11.10.2012 Views

cslewis-los-cuatro-amores

cslewis-los-cuatro-amores

cslewis-los-cuatro-amores

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

algún insignificante principillo no es el Emperador legítimo,<br />

cuando sin la ayuda del Emperador ni siquiera puede conservar<br />

su trono, subordinado a él, ni puede mantener la paz<br />

por medio año en su pequeña provincia?<br />

Incluso por su propio interés, <strong>los</strong> <strong>amores</strong> naturales deben<br />

aceptar ser algo secundario, si han de seguir siendo lo que<br />

quieren ser. En este sometimiento reside su verdadera libertad:<br />

«Son más altos cuando se inclinan». Cuando Dios manda<br />

en un corazón humano, aunque a veces tenga que derrocar<br />

a algunas de sus originarias autoridades, mantiene a menudo<br />

a otras en sus puestos y, al someter su autoridad a la<br />

Suya, da por primera vez a ese corazón una base sólida.<br />

Emerson ha dicho: «Cuando se van <strong>los</strong> semidioses, llegan <strong>los</strong><br />

dioses». Ésta es una máxima muy dudosa. Digamos mejor:<br />

«Cuando Dios llega, y sólo entonces, <strong>los</strong> semidioses pueden<br />

quedarse». Entregados a el<strong>los</strong> mismos desaparecen o se vuelven<br />

demonios. Solamente en Su nombre pueden, con belleza<br />

y seguridad, «esgrimir sus pequeños tridentes». La rebelde<br />

consigna «Todo por amor» es, en realidad, la garantía de la<br />

muerte del amor (la fecha de la ejecución, por el momento,<br />

está en blanco).<br />

Pero la cuestión de esta rivalidad, postergada tan largamente<br />

por estas razones, debe ahora ser tratada; en cualquier<br />

época anterior, excepto el siglo XIX, podría aparecer a lo<br />

largo de todo un libro sobre este tema. Si <strong>los</strong> victorianos<br />

necesitaban algo que les recordara que el amor no basta,<br />

teólogos más antiguos, en cambio, decían siempre en voz<br />

muy alta que el amor natural es probablemente demasiado.<br />

El peligro de amar demasiado poco a nuestros semejantes se<br />

les pasaba menos por la cabeza que el de amar<strong>los</strong> de una<br />

manera idolátrica. En cada esposa, madre, hijo y amigo, el<strong>los</strong><br />

veían un posible rival de Dios, que es lo que por supuesto<br />

decía Nuestro Señor (Lucas 14,26).<br />

Hay un método para saber con seguridad si nuestro amor<br />

hacia nuestros semejantes es inmoderado, método que me<br />

132<br />

veo obligado a rechazar desde el comienzo. Y lo hago temblando,<br />

pues me lo encontré en las páginas de un gran santo<br />

y gran pensador, con quien tengo, felizmente, incalculables<br />

deudas.<br />

Con palabras que aún pueden hacer brotar lágrimas, San<br />

Agustín describe la desolación en que 10 sumió la muerte de<br />

su amigo Nebridio (Confesiones IV,10). Luego extrae una<br />

moraleja: esto es lo que pasa, dice, por entregar nuestro<br />

corazón a cualquier cosa que no sea Dios. Todos <strong>los</strong> seres<br />

humanos mueren. No permitamos que nuestra felicidad dependa<br />

de algo que podemos perder. Si el amor ha de ser una<br />

bendición, no una desgracia, debemos dedicárselo al único<br />

Amado que jamás morirá.<br />

Esto es, por supuesto, tener un excelente sentido común.<br />

No pongamos el agua en una vasija quebrada. No invirtamos<br />

demasiado en una casa de la que nos pueden echar. Y no hay<br />

ningún hombre que pueda asumir con más convicción que<br />

yo tan prudentes máximas: ante todo, soy partidario de la<br />

seguridad. De todos <strong>los</strong> argumentos contra el amor, ninguno<br />

atrae tanto a mi naturaleza como «¡Cuidado!, eso te puede<br />

hacer sufrir».<br />

A mi naturaleza, a mi temperamento, sí; pero no a mi<br />

conciencia. Cuando me dejo llevar por esa atracción me doy<br />

cuenta de que estoy a mil millas de Cristo. Si de algo estoy<br />

seguro es de que su enseñanza nunca tuvo por objeto confirmar<br />

mi preferencia congénita por las inversiones seguras y<br />

<strong>los</strong> riesgos limitados. Dudo de que haya en mí algo que<br />

pueda complacerle menos que eso. ¿Y quién podría imaginar<br />

el comenzar a amar a Dios sobre una base tan prudente,<br />

porque la seguridad, por así decir, es mejor? ¿Quién podría<br />

siquiera incluirla entre las razones para amar? ¿Elegiría usted<br />

una esposa o un amigo -y ya que estamos en eso, elegiría<br />

un perro- con ese espíritu? Uno debería irse fuera del<br />

mundo del amor, de todos <strong>los</strong> <strong>amores</strong>, antes de calcular así.<br />

133

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!