La voluntad se ejercita - Juventud Rebelde
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08<br />
NACIONAL<br />
DOMINGO 23 DE NOVIEMBRE DE 2008<br />
juventud rebelde<br />
Cuando matar<br />
era un oficio<br />
Hace 50 años que la dictadura de Batista ordenó y consumó<br />
la masacre de 22 hombres en el poblado pinareño de Cabañas,<br />
hoy perteneciente a la provincia de <strong>La</strong> Habana<br />
por LUIS HERNÁNDEZ SERRANO<br />
luishs@jrebelde.cip.cu<br />
fotos CORTESÍA DEL ENTREVISTADO<br />
«A 50 años, no he olvidado la escalofriante<br />
masacre de Cabañas, un poblado<br />
de Pinar del Río, la provincia<br />
donde nací el 17 de octubre de 1939,<br />
aunque en Cabezas, hoy municipio de<br />
Minas».<br />
René González Novales, combatiente<br />
de la lucha clandestina y del Ejército<br />
<strong>Rebelde</strong>, «El Rubio», hace una pausa,<br />
busca unas fotos entre algunos<br />
documentos y comenta que <strong>se</strong> ve obligado<br />
a hablar de aquel horror.<br />
«Puede llamar<strong>se</strong> también “pesadilla”.<br />
Fue uno de los crímenes más<br />
horrendos del régimen batistiano en<br />
el occidente del país. El 20 de noviembre,<br />
y a partir de e<strong>se</strong> día, <strong>se</strong> desató<br />
la saña del ejército y la policía sobre<br />
un grupo de personas, trabajadores<br />
muy pobres la inmensa mayoría.<br />
II<br />
Cuenta René, teniente coronel jubilado<br />
de las FAR, que el 16 de noviembre<br />
de 1958, a las tres de la tarde, el<br />
capitán guerrillero Rogelio Payret Silvera<br />
«Claudio» reunió a sus hombres<br />
y les planteó cómo iba a <strong>se</strong>r la emboscada.<br />
«Nos situamos en una curva en<br />
forma de “S” conocida por <strong>La</strong> Vigía, en<br />
el kilómetro 33 del circuito norte, en<br />
las cercanías de Cabañas. Caía la tarde<br />
y éramos 32 compañeros armados».<br />
El propósito de la acción era<br />
golpear «a una decena de sicarios y<br />
esbirros que llenaban de abusos sus<br />
expedientes militares. Andaban en<br />
dos carros y pertenecían al Servicio<br />
de Inteligencia Militar (SIM).<br />
«Siempre <strong>se</strong>guían muy de cerca la<br />
trayectoria del ómnibus de la ruta Guanajay-Bahía<br />
Honda. Ocupamos posiciones<br />
de tiro en una elevación de tierra<br />
y rocas de unos cuatro metros de<br />
altura.<br />
«Cuando <strong>se</strong> viera el ómnibus aparecer,<br />
alguien daría la voz de alarma<br />
acordada: “¡Ahí viene la guagua!”, y<br />
dos compañeros colocarían un jeep en<br />
medio de la carretera, bloqueando el<br />
René González Novales no olvida aquella masacre de Cabañas.<br />
paso, para obligar al vehículo —y a los<br />
dos carros del SIM— a detener<strong>se</strong>,con<br />
sus diez efectivos dentro.<br />
«A las 10:05 de la noche <strong>se</strong> reconoció<br />
el acercamiento del ómnibus y<br />
Basilio Gutiérrez, “El Habanero”, y “Lele”<br />
Lugo, atravesaron audazmente el<br />
jeep en la vía. <strong>La</strong> maniobra tendría que<br />
hacer<strong>se</strong> en forma rápida, pues solo a<br />
cinco kilómetros estaba el cuartel de<br />
la Guardia Rural de Cabañas.<br />
«El carro más cercano de la guagua<br />
iba a unos 50 metros de ella; y<br />
el otro, a 15 metros del primer auto,<br />
ambos como “custodios” del ómnibus.<br />
El capitán Rogelio Payret abrió<br />
el fuego, que pronto <strong>se</strong> generalizó.<br />
Siete efectivos del SIM murieron en<br />
el acto, mientras dos y el a<strong>se</strong>sino “Piel<br />
Canela” lograron escapar, heridos.<br />
«Nuestra tropa rebelde marchó<br />
rumbo al campamento de Bocú, cruzamos<br />
El Rubí, hacia El Cuzco, pasamos<br />
El Taburete y al amanecer pernoctamos<br />
en <strong>La</strong>s Peladas de Cayajabos,<br />
sitio al descubierto que el enemigo<br />
ni siquiera sospechó».<br />
III<br />
«<strong>La</strong> reacción de la tiranía fue más<br />
