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. DimSIBI
CAMPO: Gabino Jiménez. Lleno sin apreturas en
los graderíos, en mañana soleada, pero fría. Terreno
de juego en condiciones normales.
MARCADOR: Moscardó, 0; Pontevedra, 0.
MOSCARDO Valbuena; Flores, Salmerón, Laborda;
Ramírez, Pascual; Ramoncito, Carmelo, Domínguez,
Pintado y Sánchez Barrios.
PONTEVEDRA: lllumbe; Irulegui, Luis, Amavisca;
Calleja, López; Rubial, Neme, Carballeda, Plaza y
Amutio (Huerta).
ARBITRO: Señor Santos López, del Colegio Oeste.
Realizó una excelente labor técnica, siguió la jugada
de cerca e impuso siempre su autoridad. Sü debut
en Madrid no pudo ser más brillante y satisfactoria.
Faltó poco para que los segtdidotés
del Moscardó pudieran
dí^rtKtar el turrón navideño con
la alegría deportiva que supone
la victoria ante un conjunto de
la categoría del Pontevedra. lia
Buerte no estuvo al lado de los
BitQleros madrileños, que tuvleroD
que canteütoise con ver
—bMídifa resignación—cómo su
mayor iniciativa, y pe» sopuesto
su m-és amplia gama de disparos,
quedaba sin el justo premio
al término del encueniJo. El
triunfo debió, en pura lógica,
quedarse en Üsera, y no habría
que lamentar a estas boras ese
Inmerecido repairto de puntos
Mejor juego madrileño
y tiro al larguero
(OrO) que, como aguinaldo anticipado,
recibieran los discípulos
de Otétavo Biosca.
Dominio rojiblanco
Fue el cuadro rojiblanco quien
mandó en el campo durante la
mayOT parte del disputado choque.
Su dominio adquirió en
ocasiones características de agobio
ai pmiál de lllumbe—^nervioso
a veces—; pero el "once" gallego,
muy troquilo y experimentado,
supo responder entonces
con una ordenada defensa,
y no olvidó jugiar la baea. del
oontreeolpe, en espera de la
El meta del Pontevedra tuvo que emplearse a fondo para salvtur los
allaqai rm, ww»
de Domínguez
oportunidad de sorprender al
Moscardó. Sin embargo, su delantera
no respondió en extremo,
y los tiros más pel^osos
partieron de López y de Maza.
Este último, con el "di^" a la
espalda, pero en misión de centrocampista.
El Pontevedra, que
puso en práctica el habitual
4-3-3, demostró con claridad
desde el primer minuto cuáles
eran sus intenciones y no equivocó
a nadie. De esta suerte, el
Moscardó presionó con más insistencia
y trazó un estupendo
fútbol—el reloj marcaba el minuto
veinticinco del período inicial—,
que no se tradujo en goles.
Domínguez primero y Rntado
y Sánchez Barrios después,
dispararon sin consecuencias sobre
Xa meta de lllumbe. La réplica
de los granates estuvo a
cargo de Neme y Haza, pero
el gol no llegó. Y él 0-0, poco
halagüeño para los locales, se
tomaba cada Vez más firme. No
había quien lo moviera, y eso
que el entusiasno, ilusión y
buen Ju^o del Hosoardó-4odo
hay que deciilo—merecían que
la fortuna se hubiera vestido de
rojiblanca en su tesonero quehacer
hacia la meta del Pontevedra.
La decoración no varió en el
segundo tiempo. S^nxió el dominio
del Moscardó, se defendió
con acierto el equipo áei Lérez
y el marcador no sufrió la menor
aliteraclán. tHnn&iguez estrelló
un balón en él larguero
—minuto cincuaita y seis—y
pudo ser el tanto decisivo, que
hubiera rubricado además lá excelente
tarea del delantero rojiblanco.
Domit^uez evidenció
sus destacadas condiciones y íue
el atacante que más in