You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
El poder de <strong>un</strong> abrazo<br />
34<br />
a<strong>un</strong> si las víctimas de nuestra burla n<strong>un</strong>ca se <strong>en</strong>teraron, mis padres no le vieron<br />
ning<strong>un</strong>a gracia; no toleraban ning<strong>un</strong>a forma de crueldad.<br />
Con todo, n<strong>un</strong>ca se quedaron <strong>en</strong>ojados por mucho tiempo. Incluso a veces,<br />
<strong>en</strong> lugar del castigo—por más justificado que nos parecía—nos dieron <strong>un</strong><br />
abrazo. Una vez (debo haber t<strong>en</strong>ido ocho o nueve años) papá se <strong>en</strong>ojó tanto<br />
que me am<strong>en</strong>azó con <strong>un</strong>a paliza. Yo estaba preparado para recibir lo merecido,<br />
miré a papá y sin p<strong>en</strong>sar dije de <strong>un</strong> tirón: “Papá, lo si<strong>en</strong>to mucho. Haz lo que<br />
t<strong>en</strong>gas que hacer, pero sé que igual me quieres”. Papá me sorpr<strong>en</strong>dió. Me dio<br />
<strong>un</strong> abrazo y con gran ternura dijo: “Christoph, te perdono”.<br />
Este incid<strong>en</strong>te ha permanecido vivo <strong>en</strong> mi memoria, porque me mostró<br />
cuánto me quería mi padre. Además me <strong>en</strong>señó <strong>un</strong>a lección que n<strong>un</strong>ca he<br />
olvidado y que me sirvió bi<strong>en</strong> más adelante, cuando <strong>tu</strong>ve que educar a mis<br />
propios <strong>hijo</strong>s: No temas n<strong>un</strong>ca disciplinar a <strong>un</strong> niño, pero <strong>en</strong> cuanto percibas<br />
que lam<strong>en</strong>ta lo que hizo, no vaciles <strong>en</strong> perdonarlo de inmediato y por completo.<br />
Si nos resolviéramos—cada <strong>un</strong>o—a ser tan compasivos como lo era mi<br />
padre, veríamos <strong>un</strong> panorama muy difer<strong>en</strong>te.<br />
Pero no es cosa de dar abrazos sólo a los propios <strong>hijo</strong>s e hijas, sino de def<strong>en</strong>der<br />
a todo niño. Estamos criando <strong>un</strong>a g<strong>en</strong>eración de niños a qui<strong>en</strong>es no sólo<br />
no amamos sino que les t<strong>en</strong>emos miedo. Lo vemos por todas partes —desde<br />
los toques de queda para los adolesc<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> muchos c<strong>en</strong>tros urbanos, y el<br />
despliegue de guardias armados y ag<strong>en</strong>tes de la policía <strong>en</strong> las escuelas, hasta la<br />
p<strong>en</strong>alización de infracciones m<strong>en</strong>ores como el pintar graffiti. Y lo que más nos<br />
debe alarmar es el creci<strong>en</strong>te número de adolesc<strong>en</strong>tes <strong>en</strong>carcelados.<br />
Con cada año que pasa, y a pesar del obvio fracaso de “soluciones” brutales<br />
como éstas, la manera de tratar a jóv<strong>en</strong>es y niños se torna aún más represiva.<br />
A los fiscales de California, por ejemplo, se les ha otorgado (mediante la Proposición<br />
21) <strong>un</strong> poder inédito <strong>en</strong> los trib<strong>un</strong>ales de m<strong>en</strong>ores. Por lo tanto, ha<br />
aum<strong>en</strong>tado desproporcionadam<strong>en</strong>te la probabilidad de que se juzgue y s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>cie,<br />
como si fueran adultos, a jóv<strong>en</strong>es acusados que sólo ti<strong>en</strong><strong>en</strong> catorce años<br />
de edad. <strong>En</strong> otras partes se analizan las pruebas de lec<strong>tu</strong>ra estandarizadas a que<br />
<strong>En</strong> Peligro