetros más entre ciertas casas, la elección de una<br />

universidad en vez de otra, el destino en distintos regimientos,<br />

la circunstancia accidental de que surja o no un tema en<br />

un determinado encuentro, cualquiera de estas casualidades<br />

podría habernos mantenido separados. Pero para un cristiano,<br />

estrictamente hablando, no hay casualidades.<br />

Un secreto Maestro de Ceremonias ha entrado en acción.<br />

Cristo, que dijo a sus discípu<strong>los</strong> «Vosotros no me habéis<br />

elegido a Mí, sino que Yo os elegí a vosotros», puede realmente<br />

decir a cada grupo de amigos cristianos: «Vosotros no<br />

os habéis elegido unos a otros, sino que Yo os he elegido a<br />

unos para otros». La amistad no es una recompensa por<br />

nuestra capacidad de elegir y por nuestro buen gusto de<br />

encontrarnos unos a otros, es el instrumento mediante el<br />

cual Dios revela a cada uno las bellezas de todos <strong>los</strong> demás,<br />

que no son mayores que las bellezas de miles de otros hombres;<br />

por medio de la amistad Dios nos abre <strong>los</strong> ojos ante<br />

ellas. Como todas las bellezas, éstas proceden de Él, y luego,<br />

en una buena amistad, las acrecienta por medio de la amistad<br />

misma, de modo que éste es su instrumento tanto para crear<br />

una amistad como para hacer que se manifieste. En este<br />

festín es Él quien ha preparado la mesa y elegido a <strong>los</strong><br />

101

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!