Lenka21Mag 2013/07/21

por supuesto que ese sería el precio normal
del trayecto. Una vez habiendo dejado atrás al
conductor, se percató de que el autocar iba
bastante vacío y se encontró ante sí una chica
uniformada con los colores de la compañía de
autobuses, que le indicó: “Para una muerte
rápida, siéntese en los asientos que quedan a
mi derecha. Para una muerte intensa, en los
de mi izquierda. Gracias”. Y todo eso con una
sonrisa en los labios.
Estupefacto, tras echar un vistazo a las filas de
asientos que quedaban a la izquierda de la
moza y comprobar que, sorprendentemente,
estaban tan llenos como los de la derecha, se
esforzó por salir de su asombro y decirle a la
chica:
- Oiga, pero es que yo no quiero morirme.
- ¡Rajado! ¡Cobarde! –empezaron a
increparle los usuarios del vehículo.
- No se preocupe –le dijo la chica-. Está en
buenas manos. Desde que se aprobó la ley
para el suicidio asistido y empecé a trabajar
aquí, ya me he encontrado con varios casos
como usted, pero no sufra. Es usted un
valiente: ya ha dado el primer paso, que era lo
más difícil. Del resto nos ocupamos nosotros.
Ahora tome asiento, por favor.
Francisco, anonadado, cedió a la presión de la
chica y los usuarios, y dio un paso al frente,
rociado de aplausos, hasta tomar asiento en
las hileras de “muerte rápida”. Ya puestos…
Pensaba que todo eso era demasiado
surrealista para ser cierto, así que le comentó
a su compañero de asiento:
- Esto es una broma de cámara oculta,
¿no?
- Claro, su familia ha contactado con la
televisión y esta ha fletado un autobús
específicamente para gastarle a usted esta
broma. Cachondo… -dijo para sí la última
palabra.
- Oiga, ¿por qué me suena a sarcasmo?
- Porque lo era, hombre. Y ahora, relájese,
que van a terminar sus sufrimientos muy
pronto.
- Pero es que yo no tenía pensado morirme
aun.
- ¿Ah, no? ¿Y por qué no? ¿Tiene algo a lo
que aferrarse, algo que lo haga feliz?
- Hombre…
- ¿Familia?
- Sí, pero no. Se han cansado de que sea
un fracasado.
- ¿Un buen trabajo, dinero?
- Tampoco, estoy en paro.
Talento
50
- ¿Amigos?
- Bueno, si contamos a los parroquianos
alcohólicos del Bar Manolo…
En ese momento se dio cuenta de lo vacía que
estaba su vida. ¿Para qué iba a luchar? No iba
a recuperar a su familia tras tantos años sin
preocuparse por ella ni nadie le iba a contratar
con su edad y con su tan limitada experiencia
en tiempos de crisis. Empezó a pensar que
quizá montarse en el autobús directo al
cementerio había sido lo mejor que podría
haber hecho. Incluso era posible que el
destino hubiese mediado. Sí, sonaba
romántico. En pleno proceso de aceptación de
su pronta muerte, le preguntó a uno de los
hombres que estaban en las filas de la
izquierda por qué no había elegido una muerte
rápida y éste le contestó: “Mire, la muerte es
algo único, así que creo que hay que
saborearla. Al fin y al cabo, no volverá a
repetirse. Ya me he perdido demasiadas
cosas de la vida por tanto ir con prisas y
distraerme con tonterías. Al menos, durante
este último paso, quiero poder sentir y
paladear mi vida, aunque sea en su final”. De
repente, Paco se cambió al otro lado del
autobús.
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