Gestion_Bibliotecas_Murcia.pdf 3211KB Dec 11 2011 03 ... - Imaginar
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Gómez Hernández, José A. Gestión de <strong>Bibliotecas</strong>. <strong>Murcia</strong>: DM, 2002<br />
los pisos altos, cuyos armarios acristalados albergaban un número no demasiado alto de volúmenes y<br />
ejemplares sueltos de revistas; pese a estar cerrados con llave, habíamos descubierto una maestra que abría<br />
todas las puertas. Ello ocasionó que por ejemplo yo mismo, con no poca culpa, en vez de preparar los exámenes<br />
me distrajera más de lo prudente fisgando y leyendo literatura, historia y crítica en lugar de textos jurídicos<br />
como era mi obligación. En aquellos anaqueles se podían encontrar libros de Austral, clásicos españoles en las<br />
ediciones de La Lectura, algunas enciclopedias y obras de consulta y muy quebrantados rimeros de revistas que<br />
llegaban cuando querían y se almacenaban aún con mayor informalidad. (...).<br />
Las noches preparando exámenes tenían sus rituales, sus momentos concentrados, sus treguas<br />
euforizantes así como sus algo melancólicos remates. La cosa solía comenzar tras la cena, y a modo de<br />
preparación y regalo ante la dureza de la trasnochada, con un delicioso paseo nocturno por la Trapería, poco<br />
transitada a esas horas, y con la ingestión en una horchatería con mesas al aire libre, casi en la esquina de la<br />
catedral, de una exquisita leche merengada con toques de canela en su cúspide. (...) Con mucha lentitud<br />
regresábamos al redil en tanto la ciudad estaba a punto de dormirse y sólo algunas ventanas amarillentas<br />
punteaban las hermosas fachadas de Santo Domingo. Uno solía estudiar en soledad, a dúo o en comandita,<br />
utilizando la mencionada biblioteca. (...)<br />
A. MARTINEZ SARRION. UNA JUVENTUD<br />
Pienso que la lectura no es comparable con ningún otro medio de aprendizaje y comunicación, ya que<br />
la lectura tiene un ritmo propio, gobernado por la voluntad del lector, la lectura abre espacios de interrogación,<br />
de meditación y de examen crítico, en suma, de libertad; la lectura es una relación con nosotros mismos y no<br />
únicamente con el libro, con nuestro mundo interior a través del mundo que el libro nos abre.<br />
ITALO CALVINO<br />
Uno vive el libro de tal modo que transforma su casa en un albergue providencial que lo defiende de<br />
las adversidades del mundo. El viejo e inextinguible sentimiento de seguridad en un medio precario se renueva<br />
en esos instantes en que uno disfruta de una especie de obligado confinamiento donde el calor, la comida, los<br />
utensilios, todo, adquiere el valor impagable que tuvieron para Robinson o el capitán Hatteras. Ahora, yo era<br />
Robinson, también yo había naufragado y estaba a salvo en una cueva que había excavado con mis manos. Las<br />
fronteras entre la realidad y la ficción se habían desvanecido por un instante como en los tiempos de la<br />
adolescencia.<br />
LUIS LANDERO. REFUGIOS Y NAUFRAGIOS<br />
Algunos entramos un día en los libros como quien entra en una orden religiosa, en una secta, en un<br />
grupo terrorista. Peor, porque no hay apostasía imaginable: el efecto de los libros sólo se sustituye o se alivia<br />
mediante otros libros. Es la única adición verdadera que conozco, la que no tiene cura posible.<br />
Ser por los libros, para los libros, a través de ellos. Perdonar a la existencia su básico trastorno,<br />
puesto que en ella hay libros. No concebir la rebeldía política ni la perversión erótica sin su correspondiente<br />
bibliografía. Temblar entre líneas, dar rienda suelta a los fantasmas capítulo tras capítulo. Emprender largos<br />
viajes para encontrar lugares que ya hemos visitado subidos en el bajel de las novelas: desdeñar los rincones<br />
sin literatura, desconfiar de las plazas o las formas de vida que aún no han merecido un poema. Salir de la<br />
angustia leyendo; volver a ella por la misma puerta. No acatar emociones analfabetas. En cosas así consiste la<br />
perdición de la lectura. Quien la probó lo sabe.<br />
FERNANDO SAVATER LA PERDICIÓN DE LA LECTURA<br />
En esa gran polémica con los muertos vivos que llamamos lectura, nuestro papel no es pasivo. Cuando<br />
es algo más que fantaseo o que un apetito indiferente emanado del tedio, la lectura es un modo de acción.<br />
Conjuramos la presencia, la voz del libro. Le permitimos la entrada, aunque no sin cautela, a nuestra más<br />
honda intimidad. Un gran poema, una novela clásica nos acometen; asaltan y ocupan las fortalezas de nuestra<br />
conciencia. Ejercen un extraño, contundente señorío sobre nuestra imaginación y nuestros deseos, sobre<br />
nuestras ambiciones y nuestros sueños más secretos. Los hombres que queman libros saben lo que hacen.<br />
...Leer bien significa arriesgarse a mucho. Es dejar vulnerable nuestra identidad, nuestra posesión de<br />
nosotros mismos.<br />
GEORGE STEINER LENGUAJE Y SILENCIO<br />
La vida del lector se cuenta en horas, la del libro en milenio... la economía, la arquitectura del<br />
privilegio en el que tenía lugar el acto clásico de la lectura está muy lejos de nosotros.<br />
La cultura de masas, la economía del espacio y el tiempo, la erosión de la privacidad, la supresión<br />
sistemática del silencio en las culturas tecnológicas del consumo, el desahucio de la memoria (del ejercicio de<br />
aprender la memoria) en el aprendizaje escolar, acarrean el eclipse del acto de la lectura del libro mismo. El<br />
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