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- ¡Menos mal que esta chica es una bellísima persona! un poco boba a veces, pero<br />
no está mal .Francamente es un descanso saber lo bien que la cuida.<br />
Algunos días Carmen instalaba a su madre en el estudio de pintura acompañada<br />
siempre por Manuela.<br />
- Os voy a hacer a las dos un retrato ¿queréis? Así, mamá, tu te estas ahí sentadita y<br />
tu Manuela de pie a su lado sin moveros. Después os daré un descanso..<br />
Maria permanecía quieta frente al lienzo en el que su hija iba plasmando la figura de<br />
ambas mujeres. Manuela le ponía una mano sobre el hombro que Maria cogía y le sonreía.<br />
Otras veces le rogaba que mientras ella pintaba le contara cosas de su país.<br />
- Sobre todo de tu hijito, ¡es un sol de hijo!<br />
Otras veces<br />
Manuela ¿me presta esa blusa tan preciosa con los bordados de pájaros y colorines?<br />
Me la voy a poner esta noche.<br />
¡Pordios señorita! Con los vestidos tan lindos que tiene…<br />
Si, pero la blusa tuya es única.<br />
En aquellas tardes desaparecía la consternación, las tres olvidaban.<br />
Hasta que el impulso de huir empujaba a Carmen y se marchaba de viaje sin dar<br />
explicaciones sobre el destino o a pasar un fin de semana que duraba diez días. Sus sueños<br />
rotos corrían más aprisa que ella, en realidad no sabia si los quería alcanzar.<br />
- Rápido, encanto ayúdame a hacer la maleta. Un beso y cuida a mamá.<br />
Otras, sin ningún motivo, se presentaban con una caja enorme de bombones belgas<br />
de regalo para el hijo de Manuela.<br />
- Pero señorita con lo lejos que está…<br />
- ¡Pues se los mandas y se acabo…!<br />
A Carmen no se le ocurría pensar si a Manuela le gustaba prestarle su blusa o si era<br />
conveniente mandar dulces a Ecuador que a lo mejor no podrían pasar la frontera. Sin<br />
embargo algunos días le llegaba un recuerdo que no quería, el recuerdo de la infancia, sin<br />
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