4 lización enarbolada por la Coordinadora se transformó en un dialogo de café en las oficinas de la secretaria de gobernación y las cámaras legislativas en donde la única negociación ofrecida era morir por el tiro de gracia o lentamente envenenados. Al jugar en la cancha enemiga, con el árbitro del equipo contrario y con las reglas de nuestro adversario estábamos condenados de antemano a perder por un amplio marcador. Aunado a ello, nuestra clase ha sido fragmentada y dividida por la propia directiva técnica, lejos de comportarnos como un equipo profesional, nos lanzamos a la cancha con el entrenamiento, la táctica y la disciplina del peor equipo llanero. De poco sirve que nuestro equipo sea mil veces más fuerte y numeroso si cada uno anda jugando su propio partido. Aprender de las derrotas Sin embargo, de manera contradictoria, la pasada etapa de lucha nos arroja lecciones de suma importancia en el terreno de la táctica y la política que necesitamos levantar de nueva cuenta los trabajadores y la juventud. Las actuales organizaciones de masas responden a cuestiones de carácter inmediato, dejando de lado la única alternativa real ante la deplorable realidad que nos oprime: la lucha revolucionaria de masas. Así pues, los sindicatos cada vez tienen menos efectividad en la consecución de nuestras demandas salariales y la defensa de nuestras conquistas. No queremos decir en modo alguno que los sindicatos han dejado de ser útiles, pero no podemos negar que en la época de decadencia y voracidad capitalista cada vez están más cooptados por los agentes de la burguesía y, a su vez, tienen menos margen de maniobra para obtener auténticas conquistas. Sólo una política revolucionaria en las direcciones y las bases de los sindicatos podrá hacerlos resurgir de entre las cenizas como herramientas de lucha de la clase trabajadora. Organizaciones como el MORENA pueden tener gente muy honesta y con ánimos de luchar en sus bases, sin embargo, atados a una política mayoritariamente electoral y con prácticas clientelares en su interior solo pronostican un nuevo PRD. Por lo tanto nos permitimos compartir con ustedes las siguientes propuestas: 1.- Las direcciones reformistas han demostrado no sólo su incapacidad para obtener reformas en beneficio de nuestra clase, no han podido siquiera mantener lo antes conquistado. Necesitamos librarnos de los dirigentes timoratos, tibios y entreguistas que enarbolen una política de conciliación de clases. 2.- Cualquier tipo de negociación no se puede llevar a puerta cerrada entre gobernantes, empresarios y dirigentes. Es urgente rescatar el diálogo público y la negociación abierta, en donde ninguno de los temas y acuerdos pueda ser negociado de manera cupular. 3.- Es urgente retomar los mecanismos asamblearios de base, de abajo hacia arriba para la toma de las decisiones; es necesario afilar dicho mecanismo con una correcta y sistemática formación política-ideológica, de nada nos sirve tener músculos fuertes si no sabemos la técnica para usarlos en combate. 4.- Para construir la unidad del movimiento obrero y popular no se puede continuar la fórmula de las alianzas entre burocracias que son desechadas a la primera de cambios; se necesitan preparar grandes encuentros obreros regionales y nacionales desde las bases de los sindicatos y las organizaciones en lucha, en donde se pueda discutir, analizar y acordar un plan de acción de los oprimidos y explotados. Sólo una construcción consciente y desde abajo es garantía de éxito en los procesos unitarios. Esta no debe ser una simple aspiración o anhelo, es importante poner manos a la obra. 5.- Partimos de la premisa que en nuestro país no existe una organización revolucionaria con verdadero arraigo de masas. La creación de una herramienta política y de lucha de los trabajadores, se nos presenta como una tarea impostergable. La formación de un auténtico ejército de revolucionarios no pueden ocurrir solamente en el plano teórico en las universidades, ni en el marco de las luchas gremiales. 6.- No podemos limitarnos a la mera construcción de herramientas defensivas, trincheras de resistencia o grupúsculos sectarios alejados de la realidad. La praxis revolucionaria está ligada de manera indisoluble a la militancia política en una organización revolucionaria, esta a su vez no puede estar desligada de las luchas actuales de las masas y tampoco puede construirse al margen de las mismas, la construcción de un mero aparato organizativo que prioriza su crecimiento numérico y político frente a las demandas de la población, es una fórmula que a la luz de la izquierda revolucionaria en nuestro país no ha permitido construir el partido revolucionario. Un auténtico ejercicio de autocrítica a la luz del actual escenario, se hace necesario para todos aquellos que pretendemos seguir por la senda de la transformación profunda y radical de este país y el mundo entero.• “¡Muera la utopía!, ¡Muera la fe!, ¡Muera el Amor! ¡Muera la esperanza!, truena el siglo veinte con salvas incendiarias y con el golpeteo de las ametralladoras. Ríndete, patético soñador. Aquí estoy, yo, tu largamente esperado siglo veinte, tu futuro. No, responde el optimista invencible: Tú, tú eres sólo el presente.” León Trotsky en “La era de la revolución permanente”. La explotación de la mujer Frida Arizmendi México por la Democracia y la Independencia (1944) de David Alfaro Siqueiros Medidas: 5.50 x 11.98 m. En esta sociedad capitalista, la mujer proletaria es la más explotada, ya que además de sufrir las miserias como cualquier trabajador, tiene que sobrellevar las cargas domésticas. Sufre las repercusiones de su opresión en distintas maneras, pero no sólo ahora. Estas prácticas han tenido su proceso histórico que se ha ido estructurando junto con la sociedad de clases. La violencia como consecuencia de la misma opresión que la ha ido enajenando, presenta profundas raíces sociales y culturales que tienen que ver con el papel de sumisión al que la mujer ha sido relegada. La prensa, la radio, el cine, la publicidad o la televisión, y en general toda la industria de la cultura, revela imágenes de la mujer que nutren ese patrón que muestra una visión deformada de la mujer como víctima, objeto y sexo débil. Lo anterior nos lleva a preguntarnos, ¿en qué momento la mujer adoptó el papel de oprimida y se sojuzgo a la familia? o más la duda si ¿son por nuestras razones biológicas o naturales las que nos someten a este papel del segundo sexo o sexo inferior? Parte del problema sobre la dogmatización de la definición del papel de la mujer en la sociedad, es culpa de la mala aplicación de la antropología en el estudio del origen de las sociedades. El origen histórico de la opresión de la mujer y su papel atreves de los medios de producción, nos dice que la aparición de la propiedad privada supuso, de alguna manera, la creación de la familia monógama: esta institución es necesaria para confirmar la fidelidad sexual de una mujer hacia un hombre, con esto la transferencia de dicha propiedad a sus descendientes, para mantener la ideología impuesta por la clase dominante en constante reproducción y por ende, la explotación de la mujer. El hombre, siendo nómada, tuvo la necesidad de mejorar su calidad de vida ante los cambios estructurales de la geología de la tierra, también sufrió cambios fundamentales en el cuerpo como la expansión del cerebro y marcha bípeda, que le dieron las posibilidades a nuevas adaptaciones en diferentes ambientes, creando herramientas de trabajo para llevar a cabo diferentes actividades productivas que se fueron aunando a los grupos, como la agricultura, la pesca, la ganadería y la caza. Conforme fueron avanzando los métodos en la producción, se hizo posible obtener más de lo que se necesitaba para la longevidad de todos los miembros del grupo, es decir, había un excedente de productos para sobrevivir, provocando que algunos integrantes dejaran de trabajar 5