You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Elogio de la oveja negra<br />
75<br />
completo. <strong>En</strong>tonces corría por el pasillo vociferando: “¡No! ¡no! ¡no!” Tiraba<br />
las puertas y gritaba a las personas y objetos que le impedían el paso.<br />
Andando el tiempo, nos desal<strong>en</strong>tamos más y más. Hablábamos, orábamos,<br />
leíamos y volvíamos a hablar. Acudimos a médicos pediatras y asistimos<br />
a consultas <strong>en</strong>tre padres y maestros. Pedimos consejos y los recibimos <strong>en</strong><br />
ab<strong>un</strong>dancia. Pero no t<strong>en</strong>íamos ning<strong>un</strong>a confianza <strong>en</strong> nosotros mismos, ni<br />
<strong>en</strong> James.<br />
Hoy sabemos que fue ése nuestro mayor impedim<strong>en</strong>to: que <strong>en</strong> vez de<br />
ac<strong>tu</strong>ar según nuestras propias convicciones, buscamos consejos aj<strong>en</strong>os. <strong>En</strong><br />
parte, debido a <strong>un</strong> exagerado miedo de que James no iba a “salir bi<strong>en</strong>”, nos<br />
presionamos a nosotros mismos y a él para que se adaptara. <strong>En</strong> parte, temíamos<br />
(a<strong>un</strong> inconsci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te) que su “fracaso” pudiera repercutir <strong>en</strong> la<br />
imag<strong>en</strong> de sus padres, es decir, que nuestro <strong>hijo</strong> llegaría a ser <strong>un</strong>a am<strong>en</strong>aza<br />
para nuestra bu<strong>en</strong>a reputación. Y <strong>en</strong> parte, si bi<strong>en</strong> n<strong>un</strong>ca dejamos de abrigar<br />
alg<strong>un</strong>a esperanza, ya no creíamos <strong>en</strong> la posibilidad de que James pudiera<br />
cambiar.<br />
Por suerte t<strong>en</strong>íamos amigos que no habían perdido la esperanza. Finalm<strong>en</strong>te,<br />
gracias a ellos cambiamos de rumbo y resolvimos nuestros problemas.<br />
Para mí, el mom<strong>en</strong>to decisivo fue cuando me di cu<strong>en</strong>ta de que la causa de<br />
nuestras dificultades no era ni James ni yo, sino mi acti<strong>tu</strong>d fr<strong>en</strong>te al desafío<br />
de criar a <strong>un</strong> <strong>hijo</strong> que no <strong>en</strong>cajaba d<strong>en</strong>tro del molde. ¿Y por qué demonios<br />
t<strong>en</strong>ía que <strong>en</strong>cajar? Ahora las cosas empezaron a tomar <strong>un</strong> curso normal.<br />
Pude deshacerme de mis ideas de cómo debía ser James, lo que eliminó<br />
muchos motivos para regañarlo, y hubo m<strong>en</strong>os ocasiones para frustrarse,<br />
etcétera…<br />
<strong>En</strong> los dos últimos años, James se ha vuelto más estable y más feliz que <strong>en</strong><br />
cualquier otra época que recordemos mi esposa y yo. Y, más importante aún,<br />
nosotros mismos hemos cambiado. Estamos apr<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do a estar a disposición<br />
de James cuando nos necesite, sin preocuparnos y sin t<strong>en</strong>er int<strong>en</strong>ciones<br />
especiales. <strong>En</strong> cuanto a id<strong>en</strong>tificar los “trastornos” <strong>en</strong> su comportami<strong>en</strong>to<br />
(cosa que aún no ha sido posible), hemos llegado a aceptar que de nada sirve<br />
el más exacto de los diagnósticos, si no hay cura. Y la mejor cura es el amor.<br />
N<strong>un</strong>ca seremos <strong>un</strong>a familia modelo. Pero al m<strong>en</strong>os somos <strong>un</strong>a familia<br />
más fuerte. Y si algo nos ha <strong>en</strong>señado nuestro <strong>hijo</strong> es esto: la familia más<br />
<strong>En</strong> Peligro