feroz que nunca como represalia contra<br />
el golpe. Lo primero fue el bombardeo<br />
de zonas campesinas de El<br />
Rubí, El Mulo, El Cuzco y otros sitios.<br />
El coronel Evelio Miranda Rodríguez<br />
—connotado verdugo batistiano— jefe<br />
del 6to. Distrito Militar Rius Rivera,<br />
de Pinar del Río, envió telefonemas urgentes<br />
a los jefes de escuadrones del<br />
SIM, al Servicio de Inteligencia Regimental<br />
(SIR) y al jefe provincial de la<br />
Policía.<br />
«Ordenó a los comandantes Jacinto<br />
Menocal, jefe del Escuadrón de<br />
San Cristóbal, y a Esteban Pérez Pantoja,<br />
jefe del Escuadrón de Guanajay,<br />
así como al a<strong>se</strong>sino capitán Leovigildo<br />
Iturriaga, jefe del Escuadrón de<br />
Bahía Honda, “arrasar con todo sospechoso<br />
de <strong>se</strong>r revolucionario”.<br />
«Un total de 200 efectivos <strong>se</strong> lanzaron<br />
contra Cabañas, entre ellos los<br />
50 masferreristas (matones del a<strong>se</strong>sino<br />
Masferrer) de El Cangre, cerca de<br />
San Diego de Núñez, con la misión de<br />
“dar un escarmiento, aterrorizar y matar<br />
a la población indefensa”».<br />
El capitán rebelde Rogelio Payret fue el jefe de la tropa que<br />
puso la emboscada al SIM.<br />
A la extrema izquierda, Gonzalo Álvarez, quien mira la tumba donde yacen dos hijos<br />
y el yerno.<br />
IV<br />
«A la llegada del comandante del<br />
Ejército <strong>Rebelde</strong> Dermidio Escalona<br />
Alonso, procedente de la Sierra Maestra,<br />
en julio de 1958, para formar oficialmente<br />
el Frente Guerrillero de Pinar<br />
del Río, el grupo encabezado por<br />
Rogelio Payret Silvera, “Claudio”, era<br />
la única fuerza revolucionaria que permanecía<br />
alzada en armas en las montañas<br />
de la provincia.<br />
«Nuestra tropa ocupaba desde San<br />
Cristóbal a <strong>La</strong>s Pozas, por el oeste, y<br />
por el este hasta los límites de la antigua<br />
provincia de <strong>La</strong> Habana, entre Guanajay<br />
y Caimito».<br />
Aclara también nuestro entrevistado<br />
que el grupo de combatientes al<br />
que él pertenecía, <strong>se</strong> formó cumpliendo<br />
órdenes de la Sierra Maestra, para<br />
contribuir a consolidar un nuevo baluarte<br />
y crear condiciones adecuadas<br />
a las fuerzas invasoras rebeldes cuando<br />
llegaran a las estribaciones de la<br />
Sierra de los Órganos.<br />
«Operamos en distintas zonas y<br />
constituimos campamentos en la Loma<br />
de El Rubí, en Bocú, <strong>La</strong>s Ánimas,<br />
Oleada, Ordúñez, la Loma de la Fruta,<br />
San Agustín, San Francisco, El Cuzco,<br />
<strong>La</strong> Ruina y otros sitios en pleno<br />
lomerío de la <strong>se</strong>rranía pinareña.<br />
«Aprovecho para dar un dato curioso:<br />
en El Rubí, el Lugarteniente General<br />
del Ejército Libertador de Cuba, Antonio<br />
Maceo, con solo 500 hombres,<br />
derrotó a varios miles de efectivos españoles,<br />
encabezados por el sanguinario<br />
Valeriano Weyler, acompañado<br />
por algunos generales como Suárez,<br />
Inclán, Bernal, Echagüe y otros. Weyler,<br />
creador de la Reconcentración, estuvo<br />
en esa batalla a punto de <strong>se</strong>r capturado<br />
por Maceo.<br />
«Nuestra gente, bajo las órdenes<br />
de Payret, ocupaba el territorio de la<br />
denominada Región 2 del Movimiento<br />
26 de Julio en Pinar del Río. En e<strong>se</strong><br />
momento yo tenía 19 años y él 20.<br />
«Fueron 22 —evoca René— los<br />
hombres a<strong>se</strong>sinados en Cabañas hace<br />
50 años. Los militares estaban encabezados<br />
por el capitán Leovigildo<br />
Iturriaga, el teniente Armando Casola,<br />
los sargentos Capó, Julián Hernández<br />
y Pedro de la Carrazana, los cabos <strong>La</strong>ra<br />
y Cándido Cordero Díaz y el soldado<br />
Papito Rivero. Todos, como sus jefes,<br />
fueron unos monstruos.<br />
«Compitieron entre sí para ver quién<br />
utilizaba los métodos más bárbaros y<br />
