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Identidad cortada - Fadaum

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Pepin acompañando a Maria se dirigió a la iglesia más cercana, que estaba solo a pocas<br />

manzanas del bar y después de entrar y dejarla acomodada en un banco se dirigió a la<br />

sacristía.<br />

María dejó de temblar, al sentarse en el banco un poco sobrecogida por el silencio<br />

que la abrazaba, la inquietud abandono su ánimo ¡Que paz! Unas luces discretas iluminaban<br />

el recinto y las flores que adornaban el altar eran blancas, no oía ningún ruido, solo unas<br />

palabras pronunciadas por el sacerdote que dirigiéndose a las personas que arrodilladas o<br />

sentadas escuchaban.<br />

- Levantemos el corazón -decía el sacerdote-Lo tenemos levantado hacia el Señor.<br />

Oyó responder a los fieles<br />

Luces…muchas luces de colores estallaron en la mente de Maria, como unos fuegos<br />

artificiales sin ruido. Ahora blancas y brillantes iguales a las flores que adornan el altar.<br />

Recuerdos de primaveras felices llenas de risas infantiles que se alejan y una brisa<br />

dulce que se posa en su frente; alguien la besa.<br />

Después el blanco es sustituido por un azul intenso que parpadea, rapido, rapido más rápido<br />

para acabar estallando, dividiéndolo en miles de luciérnagas diminutas que vuelan sobre su<br />

cabeza y amorosamente la envuelven, la abrazan. ¡Ay, seguir, seguir así! ¡No os marchéis!<br />

Y el rojo… llega el rojo, invadiendo su alma, fuerte agresivo y Maria siente dolor.<br />

- ¡No otra vez no! por favor…<br />

Perdidas, desencuentros y lágrimas y Maria llora.<br />

- ¿Qué es lo que perdí? Pero no quiero recordar no quiero volver a sufrir.<br />

Y el rojo se cuela en los recovecos de la memoria empujando al olvido, y<br />

recuerda...Maria, recuerda pero no quiere, no quiere volver a recordar. Cicatrices cerradas<br />

vuelven a abrirse con la fuerza del recuerdo, están de nuevo sangrando y duelen., como el<br />

primer día. ¿Quien las curará? No fue suficiente el olvido ni la evasión pues vuelven de<br />

nuevo una y otra vez para atormentarla.<br />

¡Yo no quise¡ grita Maria al rojo que la invade.¡Yo no lo sabía! Por favor, por favor.<br />

Y el rojo se difumina en rosado como los pétalos de una delicada rosa o como una<br />

porcelana costosa, bella y fría que otorga un perdón solo por caridad que no por amor.<br />

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