quién mataba a más jóvenes y trabajadores<br />
indefensos e inocentes.<br />
«Entre los muertos había cuatro<br />
conjuntos de hermanos, tres pares y<br />
un trío: Juan y Enrique Pérez Ledesma;<br />
Domingo y Vicente Álvarez Núñez;<br />
Bernardino y José Isabel Miranda<br />
Aguirre, y Leandrino, Modesto y<br />
Leovigildo Trujillo Negrín.<br />
«De los 22 mártires, 14 eran jóvenes;<br />
cuatro mayores de 40 años, sin<br />
llegar a los 50, y cuatro mayores de<br />
esta edad.<br />
«A Leovigildo Trujillo Negrín le ataron<br />
un pie a un árbol, y el otro a la<br />
defensa de un jepp que echó a andar,<br />
partiéndolo brutalmente en dos. Su<br />
cadáver jamás apareció. A Gonzalo<br />
Rivero Miranda le abrieron la cabeza<br />
en dos mitades, de un violento machetazo,<br />
luego de haberlo torturado en<br />
forma salvaje.<br />
«A Regino Ramos Ramos (“Guane”)<br />
le amarraron un alambre de púas<br />
alrededor de la cintura, haciéndole un<br />
siniestro “tortor” con un trozo de madera<br />
dura, hasta reventarlo y provocarle<br />
la muerte, en plena lucidez. Lo<br />
<strong>se</strong>pultaron a flor de tierra, a merced<br />
de las tiñosas.<br />
«A los hermanos Bernardino e Isabel<br />
Miranda Aguirre, les dieron tantos<br />
golpes, que dio mucho trabajo reconocerlos<br />
después. Aparecieron tirados<br />
en un chucho de caña, entre<br />
San Claudio y Recompensa, a cien<br />
metros de la carretera.<br />
«Isidoro Roque Cordero, Roberto<br />
Nodar<strong>se</strong> Blanco, Francisco Rodríguez<br />
Valdés (“El Tabaquero”) y Modesto<br />
Trujillo Negrín fueron ahorcados luego<br />
de sacarlos de sus domicilios, delante<br />
de sus familias, en Cabañas. Los<br />
verdugos del capitán Iturriaga los despojaron<br />
del dinero que tenían en los<br />
bolsillos y de cuantos objetos de valor<br />
po<strong>se</strong>ían».<br />
V<br />
«Los criminales sacaron a sus víctimas<br />
del Cuartel de Cabañas, vestidos<br />
de uniforme, para que nadie <strong>se</strong><br />
diera cuenta de lo que preparaban.<br />
Después, en la soledad de los montes,<br />
los ahorcaron y los enterraron en<br />
lugares apartados. A Isidoro Roque<br />
Cordero le robaron 70 pesos que tenía.<br />
El cadáver de Francisco Rodríguez<br />
Valdés apareció totalmente desnudo<br />
y horriblemente mutilado: con las manos<br />
atadas, vivo, le cortaron los testículos<br />
y <strong>se</strong> los amarraron al cuello.<br />
«En la finca Guasimal, en <strong>La</strong> Cañada<br />
de El Chivo, <strong>se</strong> encontraron dos<br />
fosas, con siete cadáveres. El hallazgo<br />
fue hecho por los hermanos Jesús<br />
y Narciso Portales, campesinos<br />
de la región. Eran tumbas ocultas,<br />
mal cubiertas de tierra. Es muy triste<br />
saber que una mujer, Evarista Roque<br />
Cordero, encontró entre los cadáveres<br />
a su esposo Domingo Álvarez<br />
Núñez y a su hermano Isidoro. Y también<br />
es doloroso conocer que uno de<br />
los de<strong>se</strong>nterradores —ya al triunfo<br />
de la Revolución—, era Gonzalo Álvarez,<br />
quien tenía a dos hijos entre los<br />
muertos, Domingo y Vicente, y a un<br />
yerno.<br />
«A Marcos Antonio <strong>La</strong>fá lo llevaron<br />
al cuartel de Cabañas y dos días más<br />
tarde fue torturado y a<strong>se</strong>sinado. Y a<br />
Hugo García Lombillo lo a<strong>se</strong>sinaron en<br />
el puente de El Bongo y lo tiraron al<br />
río, metido en un saco de yute.<br />
«También fueron torturados y ahorcados<br />
Pedro Torres Conde, Carmelo<br />
Barrios Montes, José Trujillo Rodríguez,<br />
Octavio Campos Concepción, José Benito<br />
Díaz y Celestino Moreno Fiallo,<br />
nombres que completan la cifra de 22<br />
a<strong>se</strong>sinados.<br />
«Aquella masacre no podrá <strong>se</strong>r olvidada;<br />
ellos fueron una parte de los<br />
más de 20 000 cubanos a<strong>se</strong>sinados<br />
por la sanguinaria dictadura de Batista,<br />
concluyó René.